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Carlos Alcaraz levanta el trofeo de campeón en BarcelonaAFP

Alcaraz gana el Godó y apunta a Roland Garros

El murciano ganó a Carreño por 6-3 y 6-2 en apenas una hora de juego, tras emplear por la mañana casi cuatro en derrotar a De Miñaur en la semifinal aplazada por la lluvia

Tres horas después de las casi cuatro de la semifinal contra Alex de Miñaur, salía Alcaraz a la pista Rafael Nadal del Godó para enfrentarse en el último partido a su compañero de Academia y amigo, Pablo Carreño. Duelo al sol de la tarde en los primeros juegos. Pegadas como disparos para no lograr ningún punto al resto durante los tres primeros juegos ninguno de los contendientes.

Rotura en el quinto

Una igualdad que rompió el joven murciano variando la lluvia constante del gijonés con un techo imponente. La velocidad y el techo. Le cambió el envite, devolviéndolas lentas para provocar el fallo del juego monocorde de Pablo. Eso descontroló al mayor de los dos, que intentaba atacar con paralelos de fuerza que no salían para recuperar la rotura. Se puso 5 a 3 Carlitos a pesar de que Pablo estaba entero.

Pablo Carreño golpea de derechaAFP

Descolocado, pero entero, un poco ojo avizor al cambio previsible de Alcaraz cuando huele el rastro. El rastro que Carreño sabía que su rival olía. Así, de un 30 a 0, el número 10 del mundo le ganó el set, rompiéndole de nuevo el servicio, al número 19. Recordaba este rápido y abrupto fin de set a la subida paulatina de volumen que hizo Alcaraz ante Schwartzman en Acapulco.

Golpes de juventud y fuego a los que a duras penas podía responder su oponente, al borde del derrumbamiento

La respuesta al planteamiento de Carreño y la muestra del talento correlativa, como si se asomara a una ventana a la que no quisiera mirar el asturiano. El primer juego del segundo set fue una tormenta del campeón de Miami. Golpes de juventud y fuego a los que a duras penas podía responder su oponente, al borde del derrumbamiento. Pero resistía Carreño con impulso, buscándolo, apoyándose en los golpes de su amigo cuando podía apoyarse.

Carlos Alcaraz golpea de derechaAFP

Con genio y al filo consiguió el de Gijón que no se le escapara el segundo juego. Pero parecía una resistencia finita, última. Se veía en la potencia incontenible de las piernas del de El Palmar, en su golpeo imprevisible, en los contrapiés de fondo de pista. La sombra de lado izquierdo de la pista, o del derecho, según se mire, daba la impresión de cernirse sobre Pablo.

Una luz muy pequeña

Pero se recuperó con carácter y clase. Le cambió a Carlos jugándole a las esquinas y hasta subiendo a la red. Trataba de hacer algo diferente para no morir Carreño y lo conseguía. El empate a dos pareció ser un pequeño punto de inflexión. Alcaraz miró a 'El Mosquito' como pidiéndole una impresión de lo que acababa de suceder. Y lo que acaba de suceder era que Carreño había encontrado una pequeña luz por donde continuar.

Carlos Alcaraz celebra un puntoAFP

Llegar a una dejada perfecta de Alcaraz desde la otra esquina y ponerla en paralelo a la cruceta de la línea de fondo fue una jugada preciosa y diferente de Pablo, que era lo que quería. Se acercaba un poco anímicamente Pablo, pero lo frenó Alcaraz en el quinto. Tenía claro Carreño su plan, hasta que se lo echó por tierra un globo de Alcaraz que no pudo devolver. No podía conceder Pablo ni un solo resquicio porque Carlos lo veía.

Era el límite de Carreño y la explosión de Alcaraz, que en el sexto juego volvió a romper el saque de Pablo

Era el límite de Carreño y la explosión de Alcaraz, que en el sexto juego volvió a romper el saque de Pablo para colocarse 4 a 2. Era el anuncio de su segundo ATP 500. Al heroísmo de Carreño, que lo tenía, respondía Carlos con categoría de jugador definitivo. Hacía cuatro horas que acababa de ganar su semifinal después de otras casi cuatro horas de juego y apenas iba a emplear una más para conquistar Barcelona.