El Mundial tritura entrenadores y por voluntad propia... salvo Luis Enrique
Hasta seis seleccionadores que no cumplieron con el objetivo en el Mundial se fueron sin poner excusas y sin esperar a que les echaran, lo contrario a lo que pasó en España
Bélgica cayó en primera ronda y Roberto Martínez, su seleccionador, dimitió al instante. México no pasó la fase de grupos por primera vez en nueve Mundiales y 'Tata' Martino lo dejó. Irán se quedó otra vez a las puertas de octavos y Carlos Queiroz entendió que ya no podía dar más. Ghana no pasó a las eliminatorias y su entrenador Otto Addo aceptó que tenía que dejar el cargo. Brasil se llevó otro golpe y Tite reconoció «el fin de ciclo». Van Gaal también cayó en la misma ronda y puso fin a su etapa en Países Bajos. Corea del Sur hizo un buen Mundial, pero Paulo Bento, su técnico, entendió que su época había terminado. España fracasó en Qatar y Luis Enrique no hizo movimiento alguno.
El Mundial 2022 tiene una nexo común: entrenador que no cumple el objetivo, entrenador que se marcha. Y prácticamente todos lo hacen por su propio pie sin necesitar que la Federación intervenga. No es el caso de España, donde Luis Enrique no anunció su adiós a la espera de qué hacía Rubiales. Y lo que hizo fue no renovarle y dar el testigo a Luis de la Fuente.
Si bien en el adiós de varios entrenadores existen condicionantes (ya se iban pasara lo que pasara en Qatar) todos tienen un nexo común: no han puesto paños calientes a no cumplir el objetivo y se han ido al instante, justo después del partido que les dejó fuera. Eso es todo lo contrario a lo que hizo Luis Enrique, que tras caer ante Marruecos sin tirar a puerta se enrocó en que su idea se había aplicado al 100 % y que estaba todo bien hecho. A su vez sus jugadores salían contentos porque lo habían «dejado todo» en el campo y porque «algo estaremos haciendo bien» cuando España solo cae en penaltis.
El primero que vio que su camino era el adiós fue Roberto Martínez. Bélgica pasó de ser tercera en 2018 a no superar la fase de grupos en 2022. No hay excusas y el español fue el primer que reconoció el fracaso. Lo mismo hizo 'Tata' Martino en un México que vive por el fútbol y que vio como en Qatar cayeron en fase de grupos por primera vez en los últimos nueve Mundiales.
Otto Ado, seleccionador de Ghana, aceptó que no había cumplido el objetivo de llegar a octavos y también dimitió. Lo mismo hizo Carlos Queiroz, entrenador que ha llevado a Irán a competir muy bien, pero que se quedó otra vez a las puertas de las rondas eliminatorias. Cerró un ciclo y se fue.
Otros dos que se han ido son Tite, en Brasil, y Van Gaal, en Países Bajos. Estos casos son diferentes toda vez que ya antes del Mundial anunciaron que el torneo de Qatar sería su final de etapa. La clave ha radicado en que no han puesto excusas, no han dejado lugar a las dudas o al debate, y han reconocido que aquí tenían que poner su final a un «ciclo». Y es que eso es lo que suele haber en el fútbol de selecciones: ciclos, generalmente compuestos por cuatro años que los componen un Mundial y el torneo continental, en el caso de España una Eurocopa.
Eso es lo que ha tenido Luis Enrique. En el pasado mes de marzo, ante las dudas por si renovaba, el ya exseleccionador español avanzó que si el Mundial salía mal no habría más debate porque «me iré tranquilamente». El Mundial salió muy mal y Luis Enrique no anunció su adiós. Hubo que destituirle para que finalmente se fuera.
Flick, el único
Él es el único, junto al alemán Flick, que no se ha ido por mutuo propio tras no cumplir el objetivo. Flick sigue como seleccionador de Alemania, pero existe una diferencia considerable: el exentrenador del Bayern tenía en Qatar su primer gran torneo con el equipo teutón. Estaba comenzado su ciclo, no finalizándolo. Ha tenido un fracaso, pero acaba de empezar. Será en la Eurocopa –en la que además serán anfitriones– su verdadero examen.
Hay además otro seleccionador que presentó su dimisión. Es Paulo Bento, que ha dicho adiós a Corea del Sur pese a que él sí hizo un buen papel, ya que llegaron a octavos en un grupo difícil. Pero entendió que se cerraba un ciclo, que es algo que en España no ha ocurrido. Otro portugués, Fernando Santos, deja abierta aún su continuidad pese a que también se ha llevado un buen golpe –cayó en cuartos ante Marruecos– y lleva ya ocho años al frente de Portugal.
Así, el Mundial de Qatar se ha llevado ya a siete entrenadores por delante... y los que quedan. Siete han sido los que se han ido de forma voluntaria. Todos menos Luis Enrique, que lejos de aceptar que se había hecho un mal Mundial no tuvo ninguna autocrítica y se enrocó en que había tenido una idea y, por cosas del fútbol, no tuvo efecto.