El ocaso de las empresas de Trump un año después de salir de la Casa Blanca
'Forbes' estimó en 2019 que la riqueza personal de Donald Trump era de 3.100 millones de dólares
En la página web de The Trump Organization no hay rastro del que fuera presidente de los Estados Unidos. En su lugar sus hijos, Eric Trump y Donald J. Trump Jr. miran sonrientes al infinito. Ambos –vicepresidentes ejecutivos– son la cara visible del imperio de su padre, asediado –de nuevo– por la Justicia que le acusa de inflar el valor de sus empresas.
La imagen de Dolnald Trump no cotiza al alza. La Fiscalía de Nueva York apunta al ex inquilino de la Casa Blanca como el responsable de una trama de maquillaje del valor de los activos que componen su holding para beneficiarse de ventajas crediticias y fiscales millonarias.
El imperio Trump –dedicado a la gestión inmobiliaria– cuenta con una amplia red de hoteles, casinos y campos de golf distribuidos por Estados Unidos, Europa y Asia, y él siempre ha sido el centro de sus negocios. De hecho, este fue uno de los pilares comunicativos que le llevaron al Despacho Oval en 2017: «El hombre hecho a sí mismo, sin complejos y que levantó desde cero un imperio milmillonario». Y así fue como comenzó a dirigir el país, como si se tratase de una empresa.
Cuatro años después, Trump está a punto de fracasar en aquello que mejor se le da. Según publica The New York Times, el magnate mintió incluso sobre el tamaño de su apartamento en la Torre Trump. Multiplicó por tres los metros cuadrados y añadió 200 millones de dólares al valor real de la vivienda. Aún se desconoce si detrás de esto se esconde la fanfarronería del personaje o una intención descarada de fraude fiscal al Estado que él mismo representó. Es esto lo que trata de averiguar la fiscal de Nueva York, Letitia James.
Desde su puesto- político- James investiga si Trump exageró el valor de sus activos para aparentar ante las entidades de crédito una salud financiera más saludable a la real, y acceder así a condiciones de préstamos más favorables a las que inicialmente le correspondían.
De avanzar la demanda, las finanzas del entramado empresarial de Trump podrían sufrir un importante impacto en forma de sanciones que provocaría un agujero en sus cuentas y un deterioro de su imagen de riesgo que podría minar su capacidad de acceso a financiación.
En 2019, Forbes valoró la fortuna del expresidente en 3.100 millones de dólares. De los tres pilares sobre los que se sostiene, solo uno de ellos ha mostrado un gran comportamiento. Sus resorts de golf, que se distribuyen por Nueva York, Nueva Jersey, Florida, Carolina del Norte, Columbia, Escocia, Irlanda, Dubai e Indonesia, le han reportado unos 753 millones de dólares entre 2017 y 2019. Este área se convirtió en su principal línea de negocio.
Por detrás, la gestión inmobiliaria, con su joya –la Torre Trump– a la cabeza. La administración de alquileres en las calles más cotizadas de Nueva York y otras ciudades bandera de Estados Unidos, le reportaron cerca de 461 millones de dólares durante sus dos primeros años en el Despacho Oval.
Mucho peor se han comportado sus hoteles de lujo. Esta división no ha dejado de perder dinero. De hecho, Donald Trump tuvo que vender a Hilton el ‘Trump International Hotel’ de Washington, su propiedad estrella, por casi 375 millones de dólares.
Elizabeth Christ Trump, abuela del expresidente, puso el germen del imperio que desarrolló –años más tarde– su hijo Fred Trump, padre del magnate neoyorkino. Elizabeth Christ (Kallstadt, 1880) fue la primera en poner sus ojos en la gestión inmobiliaria, una tradición familiar que continúa dos generaciones más tarde. Ahora, cien años más tarde, el sistema que ayudó a los Trump a prosperar y a su nieto a ser presidente, propicia su caída.