Paula Andrade

Perfil

Luis Enrique: cuesta abajo y sin frenos

El asturiano es protagonista y disfruta siéndolo. Lo fue siendo jugador, lo fue siendo entrenador y lo es ahora siendo seleccionador –y streamer

Es el primer Mundial de Luis Enrique y probablemente sea el último. Es extraño que un técnico como él se perpetúe en el banquillo de una selección y vea pasar Copa del Mundo tras Copa del Mundo. Lo de asentarse es para otros, aunque el último que lo hizo –sin contar a Del Bosque, que se comió el marrón de seguir porque nadie quería– bien se parece en carácter al asturiano. A Clemente también le salía urticaria cada vez que le tocaba verse con la prensa y polarizó el ambiente. Con él o contra él.

Luis Enrique se mueve en una situación similar, pero juega mejor sus cartas. Se mantiene fiel a sus ideas y morirá con ellas como seña de identidad, pese a quien le pese. Es protagonista y disfruta siéndolo. Lo fue siendo jugador, lo fue siendo entrenador y lo es ahora siendo seleccionador –y streamer. En los últimos cuatro años, en cada convocatoria hay quien tiene que buscar alguno de los nombres en Google, porque para él hay vida más allá de Madrid y Barça. Bueno, más allá del Madrid.

Desde que llegó al banquillo confió en los suyos y acude a Qatar con su bloque. Si es su único Mundial, lo jugará como él crea mejor, que por algo es su trabajo. En España hay más de 40 millones de seleccionadores pero solo uno elige de verdad quién va y quién no. El asturiano se ha autoerigido capitán general de un grupo que va a muerte con él –razones habrá, también hay que decirlo– y que por su juventud delega el protagonismo en el entrenador. Los jugadores son meros invitados a la fiesta de Luis Enrique y están contentos con ese rol. Como en las bodas, donde el novio es uno más en la boda de ella, España no tiene estrellas porque la estrella es él.

Pero no siempre fue así. En el Barça de Messi, Neymar y compañía no había adquirido todavía ese papel protagonista y quizá pudo ser ese el secreto del triplete que logró en la 2014-15. Liga, Copa y Champions en la primera temporada que dirigió al club por el que siente verdadera y reconocida pasión. Antes ya había ascendido con el Barça B a Segunda y fracasado con la Roma en su Erasmus de un año por Italia. Vigo le acogió después, antes de recalar de nuevo en la Ciudad Condal. Entrenó tres años a Messi y acabó teniendo problemas con el argentino. Cuestión de egos.

En todo lo que hace va «cuesta abajo y sin frenos», como él mismo dijo cuando anunció que iba a ser streamer durante el Mundial, algo que probablemente no le permitiera a ningún jugador. Monta en bicicleta, ha corrido tres Ironman y su hijo le convenció para meterse en Twitch. Es lo poco que se sabe de una vida personal marcada por el trágico fallecimiento de su hija. A buen seguro que a ella le dedicará el título si lo consigue.