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Rafael Nadal celebra un punto contra Auger-AliassimeAFP

Nadal contra Djokovic tras el susto de Auger-Aliassime

El español se medirá al número uno del mundo tras un partido en el que comenzó perdiendo y deja la puerta abierta a su posible retirada del tenis

Estaba sombría la Philippe Chatrier para Nadal. El gris parisino, como la noche, nunca fue lo preferido para el mallorquín. El escenario de sus mejores días bajo un sol y una temperatura veraniegas y el bote diabólico. El ambiente confirmó un set extraño para él, con una lista larga de errores no forzados y seis bolas de rotura perdidas frente a las dos de tres que convirtió Auger-Aliassime.

El saque del canadiense y pupilo de su tío, del de Nadal, un hecho curioso, era un arma insalvable para el español, al que no le corría la pelota, como gripada (con gripe) por el frío. El gesto de Nadal, de todos modos, no era de enfermo. Tenía que esperar y esperó. El canadiense siguió con su desempeño sobresaliente, mientras Rafael intentaba alargar su pelota.

Trabajo y orden

Era un acercamiento mínimo, casi invisible, que se hizo luz en el octavo juego para el 5 a 3 y luego para el 6 a 3. Ya era otro Nadal con sol en la pista y en la cabeza. La derecha había arrancado y con ella y el susto del joven talento de Montreal el tercer set, que se fue hasta el 5 a 2 casi por arte de magia. Pero no era magia. Era el trabajo y el orden, la colocación de las cosas en su sitio que Felix seguía tratando de desordenar.

Pero el español volaba ahora (en una volea lo hizo de verdad) a por el tercer set. El saque directo y la prisa. Esa prisa aceleradora. La prisa por la forma, por el marcador, por la cumbre de su juego que continuó al inicio del tercer set. La presión física y mental sobre el rival herido de golpeo poderoso, como si lo conectara en el mismísimo centro de las cuerdas, lo cual le sirvió para no irse del partido a las primeras de cambio del que podía ser el último set.

En la falla se edificaba el canadiense redivivo, como su saque y su derecha

Dominaba Nadal o eso parecía porque Auger-Aliassime volvió a entrar en el partido con las sombras. Dos bolas de rotura en el segundo juego eran la muestra, más aún el juego hacia adelante. Lo consiguió el canadiense y se puso 2 a 0. La velocidad había vuelto para él. Le jugaba con bolas altas, la horma del zapato de Nadal, a quien sorprendía con una dejada. Al resto volvía Nadal de un 30 a 0 en el intento de no ver un 3 en el marcador contrario.

Y no lo permitió a pesar de las dos pelotas de las pelotas de las que dispuso su rival. Nadal jugó largo y alto, moviéndose, deslizándose y su rival la envió fuera por dos veces. Lo celebraba el mallorquín como lo que era: la recuperación, la salud en el set que no confirmó contra toda impresión.

Rafael Nadal celebra un puntoAFP

En la falla se edificaba el canadiense redivivo, como su saque y su derecha, lento en sus ademanes, tranquilo frente al ímpetu del español. El 4 a 1 era la prueba. Y el 5 a 2. Asentado Felix a saquetazos y derechazos, la respuesta de Nadal llegaba con demasiada ventaja por delante hasta el séptimo juego y una remontada de un 40 a 0. Devolviendo largo y alto para matar después. Pero no fue suficiente.

Conquistar el tercer juego fue para Nadal un ejercicio de temple y voluntad admirable al borde del acantilado y con una montaña por delante que le cayó encima al juego siguiente con el empate a dos sets. La tensión se la echó encima el español, forzándose, exprimiéndose. El saque de su rival seguía sosteniéndole, pero era terrible la determinación del español, que con su segundo pasante de revés lograba una bola de rotura que sin embargo dejó atrás el canadiense.

Partículas gelatinosas

No se dejaba Nadal explotando la pelota. La clave era conectar el resto, la única posibilidad de superar ese servicio. En el suyo se hizo fuerte dejándose la vida y la inteligencia. Poniendo a funcionar todos los recuerdos de sus 108 partidos (solo había perdido 3) en la tierra francesa. Pero la serenidad y la suficiencia de Felix eran avasalladoras. Juego en blanco para el 2 a 2 y el saque y la derecha, todo en realidad, funcionándole de maravilla.

Felix Auger-Aliassime golpea de derechaAFP

El quinto juego lo celebró Nadal con la adrenalina en el aire casi como partículas gelatinosas. No daba opción de respuesta al servicio el canadiense. Era en ese resto donde estaba el partido, en el de Nadal. Y en el servicio magnífico de Auger-Aliassime que ponía el 3 a 3. En blanco devolvía Nadal sin contemplaciones, tirando recto y a toda velocidad. En el octavo se tiró Nadal al resto, a por ese resto preciso que necesitaba.

Lanzaba el brazo Nadal como una maza del medievo

Acortó distancias con el 15 a 30, pero el siguiente pasante bombeado de Nadal cayó para el 15 a 40. La salvó Felix con un primer saque, pero a la siguiente no pudo. Rompió en el momento justo el español llegando al cortado y metiendo un paralelo que dejó a su rival atrás e impotente. Había que confirmar de nuevo. Esta vez para ganar.

Lanzaba el brazo Nadal como una maza del medievo. 30 a 15 y luego el paralelo de infarto, en la cuerda floja, para tener dos bolas de partido que convirtió a la primera con la que ya empezaba a mirar a Djokovic.

Djokovic en cuartos de final

18 a 8 en tierra y 8 a 2 en Roland Garros es el balance positivo del español sobre el serbio, que tiene en contra que el último triunfo fue para Djokovic en semifinales de París el año pasado. Tampoco llega Nadal en el pico de su forma tras la lesión en la costilla, la falta de partidos casi inédita en su carrera y ningún título en la superficie antes de llegar a su torneo predilecto. Novak llega como el campeón en Roma y ha jugado tres partidos perfectos, dominadores, tremendos, casi igual que Nadal hasta que llegó Auger-Aliassime y le llevó al quinto set.

Quién sabe si para mal, por el cansancio, o para bien, por la rodadura que, sin embargo, llega corta de tiempo para enfrentarse el martes, una vez más (58 partidos les contemplan, 30 a 28 para el serbio), al mayor reto de su carrera.

Un inesperado mensaje

Nadal y Djokovic se medirán en cuartos de final y todavía está por decidir el horario. El serbio quiere jugar en el turno de noche y Nadal prefiere el de día. En la argumentación del español incluyo un mensaje que ha desatado todo tipo de rumores.

Nadal aseguró que «el partido con Djokovic puede ser mi último partido aquí» y reconoce que no sabe qué pasará con su carrera debido al «proceso complicado con mi pie». Declaraciones que abren la puerta a la posible retirada de uno de los mejores deportistas españoles de todos los tiempos.