La semana económica
Por qué el 2022 será malo en lo económico, y el 2023 puede ser desastroso
La subida de precios durará más de lo esperado, y las medidas tomadas por el Gobierno aumentan su efecto dañino sobre la economía
En España hay algunos economistas que llevan desde hace tiempo alertando de los problemas que puede traernos una inflación alta. Uno de ellos es Lorenzo Bernaldo de Quirós: «Tras diez años de política monetaria absolutamente laxa –tipos de interés al 0 % o inyecciones de dinero por parte de los bancos centrales–, estaba claro que antes o después iba a afectar al nivel general de los precios». Y ese momento ha llegado. La energía se dispara, los alimentos también, y parece que el fenómeno no ha hecho más que empezar. Por ese motivo Bernaldo de Quirós pide una reacción rápida al Banco Central Europeo, aunque admite que es pesimista.
La inflación no ha sido hasta ahora un gran problema por varios motivos: la globalización ha presionado los precios hacia abajo debido a la competencia de productos de países emergentes como China; la tecnología ha disparado la productividad; los bancos apostaron por incrementar sus reservas en lugar del crédito tras la crisis financiera de 2008. «Ahora esos tres factores están fuera, y hay que sumarle la subida de los precios de la energía. La situación es muy parecida a la de finales de los años 70. El aumento de los precios del petróleo se tradujo en un incremento de los demás precios, una subida en los costes de las familias y una estanflación (estancamiento económico coincidente con subida de precios y alto desempleo). Estamos clarísimamente ahí», sostiene Bernaldo de Quirós.
Estados Unidos y Europa
En los últimos años, Estados Unidos ha desplegado una política monetaria súper expansiva que ha disparado el gasto público y la inflación, que ha llegado al 7 %, su nivel máximo en cuarenta años. Por ese motivo van a subir los tipos de interés.
El Banco Central Europeo (BCE) ha estimado hasta ahora que la inflación es temporal. Creen que los precios de la energía empezarán a bajar en el segundo semestre del año. Por esa razón no hablan, aún, de subir tipos de interés ni de restricciones monetarias más allá que la reducción de compra de deuda pública que empezará en marzo.
Las señales, sin embargo, no son como para mantenerse tan tranquilo: «El agregado monetario está dando señales de presión inflacionaria. La M3 –indicador de la cantidad de dinero en circulación en una economía– lleva muchísimo tiempo creciendo por encima de los objetivos», explica Bernaldo de Quirós.
Los bancos han empezado a reducir reservas, hay mucho dinero en el mercado y todo indica a que los precios de la energía van a seguir creciendo: «Es muy dudoso que los precios de la energía vayan a bajar en el segundo semestre. Los productores no van a aumentar la oferta porque la UE ya ha dicho que tiene un plan de transición climática por el cual no va a haber combustibles fósiles en diez años. Las renovables no van a aumentar las inversiones y los productores de gas no van a producir más. Si no va a haber gas, ni petróleo, ni combustibles fósiles, los precios no van a bajar, porque van a dejar de comprarles». Intentarán ganar todo lo que puedan.
La torpeza del diseño de la transición energética se resume en que las renovables aún no pueden cubrir el 100 % de la demanda de una economía moderna. Como no se quiere recurrir a la nuclear, hay que acudir al gas, que está sometido a riesgos como el conflicto entre Rusia y Ucrania. Su recrudecimiento podría disparar aún más los precios.
El papel del Banco Central Europeo
Bernaldo de Quirós cree que el Banco Central Europeo debe reaccionar: «Está incumpliendo su mandato, que es mantener la estabilidad de los precios. El crecimiento de la inflación debería ser igual o inferior al 2 %, y estamos en el 6 %. Si no reacciona, se alimenta la expectativa de inflación, que está en una dinámica expansiva».
En España hay un problema añadido, y es que hay muchos factores indexados la inflación. Su relación con las pensiones y los sueldos de los funcionarios disparará el gasto público. Además, en el sector privado, los sindicatos ya han dicho que van a reclamar una subida de los sueldos ligada a la inflación.
La unión de todos estos factores lleva a pensar a Bernaldo de Quirós que el BCE tendrá que subir los tipos de interés a final del año 2022 o en 2023: «Si no lo hace, perderá credibilidad. La economía europea caerá en la estanflación. No veo a los alemanes y a los países del centro de Europa aguantando una inflación del 5-6 %. Ya hay una presión importante por parte de los frugales (Dinamarca, Suecia, Austria, Países Bajos y Finlandia)».
