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Así pierde competitividad y productividad la economía española

El producto por hora de trabajo en España no es tan elevado como en la mayoría del resto de países

La economía española cuenta con un gran problema estructural en su seno: una ausencia importante de productividad total de los factores y, a partir de esta, de competitividad, ya que somos menos eficientes, los costes son más elevados y logramos un menor valor de producción en relación con el coste de los factores empleados. Lo mismo sucede si hablamos de la productividad del factor trabajo, donde el producto por hora de trabajo no es tan elevado como en la mayoría del resto de países.

Así, si analizamos la productividad por puesto de trabajo equivalente a tiempo completo, vemos cómo no ha dejado de disminuir desde el primer trimestre de 2021, con bajadas muy profundas, acrecentadas en el último trimestre disponible, según se desprende de los datos de avance de la Contabilidad Nacional Trimestral. De esa manera, la productividad encadena ocho trimestres consecutivos de caída, es decir, ha descendido durante todo 2020 y 2021.

Productividad por puesto de trabajo

Paralelamente, el coste laboral unitario crece con fuerza en el mismo período, con la excepción del descenso en el IITR de este año. Es decir, ya crecían los costes laborales unitarios de manera muy importante antes de que se diese la subida del coste energético y el incremento de inflación actual, lo que muestra que esas subidas de costes laborales presionan artificialmente a la demanda, impulsando la inflación al alza al ser financiada por una política monetaria tremendamente expansiva.

Coste laboral unitario

Por último, la inflación no deja de crecer en tendencia, pese al respiro de enero, donde influyen las rebajas y donde también se ha dado el cambio de base y ponderaciones habitual de cada cinco años, pero que siempre distorsiona algo la comparación. Desde noviembre del año pasado se está produciendo una escalada de la tasa anual de inflación, subiendo desde el -0,8 % interanual de noviembre de 2020 hasta el 6 % que marca el indicador adelantado de enero de este año.

De hecho, el incremento del último año ha sido notable, desde el -0,5 % de agosto de 2020 hasta el 6 % actual, es decir, una subida de seis puntos, con un aumento importante desde inicios de este ejercicio. Es más, la subyacente ha crecido de nuevo hasta el 2,4 %, que muestra que el incremento de precios se está ya produciendo por toda la cadena de valor.

Evolución de la tasa de inflación

Este incremento de precios es especialmente sensible en España, pues de manera absurda el Gobierno está renunciando a apostar por la energía nuclear como energía limpia que es, en la que España puede ser una potencia. Si España incrementase el parque nuclear, la competitividad de nuestras empresas mejoraría y los ciudadanos no perderían tanto poder adquisitivo, pues los precios industriales y el IPC se moderarían. La economía española no puede soportar un incremento del 35,9 % en los precios industriales, con una subida del 95,9 % interanual en los precios de la energía. Eso hace inviable nuestra competitividad.

Todo eso provoca que nuestra economía sea más sensible a las variaciones del ciclo económico, de manera que lidere la creación de empleo en los momentos de crecimiento y sea la economía que más empleos destruye en los momentos de caída económica. ¿Cuáles son los motivos? Una elevada dualidad en el mercado de trabajo, una creciente inseguridad jurídica, las rigideces en el mercado laboral o los desincentivos para lograr una mejor organización en el trabajo son algunos de ellos. Si la economía española quiere lograr un aumento importante de su crecimiento potencial, debe lograr incrementar de manera sostenible su productividad. Hubo un primer avance entre 2012 y 2016, ajeno a las ganancias de productividad por mera destrucción de empleo, ya que en ese período sí que hubo un incremento estructural de productividad, pero luego volvió a perderse.

De hecho, el INE ha publicado los costes laborales trimestrales del IIITR-2021 y los resultados siguen en la línea del deterioro de la productividad y la competitividad. Así, el incremento de los costes laborales fue de un 4,9 % interanual (que tiene más importancia dicha subida al venir de un incremento del 13,9 % en el trimestre anterior) y el aumento de los costes salariales fue de un 5 % también después de haber crecido un 14,4 % en el IITR, con lo que se constata un incremento sostenido en el tiempo (aunque en ello, influye, en el IITR, la reincorporación de trabajadores en ERTE, pero no deja de ser un incremento muy significativo), con una pérdida de 6,1 horas a la semana sobre la jornada semanal media pactada, que equivale a una pérdida del 17,38 % de dicha jornada semanal, donde el dato más importante es el descenso en el número de horas de la jornada laboral, no tanto en las perdidas, ya que la mayor parte se debe al período vacacional. En cualquier caso, la parte que se pierde por otros motivos diferentes a las vacaciones supone un considerable retroceso en la productividad y la competitividad, las cuales necesita la economía española de manera urgente.

Variación del coste

Por eso, en estos momentos se hace más esencial que nunca incrementar la productividad y la competitividad de la economía española que nos permita abordar la adecuación del sistema económico español a las nuevas circunstancias, fortaleciendo los ya existentes, como el turismo, el comercio o la hostelería, y reforzando sectores tecnológicos e innovadores, al tiempo que se extienda la eficiencia y, por tanto, la productividad y competitividad al conjunto del tejido productivo. Esa productividad no se consigue con un incremento del gasto público sin medida, sin objetivo y sin resultados. No se trata de gastar por gastar, sino de mejorar el entorno económico y laboral que permita que la economía mejore de manera eficiente.

Por ello, resulta esencial eliminar todas las barreras que se opongan al emprendimiento, a la actividad económica y al empleo, flexibilizar más el mercado de trabajo en lugar de derogar la reforma laboral, conseguir recobrar una seguridad jurídica que dé tranquilidad y confianza a inversores, empresarios y profesionales para incrementar la actividad y el empleo, impulsar la unidad de mercado y eliminar trabas al emprendimiento y al trabajo. Solo con flexibilidad, seguridad jurídica y eliminación de barreras podrán remontar la productividad y la competitividad en la economía española, esenciales para aumentar el crecimiento potencial y el empleo. Sin embargo, el Gobierno va en el sentido contrario, lo cual pone en riesgo la recuperación de la economía española.

  • José María Rotellar es profesor de la Universidad Francisco de Vitoria