El triatleta español Alberto González (c) cruza la meta en la prueba de triatlón masculino de los Juegos Olímpicos de ParísEFE

Las lágrimas del triatleta Alberto González tras ganar un diploma que demuestran la grandeza de los Juegos

No todo son medallas. El resultado en los Juegos Olímpicos se suele medir por los metales logrados, pero va mucho más allá como ha demostrado este miércoles el triatleta español Alberto González. De 26 años y nacido en Málaga, llegó a París sabiendo que la opción de hacerse con una medalla estaba difícil, pero que había entrenado lo suficiente como para estar entre los mejores.

La prueba de natación (1.500 metros) resultó igualada, sin los problemas de salida que afectaron el concurso femenino. Los favoritos salieron delante, entre ellos de 'tapado' Alberto González, en su segmento favorito. De la transición hacia la bicicleta (40 km) por el centro de París, por las calles y lugares emblemáticos del Tour de Francia, salió un pelotón de 19 hombres que luego aumentó a 32. El único ataque lo protagonizó Alberto González en los primeros kilómetros, pero fue neutralizado.

Nadie asumía la responsabilidad, y Alberto, en actitud inteligente, corrió como un veterano. Se metió atrás, en la 'oficina', ahorrando fuerzas dentro de un grupo compacto, en el que ninguno se atrevía a proponer un cambio de ritmo. Había respeto, pues todos los favoritos estaban delante, los medallistas de Tokio 2020, por ejemplo.

Alberto González se vino arriba saliendo quinto en la transición de la bicicleta a la carrera a pie y trató de luchar por todo en el triatlón, pero finalmente se conformó con una octava plaza y diploma olímpico que le hizo feliz y le emocionó. No siempre hay que ganar una medalla para triunfar y sus lágrimas lo dejaron claro.

González demostró sus aptitudes de gran nadador y salió de las aguas del Sena entre los mejores, para luego ir en el grupo de cabecero con la bici. «Cogí la parte interior del río y salí del agua con los franceses. Sabía que venía un grupo grande por detrás, pero en carrera había que ser inteligente. Hacía mucho calor, no soy un gran ciclista y tenía que reservar fuerzas para el final, para la carrera. Soy de Málaga, pero no hacia más que beber agua», comentó en meta.

El mejor triatleta español en la prueba olímpica dijo haberse sentido beneficiado con la salida a las 11 de la mañana, con el empezando a apretar fuerte. Hasta la carrera a pie estuvo en el grupo de los grandes favoritos. «Salir a las 11 me ha beneficiado, con calor rindo más. En la carrera me vine arriba, hice una buena transición y salí rápido. Luego tuve algún altibajo. Tengo mis capacidades, y muchos aspectos a mejorar», dijo.