Real Madrid 4-0 Girona
Un estelar Real Madrid arrolla al Girona y se asienta en el liderato de la Liga
La posible lesión de Bellingham, la única nota negativa en un muy buen partido del Real Madrid
Antonio Rüdiger sufre una lesión en el muslo izquierdo y Ancelotti se queda sin centrales
Se acerca la primavera. Los atardeceres empiezan a alargarse un poco más, los campos florecen, el polen se empieza a cobrar a sus primeras víctimas, los martes y los miércoles se llenan de la emoción de las noches de Champions League y el Real Madrid se muestra intratable. Pueden cambiar los intérpretes, pero es siempre la misma canción.
En uno de los partidos más esperados del calendario, el Girona, equipo revelación del campeonato, visitaba el Santiago Bernabéu dispuesto a dar un golpe encima de la mesa. El Real Madrid no le dejó ni media opción (4-0). En uno de los mejores partidos del curso para los de Ancelotti, aquel en el que sus dos mejores jugadores, Vinicius y Bellingham, se entendieron más que nunca, el Madrid se mostró ante España como el gran rival a batir. Son cinco puntos de diferencia los que deja en el liderato de la Liga, que empieza a oler a Chamartín.
Pese a que tanto Ancelotti como Míchel se encargaron de restarle importancia en la previa, y las jornadas restantes abren un inmenso abanico de posibilidades, el partido en la previa se percibía como una final adelantada por la Liga. O, más bien, como la verdadera prueba de fuego en las aspiraciones campeonas del Girona.
Al igual que en el último encuentro ante el Atlético, repitió Ancelotti la idea de colocar a Jude Bellingham como único delantero centro, devolviendo a los brasileños, Rodrygo y Vinicius, a las bandas y a un hábitat más natural. Lo que se había imaginado el italiano en la previa no tardó en volverse fructífero sobre el campo.
Bellingham, con sus habituales controles orientados que engañan a todo el mundo -son movimientos corporales que escapan a la lógica- ponía al Madrid a correr y Vinicius, partiendo desde fuera, disfrutaba de su mejor posición para dañar al rival y disfrutar. En la primera que recibió con un poco de ventaja, recorte hacia dentro y disparo buscando el palo largo. Golazo. Es uno de los mejores del mundo.
Las numerosas bajas del Girona obligaron a Míchel a intervenir desde la pizarra, intentar paliar esas ausencias, y una de sus decisiones más complicadas ha sido cómo solucionar la baja de David López.
David no es solo el mejor jugador del Girona en lo que a defender se refiere, el más sólido en sus acciones y el más preparado para capear el temporal, sino que además era un jugador clave en la estructura. Sin él, Eric García que venía actuando de lateral está teniendo que hacerlo de central y Yan Couto, que viene haciendo una genial temporada como extremo, ha tenido que bajar al lateral. Ancelotti detectó esa debilidad. Y fue a atacarla con todo.
Cada vez que el Madrid robaba y podía correr, el Bernabéu murmuraba. Las transiciones fugaces comenzadas siempre por Bellingham eran indefendibles para un Girona más nervioso y menos contundente de lo habitual. Sin la presencia de un jugador físico como Yangel Herrera que puede aportar ese músculo en mediocampo y con los encargados de poner pausa -Aleix García y Miguel Gutiérrez- consumidos por el frenesí, el campo solo tenía una dirección y el Madrid un único objetivo: ampliar la ventaja.
Sin necesidad de precipitarse, contando con la ventaja en el marcador, el Real Madrid metía a Kroos entre centrales y empezaba a juntar pases provocando que el Girona cayese en la trampa: ir a presionar. Cada vez que los catalanes lo hacían, el Madrid les giraba y les ponía a correr en dirección a su propia portería. Siempre con el mismo objetivo: el duelo entre Vinicius y Couto y los desmarques de Bellingham a la espalda de Eric García.
Es por eso que a nadie le puede sorprender la forma del segundo gol. Kroos descendió, puso a los suyos a jugar, encontraron a Vinicius por fuera y éste sirvió para la imparable ruptura de Bellingham. El marcador era un reflejo del juego.
Si bien el Girona llegaba al Bernabéu aquejado de varias bajas, no es menos cierto que el Real Madrid se encontraba en las mismas, o incluso peor. La pareja de centrales de urgencia formada por Tchouaméni y Carvajal, mediocentro y lateral derecho, tenía el reto de contener a Artem Dovbyk, uno de los jugadores de moda del campeonato. Y para tamaño reto, Ancelotti planteó una jaula en el medio con un papel esencial de Kroos, Valverde y Camavinga.
Los constantes esfuerzos del francés para incomodar, la inteligencia del alemán cerrando líneas de pase y el sacrificio del uruguayo, con Valverde por momentos cerrando como un central más para tener superioridad ante la cantidad de jugadores por dentro que acumula el Girona, fueron indispensables para entender el cerrojo que montó en defensa el Madrid.
Intentó cambiar el guion Michel en el descanso con el ingreso de Pablo Torre, un jugador que tiene un mayor volumen de juego que su predecesor, Portu, pero tampoco eso le iba a funcionar al cuadro catalán. De nuevo Vinicius, de nuevo ante Yan Couto, abrió una puerta por la que Bellingham entró anotando su segundo gol de la noche, el tercero en total, y poniendo tierra de por medio.
Las molestias que obligaron a Jude a abandonar el terreno de juego enmudecieron el Bernabéu y fueron la única nota negativa en una noche, por lo demás, redonda.
Tan redonda que Rodrygo, que estaba siendo el más apagado sobre el césped, se recolocó como delantero centro con el ingreso de Brahim por la derecha y, a la primera jugada, dejó una conducción memorable finiquitada con un gran disparo. Con una hora transcurrida, el marcador mostraba un implacable 4-0. Pudo redondear la manita Joselu con un penalti en el tramo final, pero erró su lanzamiento.
En toda gran historia hay un reto final, el monstruo de la última pantalla del videojuego. El octavo paso de lo que el escritor Joseph Campbell denominó «El viaje del héroe»: La gran prueba. Para el Girona, esa era visitar el Bernabéu.
Igual que para el Leicester, con el que se les compara hasta la saciedad, fue ir al campo del Manchester City en su debido momento, en 2016. El Leicester venció en Mánchester y, meses después, se proclamó campeón de la Premier League. El Girona no lo consiguió. En la élite no basta con jugar bien, con llegar y con asombrar. Se demanda una regularidad que no perdona a nadie. Una regularidad donde se forjan los campeones. Una regularidad en la que el Real Madrid lleva instalado toda su historia.
Ficha técnica:
Girona: Gazzaniga; Couto, Eric García, Juanpe, Miguel Gutiérrez; Aleix García, Iván Martín (Jhon Solis, 70´), Portu; Tsygankov (Valery, 70´), Sávio, Dovbyk (Stuani, 70´)
Goles: 1-0 Vinicius (6´). 2-0 Bellingham (35´). 3-0 Bellingham (54´). 4-0 Rodrygo (61´).