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Nadal se duele del pie durante su partido en Roma contra ShapovalovAFP

El pie de Nadal mece la cuna de Roland Garros

Tras su derrota en Roma ante Shapovalov por sus problemas en el metatarso, luego de un inicio de partido demoledor, la respuesta de su lesión crónica es la mayor incógnita de todo París

Nadal llegó el miércoles a Roland Garros y se puso a entrenar con una sonrisa. Ni rastro aparente de los terribles dolores, a juzgar por los gestos y la caída en picado en su hasta entonces juego demoledor durante el partido que acabó perdiendo en Roma ante Shapovalov.

El ruso no llegó lejos, «solo» una ronda más, la de cuartos, donde perdió con Casper Ruud. Después en Ginebra cayó en octavos contra Ivashka, lo cual indica que su momento no era tan especial (sin restarle el mérito justo) como para pensar en una victoria ante Nadal de no mediar el dolor incapacitante del hasta entonces vigente campeón.

Sin dolor es el favorito

El juego del español fue durante el primer set una demostración, casi en plenitud, de su intacto poder terráqueo. De eso se lamentaba tras la pérdida: «Lo peor es que mi nivel de tenis es muy alto». Y era cierto. Sin dolor Nadal es el favorito incluso en la primera temporada que llega al bosque de Bolonia sin títulos ni partidos.

Da la impresión de que ya ni siquiera los necesita. Pero esto sí que no es cierto. Ya se vio su urgencia competitiva en el Foro Itálico ante Isner y hasta el último momento en los octavos. Seguro que esperando a que remitiera el ataque del pie para poder volver esa misma tarde y seguir sumando horas de pista.

Es el dolor de Nadal la incógnita más grande del universo del tenis

A pesar de todo, jamás dudó, ni siquiera minutos después de aquellas imágenes que se asemejaban a una tragedia, de su participación en la gran cita francesa. Como él mismo dice no está lesionado, sino que convive con una lesión. Con un dolor, más bien. Es el dolor de Nadal la incógnita más grande del universo del tenis porque de él depende buena parte de su futuro inmediato y más allá, el de él y el del tenis.

Su impresionante triunfo en Australia le señaló un nuevo camino más allá de la preparación. La experiencia como sustituta. Nadal está en el mismo camino que Indiana Jones en la Última Cruzada: buscando superar y descifrar todas esas pruebas de Dios. En Melbourne echó tierra sobre el abismo y apareció un paso para cruzarlo.

Rafael Nadal celebra su triunfo en Australia el pasado eneroGTRES

Con esa arma, más diecisiete años desde su primer triunfo, con trece títulos y los entrenamientos que le queden y que va a apurar hasta el inicio de la competición, se presenta el mejor jugador de la historia sobre la superficie con el acecho del de siempre, de su sombra y principal amenaza histórica, Djokovic, después de las lesiones que le han hecho perderse el equivalente a cuatro temporadas completas.

El serbio sigue ahí. No solo sigue, sino que es el actual campeón en París (venció a Nadal en la semifinal el año pasado) y en Roma, y además no está solo. No están solos. Un nuevo obstáculo en el camino de Francia ha surgido en el tiempo implacable. Es Alcaraz, que ha ganado en Madrid y en Barcelona, renunciando a Roma para llegar a punto a su primer Roland Garros como favorito.

Lo primero es el pie

Los tres Masters 1000 de la tierra se han repartido este año entre el murciano, el serbio y Tsitsipas, que ganó por segunda vez consecutiva en Montecarlo. Un tercero en discordia (al que podría sumarse Zverev, finalista en Madrid y semifinalista en Roma) entre los favoritos donde sigue prevaleciendo Nadal a pesar de todo. Un todo donde lo primero es ese pie: el pie que mece la cuna de Roland Garros.