Morata cae ante Aguerd en un lance del partidoAFP

Marruecos 0-0 España (3-0)

Una España descolorida queda fuera del Mundial ante Marruecos en los penaltis

Tras la primera parte menos rematadora en 80 años, los de Luis Enrique se hicieron inútilmente con el balón en la segunda parte y la prórroga antes de caer con estrépito en la muerte súbita

La «roja» vestida del Celta de Vigo era la última aportación a la moda futbolera de Luis Enrique, un iconoclasta, un twitchero quitándole todos los símbolos a un equipo. ¿A quién se encomienda una selección española vestida de azul cielo y blanco? ¿A Guardiola? Mal empezaba o mal seguía con la estética la España capitaneada por Busquets, que por lo menos no era (como fue) Alba, aquel capitán del que se burló Chiellini.

Una España ligera, se diría que incluso floja, contra un Marruecos nervudo. Para atravesar ese bosque de tallos norteafricanos hacían falta machetes que nadie había traído salvo Gavi, que siempre va con ellos debajo de la gabardina. Jugaban en bloque los de Luis Enrique, tanto por el centro como por los lados. Allí los cogían los rifeños, fuertes en el desierto. Faltones los de azul cielo por el descontrol, el equipo fino lo parecían los de rojo, creando emoción en la defensa y en las individualidades casi prohibidas por decreto en el conjunto español.

El juego bonito de Marruecos

Salían con soltura los marroquíes, desde las profundidades de Bono, el portero, y con talento sorprendente. Hubo una especie de reacción de carácter ante el aire que tomaba el partido. Un barullo en ataque de muchos fallos terminó en fuera de juego, pero los tres cuartos parecían tierra tomada, donde sin embargo el grueso magrebí se apostaba para robar y salir pitando de esa trinchera. El miedo principiante había dado paso a una suerte de orgullo que a veces cuajaba en pases interinos por el centro, por donde se insistía.

Errar era morir en dos equipos casi desquiciantemente estratégicos. El borde del área africana era un vagón de metro a las ocho. Por allí querían zigzaguear los españoles, aunque era por las bandas donde la diferencia se notaba, por lo menos por donde se entraba visible y no enmarañadamente. El juego bonito era de Marruecos. Y de alta calidad. España despejaba antes de intentar hilar. Lo conseguía con algún ramalazo inane de «el yernísimo» y Asensio, mantenidos por la leña del Golden Boy, que mantenía alta la temperatura de tendencia decreciente de su equipo.

Llorente lucha por el balón contra AbdeAFP

Al inicio de la segunda parte Ziyech se fue haciendo eslalon desde la banda hasta el centro. ¿Dónde estaba el remate? ¿Esa cosa que sirve para meter gol? El primero a puerta vino en saque de falta a cargo de Olmo. Un disparo fortísimo y centrado que despejó Bono. Circulaba Marruecos un poco alocado. En su caminar se llevaba por delante españoles de vez en cuando, los mismos españoles que daban la impresión de esperar en el toque, el toque que de pronto se paraba con envíos a la olla, casi una contradicción.

Así respondía España a la mayor clase rival. Cortaba las más o menos virguerías cada vez más cortas de los de rojo, empeñada en imponerse por las bravas, aunque había otra posibilidad: la de hacerlo aprovechando la inocencia marroquí que con el cansancio parecía mayor, como menor la inspiración española. Los ánimos se empezaban a enervar ante la nada: la impotencia por el vacío. La tensa espera ante un desenlace de azar contra el que solo parecía revelarse Olmo.

Apocalypse Now

La prórroga templó los nervios y aclaró las ideas, que por muy claras que fueran carecían de revulsivos en el banquillo salvo el curioso caso de Ansu Fati. Morata era la mejor opción y ya estaba dentro. Quería seguir corriendo Marruecos como un sabueso. Nico Williams era la mejor tijera de España por la banda donde se abrían claros. Aunque la claridad era casi toda ahora para los de celeste, que habían cogido el partido ante la casi renuncia a sostenerlo de los de rojo, que tuvieron la mejor oportunidad del partido.

La salvó Simón, totalmente vendido, gracias en parte al remate timorato del atacante. Seguía el dominio de los de Luis Enrique, una especie de vigilancia ciega, mientras en la oscuridad brillaban los ojos rivales. Una amenaza que no se certificaba, como si fuera irreal, a pesar de ser cierta por la contundencia del toque, una niebla en el caso contrario, salvo por Nico, que sin embargo fue sustituido (por Luis Enrique) por Sarabia, el autor de un palo final en un horror cercano al que rezaba Marlon Brando en el Apocalypse Now que acabó sucediendo en la tanda de penaltis más desastrosa de la historia.

Ficha técnica:

Marruecos 0: Bono; Mazraoui (Atyllat m. 83), Saïss, Aguerd (El Yamiq, m. 85), Achraf; Amallah, Amrabat, Ounahi (Benoun, m. 119); Boufal (Abde m. 65), En-Nesyri (Sabiri, m. 82), Ziyech.

España 0: Simón; Alba (Balde, m. 97), Laporte, Rodri, Llorente; Pedri, Busquets, Gavi (Soler, m. 63); Olmo (Ansu, m. 87), Asensio (Morata, m. 63), Ferran (N. Williams, m. 75) (Sarabia, m. 118).

Goles: Penaltis (3-0).