Fundado en 1910

Lorenzo Bernaldo de Quirós es presidente de la consultora Freemarket Corporate Intelligence

Diez economistas examinan España (VII)

Lorenzo Bernaldo de Quirós: «Con una política adecuada, España dispararía su crecimiento»

Lamenta que todos los gobiernos socialistas hayan abandonado el poder dejando el país en una situación económica precaria, y que la política económica de Sánchez sea «incompatible con la realidad»

Lorenzo Bernaldo de Quirós es presidente de la consultora Freemarket Corporate Intelligence, especializada en estrategia y operaciones, y académico del CATO Institute. Es colaborador habitual en medios de comunicación y autor de varios libros, entre ellos el titulado Por una derecha liberal (2015).

–¿Cuál es la mayor virtud de la economía española?

–Su capacidad de crecer y generar empleo cuando las condiciones macro y microeconómicas son las adecuadas. Siempre que España ha tenido disciplina fiscal y monetaria, ha introducido libertad en los mercados, ha mantenido un marco de seguridad jurídica y ha reducido su fiscalidad, la economía ha crecido de manera sustancial y equilibrada y ha creado puestos de trabajo. Esa estrategia nunca ha tenido continuidad, lo que ha frenado el ritmo de convergencia real de España con los países de su entorno. El diferencial del PIB per cápita español con el de las economías de su tamaño en la UE sigue siendo el mismo de 1986 y países como Malta, Estonia o la República Checa han superado a España. Es una pena porque, con una política adecuada, la Vieja Piel de Toro dispararía su crecimiento.

–¿Cuál es su mayor pecado?

–La crónica indisciplina presupuestaria, salvo en contados períodos de la historia de la democracia; la existencia de unos mercados muy rígidos que le impiden adaptarse con rapidez a las fluctuaciones económicas y lastran el incremento de la productividad; la presencia de un sistema impositivo que reduce los incentivos de los individuos y de las empresas a trabajar, ahorrar e invertir; un Estado del Bienestar insostenible a largo plazo dada la evolución demográfica del país; un sistema de financiación autonómica que estimula la irresponsabilidad financiera de las Comunidades Autónomas; la creciente erosión de los derechos de propiedad y de la seguridad jurídica; un sistema educativo que produce un capital humano de muy baja calidad… Los ejemplos podrían extenderse más, pero no parece necesario.

–¿Qué hicieron bien y mal en economía Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez?

–Aznar aplicó una política de reducción simultánea del gasto público y de los impuestos que hizo descender el binomio déficit-deuda e impulsó el crecimiento, inició la liberalización de mercados que estaban cerrados a la competencia, puso en marcha un ambicioso programa de privatizaciones… Zapatero interrumpió la trayectoria reformista del gobierno anterior y no avanzó en el proceso de consolidación fiscal, lo que agudizó el impacto de la crisis financiera internacional sobre la economía española. Rajoy evitó la quiebra de la economía nacional, pero no aprovechó su mayoría absoluta para introducir cambios sustanciales en el modelo socio-económico, y Sánchez, en mi opinión, ejecuta una política económica que es incompatible con la realidad y con las necesidades de España a corto, medio y largo plazo. Todos los gobiernos socialistas han abandonado el poder dejando a la economía española en una situación precaria.

–¿Tiene arreglo lo del recibo de la luz o todas las soluciones que se indican pecan de populismo?

–La brutal escalada de los precios de la electricidad tiene factores estructurales que se traducen en un precio de la energía eléctrica superior al existente en los países de la UE-OCDE y factores coyunturales. Entre los primeros se encuentra la repercusión en el recibo de la luz de costes que no tienen nada que ver con los que cuesta producirla, así como el encarecimiento de los derechos de emisión de CO2; entre los segundos, la elevación de los precios del gas derivados de un aumento de la demanda superior al de la oferta. A ello se une a medio-largo plazo un proceso de transición energética, de sustitución de la energía procedente de los combustibles fósiles por renovables, que no asegura un suministro seguro y barato de electricidad. Las medidas que se proponen hasta ahora no resuelven el problema. España precisa más hidráulica, más nuclear; un mix de generación que no puede a día de hoy reposar en exclusiva o de manera casi exclusiva sobre las renovables. El abastecimiento energético de un país no puede depender de que sople el viento o haga sol cuya energía, además, no es almacenable.

–¿Por qué, década tras década, España tiene tan anómala tasa de paro, que no se corresponde con lo que se ve en las calles?

