Andrey Rublev resiste como un guerrero y remonta a lo grande para coronarse en la Caja Mágica
Remontada espectacular del ruso para llevarse su segundo título de Masters 1000 y volver a dejarle claro a Auger-Aliassime que las finales no son lo suyo (4-6, 7-5 y 7-5, en 2 h 48 m)
El tenista que juega para los niños y no apoya la guerra
Venía de una racha de resultados nefasta, había dejado claro que la altura de Madrid no le beneficia para su juego plano. Pero todo eso le ha dado igual al tenista de Moscú. Andrey Rublev se marcó una remontada al más estilo Real Madrid o nunca dejó de creer, como reza el lema del Atlético de Madrid, como quieran llamarlo y este domingo se alzó en la capital española con su segundo título de Masters 1000. Queda claro que la tierra batida es su jardín, ya que también ganó en Montecarlo el año pasado. 4-6, 7-5 y 7-5, en 2h y 48 minutos de puro tenis. Qué bestialidad.
Si uno hubiera apostado por una hipotética final del Mutua Madrid Open nunca se hubiera imaginado ver un partido por el título entre el ruso Andrey Rublev y al canadiense Felix Auger-Aliassime. La final soñada por el público madrileño hubiera sido un Jannik Sinner contra Carlos Alcaraz. Pero el destino deparó este duelo tan inesperado, más propio de un ATP 500, pero a la vez tan entretenido de ver.
Siempre que uno disputa una final, lo normal es estar nervioso, tenso y, hablando de un modo más informal, como un flan. Y eso fue lo que le sucedió al de Moscú. Dos dobles faltas nada más empezar, golpe ganador de Aliassime y primer break. Ni en sus mejores sueños se hubiera imaginado el canadiense empezar tan bien una final de un Masters 1000, la primera de su carrera. Increíble, pero cierto. El de Montreal salió muy sereno al encuentro y le dejó claro al moscovita que no se iba a andar con tonterías.
2-0 de inicio. El canadiense no estaba dejando hacer su juego a Rublev y estaba jugando a su antojo, como si se tratara de un director de orquesta. Aquí mando yo le dijo de manera indirecta al cabeza de serie número 8 del torneo. Auger-Aliassime estuvo a nada de irse 3-0 en el marcador. Sin embargo, el ruso reaccionó bien y evitó el doble quiebre. Rublev respiraba tranquilo.
El jugador nacido en Canadá estaba muy firme y sólido con su servicio y la única forma de que Rublev metiera algo de presión a Aliassime era a través de sus errores. El problema es que los fallos los estaba cometiendo Andrey, que no estaba nada inspirado. 4-1 para el de Montreal en tan solo 19 minutos. Paseo sin oposición y exhibición de tenis por su parte. El ruso estaba irreconocible.
Lo que es el tenis. Cuando parecía que Rublev se había ido del primer set, el ruso se puso un pelín más serio, dejó atrás ese tramo más dubitativo y consiguió volver a meterse en el partido gracias a la desconexión del canadiense. Break y posterior confirmación. 4-3. El octavo juego del primer set era fundamental. Buena parte de las aspiraciones de ambos pasaba por ganarlo y, a la hora de la verdad, Aliassime demostró más personalidad. La diferencia seguía siendo de un quiebre. El primer parcial estaba en la mano del canadiense. Perderlo dependía única y exclusivamente de él.
Sufrió más de la cuenta Auger-Aliassime para cerrar el primer parcial. Rublev buscó el break hasta el final. Se quedó cerca. Sin embargo, el canadiense supo aguantar y consiguió cerrar la primera manga. 6-4 y gran ovación del público presente en la Santana. El de Montreal estaba a tan solo un set de ganar su primer Masters 1000 en un lugar que le hace especial ilusión como es la Caja Mágica, estadio en el que consiguió ganar la Copa Davis y la Júnior con su país.
Segundo set
Conforme avanzó la final se supo, según apuntaron algunas informaciones, que Andrey Rublev estaba jugando el partido con fiebre. El ruso no estaba con su chispa habitual, pero sí se le veían buenos golpes de vez en cuando, como los que dejó para ganar el primer juego del segundo set.
Estaba siendo una final tediosa de ver. Aliassime estaba jugando de maravilla. Sólo había que ver la limpieza de sus golpes. Lo único que le fallaba era el revés, un golpe con el que se puede ganar mucho terreno. Rublev seguía con ciertas esperanzas de poder romperle el saque al canadiense y así poder llevar la final al tercer y definitivo set. Pero nada. El canadiense estaba muy firme con el saque y empezó a demostrar que también se le daba bien la volea.
