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Los jugadores del Real Madrid celebran el gol de ViniciusAFP

Real Madrid 2-0 Valencia

Un Madrid brillante, con un Vinicius estelar, conserva el tono y recupera la victoria

Ceballos, ovacionado en los estertores del partido, y Camavinga acompañaron en el sobresaliente al brasileño. Militao y Benzema se retiraron lesionados

Cuando Rüdiger sale con la pelota y de pronto se para, como sin saber qué hacer inmediatamente, es cuando al fin da un saltito revitalizante y con él encuentra una solución que curiosamente también revitaliza al espectador. Es como una palmadita. Mamardashvili había vuelto a salvar, casi con el dedo corazón, una ocasión de Asensio de esas de las que este Madrid acaba acordándose. Como el pasado domingo.

Precisamente de aquel día del Señor parecían guardar los blancos la movilidad, el trazo, el dominio y la estética con el protagonismo impresionante de Ceballos o la lateralidad coyuntural y poderosa de Camavinga. Todo el Madrid por encima del medio campo buscaba el huequito por el que se coló Benzema para dar un taconazo degasiano que Asensio estrelló en la defensa bien plantada, atenta y con un poco de suerte en el disparo del mallorquín, que dio fortuitamente en un pie abandonado.

Acechaban los locales con gran dinamismo en la presión y contundencia en el cierre final de planta carnívora. Se le fue al mismo Asensio el control del pase no del todo preciso de Benzema en el contraataque. La pelota era del Madrid. El Valencia era el niño que quiere jugar y merodea al dueño con inteligencia casi maquiavélica. Pero no querían los blancos dejarle nada a nadie. El colmo de Camavinga, casi un dios, fue la llegada y el chut que fue a dar en el lateral de la red.

Gol anulado a Rüdiger

Militao se lesionó en un choque en el 35. Carvajal para adentro y defensa de patchwork con Nacho multiusos en el lugar del herido. Mala cosa lo del importante central brasileño. Tenía el Madrid que superar esos primeros minutos neodefensivos. Ponerse arriba para minimizar el impacto y que los cuatro de abajo se pudieran reconocer. Lo bueno era que Nacho tiene una capacidad mimética como para reírse del doctor Doolittle.

Courtois jugaba para mantener alto al equipo. Lino hizo una cosa fea, una interpretación busquetsiana, o albiana, cuando Modric quiso recuperar el balón que retenía en las manos el valencianista, mientras al otro lado se daba una tangana provocada por Musah en la patada a Ceballos. Precisamente Musah puso en suspenso el gol de Rüdiger al filo del descanso por una supuesta falta previa de Benzema al cabezazo del alemán.

El gol que fue finalmente anulado tras la revisión en el monitor y además el francés amonestado. La incredulidad ante el rigor de Charlot del árbitro, que convirtió el forcejeo en agresión después de ver con nitidez (otra cosa no pudo ser con el visitante cayéndose en la pugna como un mal actor de cine mudo) que solo había sido lo primero. Reían los madridistas de incredulidad casi al unísono ante la mascarada colegiada que puso el fin a la primera parte.

Asensio celebra su golAFP

El giro de Vinicius sobre Foulquier casi deja al lateral dando vueltas sobre sí mismo, como Benzema, protagonista en dos ocasiones consecutivas, el bailarín que conserva la estética y busca los reflejos perdidos o no perdidos, quizá simplemente enmarañados. Ceballos ordenaba, colocaba. Un timón hecho de chicle de sandía, un decir. Vinicius se pasó en el pase de la muerte a Benzema propiciado por la inyección de Kroos.

Fue en la recuperación, en la contemporización, en la parada y el misterio del francés, cuando este la cedió para el disparo diagonal del mejor de los Asensios, «como la mejor de todas las conversaciones. La de las tierras baldías, la de los grandes bosques», como decía Faulkner en El Oso. Fue el pistoletazo de los galgos, y para galgo Vinicius, corriendo recto y erguido como Michael Johnson, que un minuto después marcó el segundo y se abrazó con Carletto como un hijo. Benzema tuvo el tercero en tres minutos de amor en el Bernabéu.

Pero tenía daño Benzema. O no. Ceballos levantó al público en un movimiento defensivo y ofensivo: un sol. Pero Benzema tenía daño, sí, y se marchó. Se hizo daño en el remate, un tirón en el pie de apoyo del gato. Rodry Goes to Hollywood le sustituyó. Inconvenientes futuros a tener en cuenta para los blancos con un banquillo relativo. Ancelotti movió a las huestes tocadas. Valverde y Tchouaméni, que volvía de una lesión, por Kroos y Modric.

Paulista perdió la cabeza

Paulista perdió la cabeza y dio una patada a Vinicius, que se le marchaba una y otra vez sin remisión. No quiso otra más y le agredió para ser expulsado por roja directa. La pesadilla Vinicius que destruye precisamente las cabezas con su talento, con su actitud, con su esfuerzo constante y noble que provoca canalladas del hombre convertido en bestia.

Ya no hubo más sino la respiración del Valencia apagándose, al mismo tiempo que el Madrid seguía corriendo ilusionado, fuerte, confiado, recibiendo ovaciones emocionantes, como la de Ceballos, que levantó la mano como un héroe.

Ficha técnica:

Real Madrid 2: Courtois; Camavinga, Rüdiger, Militao (Carvajal, m. 36), Nacho; Modric (Valverde, m. 66), Kroos (Tchouaméni, m. 66), Ceballos; Vinicius, Asensio, Benzema (Rodrygo, m. 60).

Valencia 0: Mamardashvili; Gayá, Diakhaby; Paulista, Foulquier; Almeida (Ilaix, m. 70), Guillamón, Musah (Cömert, m. 75); Lino (Lato, m. 70), Cavani (Fran Pérez, m. 75), Castillejo (André, m. 58).

Goles: 1-0 (Asensio, m. 52). 2-0 (Vinicius, m. 54).