–España tiene una alta tasa de paro porque su mercado de trabajo es uno de los más rígidos de la OCDE y de la UE. La reforma de 2012 implantada por el Gabinete Rajoy se quedó corta, pero ahora asistimos a una contrarreforma laboral que nos retrotrae a un modelo de mercado de trabajo que fue una máquina de destruir empleo. Si los salarios no se ajustan a la evolución de la productividad; si los costes del despido siguen siendo los más altos del mundo desarrollado, si las cotizaciones a la Seguridad Social también, si las condiciones laborales se negocian en niveles superiores al de la empresa, si no se reforma un sistema de protección al desempleo que desincentiva la búsqueda de empleo; si el SMI sigue creciendo, etc., España está condenada a tener tasas de paro alta en los auges y a que ésta se dispare en las recesiones.

–¿Quién es el economista español que más admira y por qué?

–Hay muchos economistas españoles excelentes con independencia de sus planteamientos políticos o ideológicos. A quien profeso mayor admiración es al Profesor D. Pedro Schwartz. Durante muchos años y en un contexto bastante hostil, por no decir muy hostil, mantuvo levantada la bandera del capitalismo competitivo. Tanto en el plano teórico como en el divulgativo ha realizado una contribución para mí impagable a la defensa la libertad económica en España como fundamento de una economía próspera capaz de producir niveles crecientes de bienestar para todos. Además, ha sido maestro de una generación de economistas españoles que ha tenido trayectorias profesionales muy brillantes dentro y fuera del país.

–¿Cuándo estima que España empezará a dejar atrás con fuerza las heridas del covid?

–En estos momentos la economía española tiene un «efecto champán». Después de la brutal contracción del PIB en 2020, el rebote era inevitable, pero esto no es garantía de un crecimiento estable y sostenido del PIB más allá de 2022. En España no se dan las condiciones macroeconómicas (un déficit y una deuda pública muy abultadas) y microeconómicas (mercados de bienes, servicios y laboral muy rígidos) que permitan crecer a ritmos elevados más allá de un breve espacio temporal. Y en el horizonte no se adivina ningún plan a medio plazo de estabilización fiscal ni de las reformas estructurales que precisa España. Estamos en una fuga hacia adelante que antes o después terminará.

–La inflación ha vuelto, ¿debemos asustarnos?

–No existe en la historia económica ningún país en el que el mantenimiento de una política monetaria muy expansiva y de una fiscal financiada a través de la máquina de imprimir billetes de los bancos centrales no se haya traducido no sólo en un incremento de la inflación, sino un bajo crecimiento del PIB. Por eso considero que el alza del nivel general de precios no es un fenómeno pasajero: es la consecuencia de una laxitud macroeconómica que se ha prolongado excesivamente en el tiempo. En términos comparados podemos estar en los umbrales de un escenario de estanflación al estilo del registrado a mediados-finales de los años 70 del siglo pasado con un agravante: la presencia de niveles de deuda pública muy superiores a los de aquel entonces.

–¿Somos buenos trabajadores los españoles?

–Como en todas partes, los hay excelentes, buenos, regulares, malos y muy malos. Las personas responden a incentivos, y si estos fomentan el talento y el esfuerzo, los resultados serán positivos. Si, por el contrario, el marco de instituciones económicas vigente resta incentivos al trabajo, la gente tenderá a buscar y obtener sus fuentes de renta en otros lugares; es decir, en el Estado. Si los ingresos por trabajar se acercan a los que se obtienen sin hacerlo, el comportamiento racional aconseja seguir el segundo camino. Este es uno de los problemas de fondo de la economía y de la sociedad española.

–¿Qué opina de que una vicepresidenta del Gobierno de España use el adjetivo «beneficios groseros» para referirse a los beneficios empresariales?

–Los beneficios de hoy son las inversiones de mañana y los puestos de trabajo de pasado mañana. Hablar de «beneficios groseros» es desconocer cómo funciona una economía de mercado, aún tan adulterada como la española, y es un juicio de valor desprovisto del mínimo rigor técnico y dotado de una combinación de ignorancia y de demagogia. La misión de las empresas es maximizar sus beneficios, y ese es el mejor indicador de que usan los recursos escasos puestos a su disposición de una manera eficiente. Por añadidura, los beneficios son la expresión de que las compañías satisfacen los deseos de quienes consumen sus bienes y servicios; una expresión de democracia económica. Cuanto más ganen las empresas en un mercado competitivo, mejor para todos.