Raphinha se pone del lado de Vinicius al hablar del racismo en España: «No sabemos lo que pasó en su infancia»
El brasileño concedió una entrevista al periódico El País y defendió a su compatriota a la hora de hablar del racismo que hay en el fútbol español
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en la antesala del derbi catalán entre el Barcelona y el Espanyol que se disputa este domingo a las 16:15 en el estadio Olímpico de Montjuic, Raphinha concedió una entrevista al periódico El País, repasó la actualidad del conjunto azulgrana y, sobre todo, defendió a su compatriota Vinicius a la hora de hablar del racismo que hay en el fútbol español.
El racismo en España es un problema que está a la orden del día y raro es el fin de semana o la jornada de liga en la que no hay insultos racistas en los estadios de fútbol. Estos suelen venir por parte de los aficionados radicales cuando ofenden a los futbolistas de raza negra.
El futbolista del Real Madrid es normalmente el principal afectado, pero en el clásico que se disputó la semana pasada en el Bernabéu tanto Lamine Yamal como Raphinha fueron víctimas de este tipo de episodios. «Hay mucha gente que normaliza que se vaya a los estadios a insultar. Eso no puede ser normalizado. Alguien con más poder debe hacer algo».
Por esa misma razón, el extremo brasileño del Barcelona quiso defender públicamente a su compatriota del Real Madrid, se puso en su lugar y reconoció que es una muy buena persona: «Nosotros no sabemos lo que pasó en su infancia. No sabemos las cosas que ha escuchado cuando era pequeño. Estas cosas llevan a las personas a su límite y a él le molesta mucho. Vinicius es un chico muy sonriente, siempre está haciendo bromas. El único tema que le molesta es ese, entiendo su cabreo».
El tema del racismo fue el más significativo. Pero en la mencionada entrevista, Raphinha también aprovechó para comentar que él tampoco tuvo una infancia sencilla y que esos pasajes le sirvieron para moldear su carácter en la vida adulta: «Tenía cerca de 12 años. Estaba con un amigo, todos sucios después de haber terminado un entrenamiento. No había duchas en el club. Y el bus tardaba mucho en llegar. Teníamos hambre, pero no teníamos dinero. Entonces, comenzamos a pedir en la calle para comer algo. Fue un poco complicado, la gente no quiere que le molestes. Personas de buen corazón nos ayudaron. Pero entiendo a la gente que no nos dio nada. Es complicado que te paren, parecíamos como chicos que vivíamos en las calle. Es normal que se asustaran un poco».