Fundado en 1910

Vinicius se lamenta de una acción falladaAFP

Real Madrid 0-0 Real Sociedad

Un gran Real Madrid no consigue una merecida victoria ante la Real en el Bernabéu

Los de Ancelotti dieron una verdadera lección de juego y virtuosismo en todos los aspectos del juego que los de Imanol lograron contener con especial acierto del portero Remiro

Vinicius es un toro. Siempre vuelve. Siempre lucha, a pesar del castigo. Y con nobleza, que es lo que molesta a la jauría mediática y al populacho. Lo demás son zarandajas. La salud del Madrid es el ejemplo de Vinicius. Con esa actitud los blancos siguen hasta el final. Y además se gana, Vinicius, al público, como le decían que hiciera (y hacía) el gladiador de Ridley Scott.

Vinicius, Rodrygo y Benzema haciendo cosas bonitas con la protección de Valverde y Nacho. La Real era etérea y Ceballos un general utrerano recuperando balones en su área. Illarra pudo marcar en un desajuste defensivo, el segundo, pocos, para ese dinamismo. El mejor, el de Vinicius, un cuchillo por la derecha, por la izquierda y por el cielo, disparado en un túnel de colores de tanto caño.

Qué espectáculo. Qué jugador. Se sumaba a los olés del público Camavinga por la derecha (quien tenía una misión especial en el lateral), recortando como si virara sobre la ola para seguir cabalgándola. Valverde ya no era elefante sino caballo. Todo el Madrid arriba y abajo, todos atentos, todos finos. Era un tornado el Madrid. Volaban Zubeldias y Elustondos por los aires.

Los trincherazos de Ceballos

La discreción efectiva del mediocampo, los mandos de la nave, era lo que provocaba el estruendo de la delantera, como el choque del mar en El Peine de los Vientos. Pero la Real estaba en su estirada sutil. Llegó el Madrid parsimonioso para prepararle el chut a Kroos a través de Valverde (que paró Remiro), quien después probó desde lejos.

Ceballos se sacaba la presión realista a trincherazos y luego repartiendo con criterio. Vinicius robó en los tres cuartos para Rodrygo, que condujo de forma adorable unos metritos, recortando todo como con patitas de conejo y dejándola de taconcito para el disparo de Benzema, que iba bien pegadito a él, como husmeándole las maravillas.

Una supuesta falta del francés a Le Normand en el área visitante fue el primer escándalo arbitral. El segundo fue la tarjeta a Nacho, representando la tradicional de Camavinga en la zona. Pero antes Rodrygo se había marchado en carrera entre tres contrarios, colándose entre dos, salvando al tercero. Un globetrotter.

Rodrygo conduce el balónAFP

Luego Valverde le lanzó por la izquierda y se rompió, no físicamente, sino artísticamente, como Ceballos, que no tiene pies sino muletas, trapos rojos, banderillas, faroles. No había faltas para la Real, que aprovechaba la casi inmoral gratuidad arbitral y la inspiración de Remiro para resistir. Siguió el Madrid con el toque preciso en el reinicio con el Ceballos que mece la cuna, que es el Ceballos que domina el Bernabéu.

Vinicius y Benzema se evaporaron como ninfas sonrientes en el bosque, tal fue la sensación de felicidad en el ataque virtuoso, bailarín, Fred y Ginger, que volvió a salvar Remiro. Luego vino el sombrero de Valverde en el corte, y luego el trallazo. El árbitro seguía sin pitar falta a los visitantes, en este caso a Kubo, lo que provocó un contraataque peligroso en fuera de juego.

El Madrid era casi el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. De un detalle blanco comían de ilusión millones de madridistas. Eran una tromba preciosa, aunque de momento estéril, los de Ancelotti. Salía Benzema de la defensa donostiarra como una morena de las rocas para recibir. Por una grieta se coló Kubo, pero apareció Courtois como una fantasma mecánico.

El núcleo del área realista

Se enredaba la delantera madridista en los virtuosismos que cortaba la defensa realista, cuyo resto del equipo empezaba a llegar un poco más a los dominios del guardameta belga. El corte y el carrerón de Camavinga fueron tan de superhéroe que Elustondo llegó tarde y se lesionó. Pero no llegaba el remate final, ni siquiera el pase final. La paradoja de un juego irresistible que era un peligro terrible con las llegadas de Kubo después de todo. Otra vez Remiro sacó la mano de gato en la picada de Vinicius tras la jugada poética. Se necesitaba un golpe, un ruido después de la rima. Y no era por ausencia de poderío físico que el Madrid (y la Real a estas alturas) exhibía.

A falta de un cuarto de hora era heroica una Real mareada después del baile, pero En Pie y con el Puño en Alto, como la mujer de Bailando con Lobos. Habían bajado un poco los locales el ritmo frenético, igualándose un poco la contienda. En el núcleo del área realista se perdían todas las ocasiones madridistas. Se fueron Ceballos y Kroos por Modric y Asensio.

Fue precisamente el mallorquín el que la filtró a Modric por dentro, quien demasiado esquinado disparó fuera. Lo que vino después fue el agotamiento del talento y de la virtud madridista, mientras la Real se veía hasta con delirantes posibilidades de victoria, que finalmente no llegaron en un decepcionante resultado para los blancos después de los prodigios.

Ficha técnica:

Real Madrid 0: Courtois; Camavinga, Rüdiger, Militao, Nacho; Ceballos (Modric, m. 78), Kroos, Valverde (Asensio, m. 78); Rodrygo, Vinicius, Benzema.

Real Sociedad 0: Remiro; Muñoz (Rico, m. 46), Le Normand, Zubeldia, Elustondo (Olasagasti, m. 66); Illarra, Zubimendi, Brais (Navarro, m. 54); Kubo, Sorloth (Hernández, m. 83), Oyarzábal (Marín, m. 54).