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Distrito de Kangbashi, en la ciudad fantasma de Ordos al norte de China

Distrito de Kangbashi, en la ciudad fantasma de Ordos, al norte de ChinaAFP

Economía china

Ordos, la ciudad fantasma símbolo de la crisis inmobiliaria china

El mundo lleva décadas recelando del mercado inmobiliario chino. La falta de transparencia de Pekín y la poca fiabilidad en los datos que publica, unido a la caída de Evergrande y Fantasia, hacen temer lo peor. Años de errores que han dejado varios ejemplos de los excesos cometidos con el ladrillo, uno de ellos es la ciudad fantasma de Ordos

Quizá la caída de Evergrande, el enorme promotor chino, sea tan sólo uno de los muchos cadáveres que la burbuja inmobiliaria que lleva una década estallando China está dejando por el camino.

Detrás de la opacidad de la economía del gigante asiático se ocultan varios fantasmas. De vez en cuando, algo de luz se filtra sobre el velo levantado por el Gobierno chino. La suficiente como para que podamos intuir la realidad económica encerrada de puertas para adentro.

A casi 800 kilómetros de Pekín se encuentra una ciudad olvidada, una localidad fantasma, símbolo de la decadencia inmobiliaria del país. En pleno desierto de Ordos, situado en el norte de la provincia de Shaanxi, se dibuja un skyline imponente. Casi 87.000 metros cuadrados de edificios y rascacielos construidos hace 20 años.

Edificios completamente vacíos en Ordos, China

Edificios completamente vacíos en Ordos, ChinaAFP

En el año 2000, el Gobierno de Jiang Zemin exploraba el inmenso territorio del país en busca de reservas minerales. Ese mismo año, encontró en el desierto de Ordos una enorme cantidad de carbón llamada a ser explotada. Fue entonces cuando nació el proyecto: levantar una enorme ciudad para albergar a las familias de los trabajadores de las minas y fomentar la expansión demográfica de la población china. La meta era crear una urbe repleta de centros comerciales, oficinas, parques, viviendas con alquileres bajos y servicios que resultara lo suficientemente atractiva a los chinos como para mudarse hasta allí, a las puertas de la frontera con Mongolia.

El objetivo no era otro que el de inflar de manera artificial el PIB del país, generando un nuevo núcleo de población de más de un millón de personas. La ciudad terminó de levantarse en un tiempo récord, pero antes de su inauguración ya estaba condenada al fracaso.

El gobierno del país levantó museos y edificios, hoy vacíos

El gobierno del país levantó museos y edificios, hoy vacíosAFP

Un año más tarde, Estados Unidos entró en recesión. China todavía no había terminado de despegar y el avance de su PIB estaba muy por debajo del de otras economías, como la de Japón. La inestabilidad global llegó a Pekín, y una de sus consecuencias fue la caída a plomo del precio del carbón. El castillo de naipes del gobierno chino se vino abajo. Los edificios de viviendas nunca se ocuparon, nadie recorrió las grandes avenidas, ni los cláxones de los coches sonaron por sus calles.

En su lugar, un enorme esqueleto de farolas apagadas y rascacielos a medio construir que evidencian el abandono y el oscurantismo del gobierno del país, que asegura que la ciudad está poblada por 1.940.653 personas, cuando en realidad está vacía. Este es tan sólo uno de los lastres que la inestabilidad inmobiliaria china ha dejado por el camino.

A pesar de la limitada fiabilidad de los datos que ofrece el Gobierno, el precio de la vivienda en las 35 principales ciudades del país se encareció en tono al 225 % sólo entre los años 2000 y 2010. Una tendencia que cayó en seco en 2012, cuando los precios descendieron a tasas negativas, para volver a repuntan durante los siguientes dos años. Desde entonces, la fluctuación se adueñó del mercado inmobiliario, con constantes subidas y bajadas, tasas récord y caídas históricas.

El dominó inmobiliario chino

La apuesta de los sucesivos presidentes chinos ha sido el ladrillo. De hecho, la dependencia del PIB del sector inmobiliario no ha dejado de crecer durante las últimas décadas. El mejor ejemplo es Evergrande. El gigante inmobiliario –el segundo más grande del país– supone un 2 % de todo el PIB de China. Su caída puede provocar un terremoto en la economía del país y, desde luego, puede generar un tsunami en un mercado inmobiliario abonado a la incertidumbre.

Sin embargo, Evergrande no ha sido la única del sector en caer. Fantasia Holdings se sumó a inicios del mes de octubre a la crisis del ladrillo. La firma inmobiliaria no pudo hacer frente a una deuda de 100 millones de dólares con los tenedores de bonos que vencía el pasado 28 de septiembre.

Evergrande evitó sobre la campana, el pasado viernes, el impago de los intereses de un paquete de bonos offshore, poco antes de que acabase su prórroga de 30 días para abonar los cerca de 45 millones de dólares que adeudaba a sus inversores.

La fecha límite para hacerlo era el pasado 29 de septiembre, pero las cláusulas del bono otorgaban a la compañía una prórroga de 30 días antes de que se considerase oficialmente que no había cumplido con sus obligaciones, lo que podría haber generado una situación de «insolvencia cruzada», es decir, que el impago con un solo acreedor, hubiera bastado para que otros pudieran reclamar la devolución de sus préstamos.

Las autoridades chinas, que han mantenido un perfil bajo durante las últimas semanas a la hora de abordar este asunto, ya han reclamado a las inmobiliarias que emitieron bonos en el exterior que les informen de su situación al respecto de esa deuda.

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