Alejandro Davidovich, el tenista «muy español» de padres rusos que lidera a España en la Copa Davis
El malagueño se consolida como una buena alternativa a Carlos Alcaraz y abandera a España en la Copa Davis que arranca este miércoles
Nadal podría reaparecer antes de que acabe la temporada: la Copa Davis, un escenario ideal
Hasta hace no mucho, Alejandro Davidovich Fokina (Málaga, 1999) era todo un desconocido en el mundo del tenis, pero el malagueño se está convirtiendo en la segunda gran perla del tenis nacional para los próximos años. El líder de esta nueva generación es, evidentemente, Carlos Alcaraz, pero el tenista del Rincón de la Victoria tiene muchísima calidad y no se le debería descartar en los grandes torneos.
La historia de Foki, tal y como se le conoce en el gremio tenístico, es curiosa. El malagueño es hijo de padres rusos, pero vivió toda su vida en la Costa del Sol. El tenista se hizo famoso en España gracias a su triunfo en Wimbledon (modalidad junior) en 2017 ante el argentino Axel Geller. En aquél momento no dudó en decir que se siente «muy español», algo que ha repetido en varias ocasiones: siempre quiso jugar con España, aunque Rusia le tentara en algún momento.
En sus inicios como profesional, a Alejandro Davidovich le pasó factura el aspecto mental, algo fundamental en un deporte tan solitario como es el tenis. Al malagueño le costaba mucho centrarse y se iba de los partidos en los momentos determinantes. Y eso es lo que diferencia a los grandes tenistas de los de la clase media.
Davidovich se dio cuenta de que no le iba bien y decidió contratar a Jorge Aguirre, mucho más que un entrenador para el malagueño, que necesitaba estabilidad y tranquilidad para seguir progresando en su tenis.
Para tratar de mejorar en el aspecto mental, Davidovich se fijó en su amigo Novak Djokovic, uno de los mejores tenistas en lo que a mentalidad se refiere. La figura del tenista de Belgrado ha sido muy importante para el malagueño y es muy habitual verles entrenar juntos en Marbella.
La temporada 2023 está siendo fantástica para Davidovich. Los resultados están llegando y ya ha sido capaz de eliminar de torneos a los mejores. A esa buena temporada le ha llegado ahora un premio: la Copa Davis.
Este miércoles España arranca lo que viene a ser la Fase de Grupos de este mítico torneo de tenis. Se juega en Valencia y realmente viene a ser una ronda previa que da acceso a la gran final que se jugará en noviembre en Málaga. Es el formato que inventó Piqué, a pesar de que el exfutbolista pegó la espantada y ya no está en la organización de la Copa Davis.
Con la ausencia de Alcaraz, David Ferrer, que estrena la capitanía del equipo español, da galones a Davidovich, que ejerce de número uno de España y tiene así la oportunidad de estrenarse como jugador de individuales en la Davis. «Es una ilusión que tengo desde pequeño», dice el malagueño, que sueña con poder estar en la fase final que se disputa en su tierra.
En un grupo con República Checa, Corea del Sur y Serbia, Davidovich puede que se enfrente a Djokovic (que viene de ganar el US Open) en el gran duelo entre las dos favoritas del grupo –España y Serbia–, las dos selecciones que deberían conseguir los dos billetes de este grupo. Sería además el premio total al progreso de este tenista, que solo tiene 24 años.
El tenis español tiene futuro
El tenis español estaba, hasta hace no mucho, en horas bajas. Los Rafa Nadal, Pablo Carreño, Roberto Bautista y Feliciano López ya no son tan jóvenes y para mantener el buen nivel de estos últimos años hacía falta sangre fresca. Y esa frescura la están dando jugadores como Carlos Alcaraz, Bernabé Zapata y el propio Davidovich.
Alcaraz, cansado del US Open y la temporada tan exigente, se cayó a última hora de la Davis, pero sí está Zapata, y los veteranos Marcel Granollers, Albert Ramos y Roberto Bautista.
Pero por detrás también vienen pisando fuerte. Y ese es el caso de Martín Landaluce y Pablo Llamas, dos jóvenes que pueden dar muchas alegrías a corto-largo plazo porque todavía son proyectos a los que les falta mucho camino por recorrer.