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La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz

La ministra de Trabajo, Yolanda DíazCarlos Luján-Europa Press

Análisis 

Razones por las que la nueva reforma laboral no es histórica

Pese a los intentos de Yolanda Díaz, la renovación en la ley es pura cosmética. Lo que se hace, sobre todo, es cambiar nombres. Pero revolución, poca

El primer paso para la puesta en marcha de la nueva legislación laboral en España pareció darse ayer con su aprobación en el Consejo de Ministros. Ahora está por ver si tras su publicación hoy en el Boletín Oficial del Estado el texto experimenta modificaciones al pasar por el Congreso, algo que debería hacer en un pleno extraordinario antes del próximo 27 de enero. Los partidos nacionalistas catalanes y vascos ya han dicho que no van a poner fácil su apoyo al no estar de acuerdo con la reforma. Su negativa es especialmente persistente en el caso de los vascos, que tienen en su tierra unos sindicatos con más fuerza que CCOO y UGT (ELA-STV y LAB), y no están dispuestos a dar su brazo a torcer en un acuerdo que sigue manteniendo los convenios regionales por debajo de los estatales.

La reforma de la reforma laboral no está claro que vaya a salir adelante, al menos en los términos en los que está escrita ahora mismo. Ni siquiera se ha cerrado hoy con la clásica foto entre la ministra y los agentes sociales. Hubiera sido lo propio si realmente se tratara de una reforma histórica, pero ya se ve que hay más de uno que no lo cree.

Como contábamos hace unos días en este artículo, la reforma es más bien cosmética. No corrige apenas la reforma laboral de 2012, si bien ayer se concretaron algunos detalles para reducir la temporalidad, su principal objetivo y la principal demanda de Europa. Ayer se dijo que se penalizará a las empresas que hagan contratos temporales de menos de treinta días. Hasta ahora había una lacra: las empresas que hacían contratos de lunes a viernes. En el sindicato USO llamaban a estos viernes los viernes negros. La nueva legislación desincentivará en mayor medida estos contratos cuanto más cortos sean: si el contrato es de 30 días, tendrá una cotización adicional de 26 euros a la Seguridad Social cuando se dé de baja; si es de 5 días, la cotización adicional será de 52 euros. La Inspección de Trabajo y Seguridad Social conocen perfectamente estos datos, y ahora se trata de ver si se deciden a actuar. 

No entra en cuestiones como el teletrabajo, los riders o los falsos autónomos, no aborda en profundidad el alto desempleo juvenil...

Será un modo de reducir la temporalidad, como en principio también lo será la petición del Gobierno a las empresas de adaptar en tres meses sus contratos temporales a la nueva legislación y en seis meses en el caso de contratos por obra y servicio. Con ello nuestro 24-26 % de temporalidad se irá reduciendo y pareciendo probablemente cada vez más al 12 % de media en Europa, pero las medidas para conseguirlo distan mucho de ser revolucionarias: el contrato de obra y servicio desaparece pero pasa a integrarse en el temporal estructural o a ser fijo discontinuo; el de formación cambia de nombre pero sigue siendo lo mismo. Lo que se hace, sobre todo, es cambiar nombres, pero revolución, poca.

Permanece la flexibilización de los ERTE, la obligación de los trabajadores de realizar tareas que no sean de su categoría profesional en caso de necesidad, la prevalencia del convenio empresarial sobre el sectorial en todo salvo en los salarios, el mismo coste de despido... La reforma no reduce los costes de contratación de las empresas, que en España son los más altos de Europa, ni trabas administrativas, no entra en cuestiones como el teletrabajo, los riders o los falsos autónomos, no aborda en profundidad el alto desempleo juvenil... 

Tiene tantas lagunas que no es de extrañar que no gusten a los partidos y sindicatos nacionalistas ni a asociaciones incluidas en la CEOE cono Anfac, principal asociación de fabricantes de automóviles, o Foment del Treball, patronal de empresarios catalanes. Eso sí: la reforma impulsará la formación para recualificar trabajadores, y ahí pueden sacar tajada sindicatos como CCOO y UGT y querrán sacarla también ELA-STV y LAB.

Para José Luis Fernández, veterano sindicalista de USO, las carencias de la reforma son consecuencia de «querer aprobar algo a toda velocidad, y eso provoca una gran inseguridad jurídica». Habrá que ver si Yolanda Díaz consigue salirse con la suya o le ocurre lo que a Alberto Ruiz-Gallardón, que no lo consiguió con su ley estrella como ministro y en su caso optó por irse. 

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