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Entrevista presidente de Ametic

Pedro Mier: «No vamos bien con los fondos europeos y vamos peor que los países de nuestro entorno»

Lamenta que la Administración quiere hacerlo todo, y ellos ya dijeron desde el primer día que ese sistema no iba a funcionar

Pedro Mier es el presidente de Ametic, la patronal representante de la industria tecnológica digital en España que forma parte de la CEOE. Entre sus representadas están más de 10.000 empresas de un sector clave para el futuro de nuestro país. Mier ocupa su cargo desde el año 2017, y ha sido empresario del sector del espacio durante más de treinta años. Bajo esta amplia perspectiva, nos comenta cómo ve a España en el terreno de la innovación y cuáles son nuestros principales retos como país. 

–¿Cómo estamos en innovación frente a otros países?

–Mejor de lo que algunos piensan, y peor de lo que debería ser. Si miramos las cifras, nuestra inversión en I+D+i está casi en el 1,40 % sobre el PIB. Si nos comparamos con la media de la Unión Europea, estamos por debajo: está en algo más del 2 % sobre el PIB. Nuestro objetivo mínimo debería ser llegar a la media. Si nos comparamos con los que van en cabeza (Corea del Sur, Singapur, Israel, Suiza...), nos quedamos muy por detrás. Están en torno al 4 % sobre el PIB.

–No ser innovador tiene consecuencias importantes: dependes más de otros países, los salarios son más bajos...

–Sin duda. La innovación va muy ligada a buenos salarios y buenas perspectivas laborales. Además, hay un aspecto muy importante: estamos en un momento en el que se compite por innovación; los países y las grandes compañías están acelerando. Nosotros tenemos que acelerar también. Eso supone un cambio de mentalidad. Cuando las familias entiendan que el futuro de sus posibilidades va muy ligado a que se invierta en innovación, las acciones de los gobiernos y empresas en este terreno tendrán que cambiar. 

–Corea del Sur quizá ha sido el ejemplo más llamativo.

–Es un país que a principios del siglo pasado estaba al nivel de desarrollo de Ghana. Era un país muy pobre. Ha habido una decisión potente de cambiar al país fomentando la innovación, y en estos momentos su PIB per cápita está por encima del de España. Es un ejemplo del efecto tan importante que tiene la innovación. En España la sociedad entiende que se invierta en ciencia. La pandemia ha puesto de manifiesto su importancia. Se ha generado un estado de opinión favorable. La convicción no está tan clara con la necesidad de innovación empresarial. Incluso hay quien se atreve a decir que la ciencia sí, pero la empresa no. Es un error absoluto. La empresa es el vehículo capaz de generar riqueza. 

–Pese a la baja inversión, en España tenemos empresas y sectores muy innovadores. ¿Dónde destacamos?

–Contamos con entidades de investigación públicas, institutos de innovación públicos o público-privados, empresas y talento de primerísimo nivel mundial. En agro, por ejemplo, somos una potencia mundial. En el espacio, al que me he dedicado treinta años, éramos una potencia prácticamente desconocida en el ámbito empresarial cuando empezamos. Hicimos una estrategia conjunta de colaboración público-privada creando una asociación, yendo todas las empresas a una, y ahora somos una potencia en Europa en un área tan exigente como es el espacio. Una de nuestras empresas asociadas es líder mundial de software de control de satélites de telecomunicaciones (GMV). Salió hace treinta años de la universidad, hoy tiene 1.500 ingenieros en su plantilla y es un referente mundial. Otra compañía es líder mundial de dispositivos de apertura de vehículos (Premo). Más de la mitad de automóviles del mundo llevan tecnología de esta compañía. Innova en España y dirige todas sus actividades desde España. Tenemos también una empresa de software cuántico que se ha convertido en la primera de Europa y una de las cuatro primeras del mundo (Multiverse Computing). Ha recibido la inversión más importante que ha hecho la Unión Europea en una empresa de software cuántico.  

–¿Y en cuánto a los institutos?

–Barcelona Supercomputing Center (BSC) es probablemente uno de los centros de supercomputación más importantes de Europa. Está dirigiendo algunos de los proyectos europeos más importantes en esta materia. Ahora está desarrollando la nueva generación de superordenadores. El Instituto de Ciencias Fotónicas de Barcelona es el centro de investigación español que sale mejor valorado en todos los rankings de referencia científica mundial.

–¿Cuáles son las regiones más innovadoras de España?

–Madrid y Barcelona son los dos grandes polos. Después hay un segundo nivel muy activo en el que estarían Málaga, que está trabajando muy bien en los últimos años, Valencia, Alicante y el entorno vasco (Bilbao, San Sebastián, Vitoria). Otros núcleos son Asturias, Avilés y Gijón, y Vigo, Coruña y Santiago.

–En una entrevista que le realizaron en mayo decía que el despliegue de los fondos europeos iba muy lento. ¿Sigue pensando lo mismo?

–Sí. Los objetivos están bien trazados, pero tenemos una gran preocupación con el despliegue de los fondos. CEOE publicó un informe hace poco en el que los datos nos dicen que no vamos bien. Y si nos comparamos con países de nuestro entorno como Francia, Italia o, incluso, Portugal, vamos peor. Creo que la gestión en España se está enfocando de una forma excesivamente endogámica. La Administración quiere hacerlo todo y nosotros, desde el primer día, dijimos que eso no iba a funcionar. Si no se crean órganos de gestión ligeros, muy profesionales, y con participación de personas tanto del ámbito público como del privado empresarial, no va a funcionar. Lo que reclamamos es lo que han hecho países como Francia o Italia, y están yendo mucho mejor. Estamos hablando de un reto muy importante. Son cantidades muy importantes, muchos proyectos, y hace falta incluir a personas con experiencia que puedan gestionarlos con criterio. 

–Entre todos los proyectos presentados, ¿tienen especial esperanza en algunos en concreto?

–En todos. Los objetivos están bien fijados, pero no la gestión. Desde el principio propusimos lo que llamamos macroproyectos tractores o acciones estratégicas de país en los que se alineasen todos los esfuerzos de apoyo a la I+D, innovación, apoyo a las inversiones... Para gestionarlos, tiene que haber una oficina de proyectos que ayude a que eso se oriente, a que el esfuerzo no se pierda en mil proyectos dispersos, porque si ocurre, el efecto es muy pobre. En el plan España Puede se reflejan una serie de áreas en las que pensamos que España tiene muy buenas oportunidades. Una es la movilidad sostenible, toda la renovación necesaria de la industria del automóvil para adaptarla al vehículo electrónico y conectado, y toda la infraestructura que va detrás de la movilidad. Otra área que propusimos es el agro: la digitalización de toda la producción agraria hasta que llega a la mesa. Otra es la digitalización de la salud, cuya importancia se ha puesto claramente de manifiesto con la pandemia. La cuarta área es la modernización del turismo, cuya relevancia también se ha visto en la pandemia. La quinta es el deporte: llevar las técnicas del deporte de élite a su extensión social. La energía es también un campo clarísimo. Hay muchos campos. Nosotros hemos propuesto estos porque en todos ellos España tiene experiencia, prestigio, presencia internacional, industria y conocimiento, y, por tanto, era interesante empezar por ahí.