Las medallas del boxeo femenino evidencian el peligro del COI y la ideología de género
Imane Khelif y Lin Yu-ting se han proclamado campeonas olímpicas en sus respectivos pesos y se llevan dos de los oros más polémicos en la historia
Imane Khelif, la boxeadora intergénero, arrasa a todas sus rivales y se hace con el oro olímpico
La boxeadora que perdió en 44 segundos ante la púgil intergénero en los Juegos rompe su silencio
El boxeo ha sido uno de los deportes con mayor protagonismo en estos Juegos Olímpicos y no precisamente por la calidad de su competición. La categoría femenina ha estado marcada por la participación de las púgiles intergénero Imane Khelif (Argelia) y Lin Yu-ting (Taiwán), una situación que ha desvirtuado el evento, pues ambas compiten con ventaja al ser hombres biológicos.
Tanto la argelina como la taiwanesa fueron excluidas por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) en los mundiales de 2023 tras no pasar unas pruebas de género. Ambas púgiles cuentan con cromosomas XY y parten con ventaja sobre el resto de competidoras, lo que además en un deporte como el boxeo es un riesgo para la salud de todas las mujeres. Ya se vio con Angela Carini, a quien Khelif rompió la nariz. «Nunca me habían pegado tan fuerte», aseguró la italiana que se retiró del combate a los 44 segundos.
Esta situación dio la vuelta al mundo y expuso una de las vergüenzas del COI, que no tomó cartas en el asunto sobre las boxeadoras intergénero y aseguró que la IBA expulsó de la competición a Khelif y Yu-ting porque era una asociación «tránsfoba» y que además tenía «vínculos con Putin». Esas fueron sus explicaciones y que evidencian que el COI ha anticipado la política al espíritu olímpico de competir en igualdad de condiciones.
Además, cabe recordar que no solo la IBA advirtió de que ambas púgiles eran biológicamente hombres. También la Organización Mundial de Boxeo avisó al COI de esta situación e hicieron oídos sordos. «El problema no fue el nivel de testosterona de Khelif, porque eso se puede ajustar hoy en día, sino el resultado de la prueba de género, que reveló claramente que la boxeadora argelina es biológicamente un hombre», dijo hace unos días el vicepresidente europeo de dicha organización.
No ha habido competición
Las boxeadoras hiperandróginas no han tenido rival durante la competición. Evidentemente ser muy superior a tus contrincantes, como les ocurría a Michael Phelps o Usain Bolt no es culpa de nadie, el problema aquí es que el hecho de tener altos niveles de testosterona y cromosomas XY les ha dado una ventaja clara respecto al resto de boxeadoras. No ha sido fruto de su entrenamiento, sino de tener mayor capacidad que las demás.
Una situación que ha quedado evidenciada con el transcurso de la competición. Tanto Imane Khelif, en peso wélter, como Lin Yu-ting, en peso pluma, se han colgado la medalla de oro de manera muy sencilla. Ninguna de ellas ha tenido que sufrir para hacerse con la victoria y han arrasado a todas sus rivales. Es cierto que la mayoría de combates se han resuelto en los puntos, pero todos han sido por decisión unánime y ganados tras el segundo asalto.
Así las cosas, se podría decir que el COI ha 'regalado' dos medallas de oro a las púgiles intergénero para evitar entrar en la polémica sobre su participación. Es una evidencia que desde que se les permitió competir se convirtieron en las claras favoritas a la victoria. Son físicamente superior a todas sus rivales y con sus condiciones era difícil que terminaran cayendo.
Lo que pasa es que ese buenismo con la ideología de género ha perjudicado de manera clara al resto de competidoras. Son cuatro años entre Juegos y Juegos. Mucho tiempo de preparación que en el caso de las boxeadoras de esta categoría no ha sido respetado. Todas ellas llegaron a París teniendo el oro prácticamente imposible porque compartían cuadro con dos púgiles que están excluidas en el resto de torneo por competir con ventaja.