Brittney Grinner, de ser detenida por Putin a estar a un paso del oro en los Juegos de París
El regreso a las pistas de Grinner fue emocionante. Ese redebut se produjo en mayo de 2023 y la pívot pudo volver a jugar al baloncesto
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El 17 de febrero de 2022 fue uno de los peores días de la vida de Brittney Grinner. La jugadora de baloncesto estadounidense aterrizó en Rusia procedente de Estados Unidos y en el control de seguridad las autoridades rusas detectaron que en su maleta llevaba cantidades mínimas de aceite de hachís (de menos de un gramo) que habían sido recetadas por un médico.
Grinner consideró que los controles habían sido excesivos. Ya había hecho ese mismo recorrido tres veces (Houston-Ekaterimburgo) y nunca había pasado nada. Ese mismo día, la jugadora norteamericana fue detenida por las fuerzas policiales de la ciudad rusas. Poco después, se supo que Vladimir Putin había estado detrás de la detención de la pívot del UMMC Ekaterimburg, su equipo en ese momento.
Cinco meses después de que la policía detuviera a Brittney Grinner, la estadounidense fue a juicio y el fallo dictaminó que tenía que cumplir una condena de nueve años de cárcel y una multa económica de un millón de rublos, lo que equivale a unos 16.000 dólares aproximadamente. Ya no había marcha atrás.
Grinner fue trasladada a un centro penitenciario que nadie conocía y allí permaneció encarcelada hasta que las autoridades la trasladaron a otro centro correccional femenino situado en la ciudad de Yavas, perteneciente a la región de Mordavia. La estadounidense seguía pensando que su detención había sido injusta y, entre medias, el gobierno estadounidense y su familia trabajaron de sol a sol por conseguir que Grinner fuese liberada y que pudiese volver a vivir con normalidad y libre de cargos.
Las conversaciones para liberar a Grinner no fueron para nada sencillas. Todo dependía del acuerdo al que llegaran los gobiernos de Estados Unidos y de Rusia. Y 10 meses después de su detención, Brittney Grinner fue excarcelada, pudo regresar de vuelta a su país de origen y el traficante de armas ruso Viktor Bout emprendió el camino de vuelta a su Rusia natal.
El regreso a las pistas de Grinner fue emocionante. Ese redebut se produjo en mayo de 2023 y la pívot pudo volver a jugar al baloncesto, algo que para ella ya era un premio porque pensó que nunca iba a poder tirar a canasta por la condena que se le había impuesta en territorio ruso. Fue una sensación de liberación y Grinner no pudo contener las lágrimas cuando vio que el público estadounidense se había volcado con ella.
El sueño del oro olímpico
El volver a jugar al baloncesto le vino bien a Grinner. La estadounidense recuperó su esencia y demostró que, a pesar de haber estado en la cárcel, no había perdido su fuerza intimidatoria y su juego dominante. Al final, Grinner jugó 10 veces el All-Star de la WNBA (liga femenina de baloncesto) porque era una de las mejores jugadoras estadounidenses de este deporte.
Su reaparición estelar le sirvió para formar parte de la lista de convocadas que dio Cheryl Reeve para los Juegos de París. Grinner iba a disputar su tercera cita olímpica después de haber ganado la medalla de oro en Río 2016 y en Tokio 2020.
En la capital gala, Grinner ha ayudado a Estados Unidos a ganar todos los partidos (102-76 contra Japón; 87-74 contra Bélgica; 87-68 contra Alemania; 88-74 contra Nigeria). El siguiente escollo de las norteamericanas es Australia y su rival en la final podría ser la anfitriona Francia o un nuevo duelo contra Bélgica). Pase lo que pase, Grinner está a un paso de conseguir su tercera medalla de oro como jugadora profesional.