Una decisión difícil
Quirós piensa que el BCE está perdiendo el tiempo: «Una política monetaria tan laxa durante tanto tiempo no se sostiene. Les da pavor que se vengan abajo las empresas zombies (no rentables) mantenidas durante tanto tiempo con dinero de Europa. No quieren asumir la deuda y el cierre de las compañías, pero, o se hace ahora, o el problema será cada vez mayor».
Aunque el gas baje en el segundo semestre, los futuros están marcando precios tres-cuatro veces superiores a los que había antes de la crisis: «Seguro que no va a bajar a niveles de 2019», afirma Quirós.
Unos efectos preocupantes
El Banco Central Europeo comenzó tarde su política monetaria expansiva (en 2010), y la ha prolongado durante mucho tiempo. La elevada inflación que ha acabado llegando como consecuencia de ello repercute en subidas de gastos en pensiones y sueldos públicos que a su vez inciden en un déficit estructural que daña las cuentas públicas. En las empresas, el elevado coste de la energía penaliza su competitividad y la inversión. En las familias, la renta disponible disminuye y sufre especialmente la clase media-baja, que dedica la mayor parte de su presupuesto a un consumo básico, entre el que se encuentra la electricidad.
Como se ve, se produce un auténtico círculo vicioso, pero la problemática puede ir más allá. «Hay que estar atento a los efectos de segunda ronda», explica Bernaldo de Quirós. «Nunca en la historia de España se ha producido una situación en la que una subida de precios no haya ido aparejada de una exigencia de subidas salariales por parte de los sindicatos. Además, hay que tener en cuenta que la nueva reforma laboral da más poder a los sindicatos y elimina el poder de ajuste de las compañías», añade.
La subida de la inflación ha sido mayor en España que en la media de los países de la UE, y además se ha producido en un momento de desaceleración de la economía. Por estos motivos, Quirós concluye que es «inimaginable» que el PIB español vaya a subir un 7 % en 2022 como dice la ministra Nadia Calviño.
Este economista prevé un año «desastroso», en el que, más que caminar hacia la recuperación, perderemos auge. Además de por todos los motivos argumentados anteriormente, lo justifica también en razones como que nuestro perfil coyuntural ha cambiado: «Desde 1977, siempre que hubo una crisis, la recuperación española había sido superior a la europea. Esta vez no, y eso que la recuperación europea ha sido débil. Además, nunca nos había pasado que saliéramos de una crisis teniendo una productividad negativa». Estas son las razones que le hacen ser tan poco optimista.
¿Cómo salimos de esta?
La gran pregunta del millón es, lógicamente, cómo podemos salir de esta situación. «De la estanflación se sale reduciendo el déficit, el gasto, y no subiendo los impuestos; endureciendo la política monetaria, que es algo que está en manos del BCE, y realizando las reformas estructurales para ajustar la economía que no se han hecho. Irían en la línea de una flexibilidad que es inasumible para este Gobierno».
Por eso Quirós cree que el año 2022 va a ser «muy malo» y el año 2023 «desastroso».
En cuanto a los fondos europeos, para Quirós hay una evidencia empírica y técnica de que tendrían impacto si fueran ligados a las reformas estructurales que no se han producido: «El Gobierno calculó un efecto multiplicador de 1,2 euros sobre el crecimiento por cada euro gastado. El Banco de España lo rebajó a 0,5 euros. Para lograrlo tendrías que gastar todos los fondos. Nosotros hemos gastado el 58 % del dinero de Europa que disponíamos en los últimos siete años». Ni invertimos todo el dinero, ni lo hacemos de manera eficiente.
¿Podrían intervenirnos como ocurrió con Grecia? «No. Costaríamos mucho dinero. La intervención de Grecia costó 450.000 millones. Nosotros la superaríamos. No hay dinero para intervenir España. Somos demasiado grandes para caer. Creo que el Gobierno juega con eso, pero es un juego peligroso».
Un juego peligroso en el que lo pasaremos mal. Cuando el BCE deje de comprar deuda, nuestra prima de riesgo subirá. Devolver los préstamos saldrá cada vez más caro, y además los darán otros que no escatimarán en exigir la rentabilidad que quieran obtener. Por eso urge un cambio de política económica, aunque como bien dice Quirós, este Gobierno no lo hará, «salvo que le fuercen».