Con 3-2 en el marcador a favor del moscovita, Aliassime volvió a tener algunas dudas. Dejó un par de voleas en la red y Rublev creyó en sus posibilidades. Lo que pasa es que si tu rival mide 1,94 y saca de media a 210 km/h poco o nada se puede hacer. Y ahí fue cuando Rublev se desesperó por primera vez en la final. Amenaza de desconexión total. Sin embargo, el ruso mantuvo la calma en su turno de saque y se benefició de los errores de Aliassime al resto.
Se llegó al tramo decisivo del segundo parcial. No había breaks, pero normalmente el séptimo juego suele definir el devenir del encuentro. El marcador era favorable para Rublev (4-3). ¿El inconveniente? El canadiense, número 35 de la ATP, se estaba mostrando inabordable con el saque. Nada nuevo. Mientras tanto, Rublev hacía lo mismo. Olía a tie-break desde el río Manzanares.
Los juegos pasaban volando. Ni Aliassime ni Rublev estaban finos con el resto y así era realmente complicado poder buscar opciones de rotura, que en este caso son la medicina de cualquier tenista para intentar ganar partidos o, en el mejor de los casos, finales. No obstante, el reloj marcaba una hora y 41 minutos de partido cuando Rublev, en el undécimo juego del segundo set, aprovechó la única flaqueza de Aliassime al saque y consiguió nivelar la balanza y llevar el encuentro a la tercera, y definitiva, manga. Se le aparecían los fantasmas de Róterdam al jugador de Montreal. En ese torneo, en febrero de este año, el canadiense perdió la final en el tercer set después de desaprovechar dos pelotas de campeonato.
Tercer set
El 7-5 del segundo set le vino que ni pintado a Rublev. Le llenó de confianza y se llevó el primer juego del tercer parcial con la misma facilidad con la que los ganaba en el segundo. Y afrontó el turno de servicio de Aliassime con un punto extra de chispa. El canadiense daba la impresión de que se había desconectado del encuentro y Rublev se quedó cerca de poner tierra de por medio con ese 2-0. Pero nada. El canadiense levantó tres bolas de break y puso el 1-1. Ya lo había anticipado el ruso, iba a ser una final de lo más táctica y con pocas concesiones. Y las cosas como son. El de Moscú parecía que había cogido la bola de cristal porque clavó su apuesta.
Rublev consiguió el 2-1 y tuvo dos bolas de break con 15-40 para poner el 3-1. Pero ¿adivinen qué sucedió? Cuatro saques increíbles del canadiense y a otra cosa. El ruso se las volvió a tener tiesas con su banquillo e hizo aspavientos para encontrar algún tipo de explicación que no llegaba.
Daba igual que hiciera eso porque el rol del partido iba a ser exactamente el mismo. Alguna pequeña amenaza al resto de Aliassime, saques directos del canadiense y a seguir. Rublev no le dejaba ni las migas al tenista nacido en Montreal. La emoción estaba con el saque de Felix. El público se venía arriba con cualquier intento, aunque fuera ligero, de break del pupilo de Fernando Vicente.
Estaba siendo un partido durísimo. Con 4-4 en el tercer parcial el reloj indicaba que ya se habían jugado dos horas y 33 minutos. Le tocaba a Rublev lidiar con la presión del marcador. Aliassime ilusionó a los aficionados con un drive descomunal para poner el 15-15. Parecía que iba a poder romperle, por fin, el saque al moscovita. Mismo resultado. Duelo de palazos y a ver quién era el primero en fallar. Y fue Aliassime. Nada nuevo.
La patata caliente estaba en el lado canadiense. Juego fundamental para saber si iba a ser capaz de evitar la derrota. Rublev golpeó primero; Aliassime respondió; dejada infructuosa del canadiense y 15-30; derecha a la línea del número 35 de la ATP y 30-30; resto errado de Rublev y dos puntos de Felix para cerrar el juego. 5-5. Rublev ganó el 6-5 y al igual que en el segundo set rotura de servicio definitiva. El moscovita se coronó en Madrid, lo celebró a lo Rafa Nadal y se tiró al suelo. El ruso ganó gracias a una doble falta del canadiense. 7-5.