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Entrevista

Luis Garicano: «Está pasando todo lo que Putin no quiere que pase»

Luis Garicano está siendo probablemente uno de los europarlamentarios más activos durante estos días de invasión de Ucrania. Como testigo en primera línea de fuego, el eurodiputado de Ciudadanos nos cuenta su visión sobre lo que está ocurriendo estos días en Bruselas.

–Parece que están teniendo ustedes un poco de más de trabajo del habitual.

–Sí, ahora mismo sí. También, por otro lado, es cuando sientes que tu trabajo importa. Nos pasa a todos. Es cuando pones más esfuerzo, pero también vale mucho más la pena.

–¿Cómo están desarrollándose los acontecimientos?

–En un día en Alemania ha pasado más en política exterior que en los últimos 70 años. Son días en los que suceden de un día para otro cosas que parecían imposibles. En ese sentido, es bastante impresionante. La Comisión Europea empezó bastante lenta y ahora las cosas se han acelerado.

–Al principio los países europeos parecían un poco dubitativos en cuanto a las sanciones; por ejemplo, las referidas a la exclusión de Rusia del sistema Swift de pagos internacionales. ¿Qué ha ocurrido después?

–Ha sido parecido a lo que sucedió con la pandemia. Hubo un momento en el que la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, dio una conferencia de prensa que nos dejó a todos preocupados. Hubo otro momento en el que tuvimos que escribir un artículo muy duro porque Von der Leyen (presidenta de la Comisión Europea) habló de reciclar dinero y hacer como que había más dinero, pero no había más dinero. Aquí ha pasado lo mismo, pero en mucho menos tiempo. El jueves por la noche hubo un consejo que fue un desastre. Yo el viernes puse un tuit muy duro, porque mi reacción fue de decepción. Luego, entre el sábado y el domingo, las cosas han cambiado radicalmente. La gente en Europa ha visto luchar a los ucranianos. Ha visto a Zelenski luchar, y ha visto una agresión absolutamente sin precedentes y sin una justificación. Se han movilizado los ciudadanos y han movilizado a los políticos. La reacción del sábado y del domingo ha sido espectacular, y Alemania ha dado un giro radical a todas sus políticas exteriores; a su política, que básicamente separaba todos los temas económicos y políticos, y decían 'bueno, si comerciamos suficiente, al final todos se volverán buenos'. Pero no es así, ya lo hemos visto.

–¿Dónde estaban las dudas?

–Entre el todo es gratis o nada es gratis. El jueves por la noche la actitud de Europa era: 'bueno, a ver qué cosas buscamos que hagan daño a los rusos pero no nos hagan daño a nosotros'. Bueno, muy bonito, pero la realidad es que en la vida nada es gratis. Si quieres conseguir algo, tienes que invertir en ello; si quieres imponer unas sanciones económicas duras, tendrán que tener un coste para ti. Los malos padres ponen castigos a los niños y, cuando se dan cuenta de que el castigo es también para el padre, dicen, 'ah, pues no te vas el fin de semana', pero luego alguien se tiene que quedar con el niño, y dicen 'bueno, bueno, vente conmigo'. En realidad, no quieren incurrir en ningún coste. Esto era parecido. Los costes de castigar, los incurres tú también. Y si eres serio, tienes que estar dispuesto a sufrirlos.

–¿Cree que las sanciones impuestas ya son las que hay que imponer o podrían imponerse algunas más?

–Hemos dado pasos estupendos, pero nos falta mucho. Básicamente, lo más importante es que hemos dejado el sector energético fuera. Va a sufrir un poco, porque el comercio de petróleo ya está sufriendo por la falta de crédito comercial, etc., pero la realidad es que seguimos mandando 700 millones al día a Rusia por la factura del gas y del petróleo y de las otras materias primas. Somos nosotros los que estamos pagando por esta guerra. Esa es la realidad.

–¿Se podría ir más allá en las sanciones?

–Sin ninguna duda. No se han acabado hoy. Creo que vamos a ir subiendo el nivel de las sanciones, incrementando el embargo comercial, disminuyendo las compras a medida que sea posible. No tengo ninguna duda al respecto. Acabo de salir de un debate en mi grupo y el consenso sobre ello es absoluto.

–¿Hasta qué punto era clave excluir a Rusia de Swift?

–Era fundamental simbólicamente y en la práctica; simbólicamente, porque realmente era esa idea de que hay que incurrir en costes; en la práctica, porque, realmente, para poder atacar un sistema financiero, lo principal es desconectarlo de los fondos de liquidez del resto del mundo. Era algo costoso. Europa ha dado el primer paso porque no ha desconectado completamente Swift: permite los pagos energéticos. Pero creo que se han dado pasos importantes. El paso realmente importante y sin precedentes que se ha dado este fin de semana ha sido cortar el acceso del banco central ruso a sus propias reservas depositadas fuera de Rusia: en Japón, Alemania, Estados Unidos. Ahora mismo no pueden tocar más de la mitad de sus reservas, que son en dólares, euros o yenes, después de haberlas puesto, pensaban, a salvo, en bancos europeos, etc.

–¿Cuánto tiempo puede aguantar Rusia así?

–Va a depender de cuánto aguante su sistema financiero. Ayer no tuvimos mercados. Estaban cerrados. Hemos visto el rublo, que se ha desplomado. Si empezamos a ver colapsos de bancos como Sberbank, que ha perdido el 60 % en la Bolsa de Londres; si vemos colapsos, salidas de capitales, colas en los bancos, pánicos bancarios, se pueden llevar por delante la economía rusa. Y si eso pasa, mucha gente va a pedirle cuentas a Putin, porque saben que aquí no había necesidad. Esta es una cosa que ha hecho él porque le ha dado la gana.

–Entre las sanciones que se están adoptando, ¿cuáles considera las más importantes?

–La primera es el bloqueo a las reservas del banco central ruso. Son 650.000 millones de dinero que el banco central ruso hubiera utilizado como colchón frente a las sanciones que se iban a producir, y ahora más de la mitad de ellos no los pueden utilizar. Ese ha sido un golpe sin precedentes. El sábado por la mañana, la mayoría de los que estábamos analizando esta cuestión, no lo veíamos posible, y el sábado por la noche-domingo por la mañana, era una realidad. Se pasó de imposible a realidad en 24 horas.

–¿Quién ha sido clave en ese cambio?

–Alemania. Estaba siendo más remolona. Tenemos a los verdes, que son de esos pacifistas de los años 60; a los socialistas. Era un gobierno que, a pesar de que había muchos liberales que son potentes, parecía muy blandito. Y en absoluto. De un día para otro, el domingo, han abandonado los principios más básicos de la política exterior alemana, que consistían en cosas como no proveer armamentos defensivos a nadie en un conflicto, separar el comercio de la política... Alemania ha sido en ese terreno muy conservadora siempre, y muy de vamos al dinero, y la política es otra cosa. Ahora no está siendo así. En ese sentido, si Alemania hubiera hecho lo mismo en 2014 con Crimea, las cosas hubieran sido diferentes.

–¿Qué les ha hecho cambiar el chip?

–Si seguías la opinión pública europea, la presión sobre Alemania iba a ser infernal. Yo creo que ellos han visto lo que pasaba, y en Alemania ha habido mucha reacción contra Putin. También te digo que en Europa la gente estaba asombrada de que Alemania bloqueara todas las medidas. Estaba empezando a haber mucha gente que decía 'oye, que fueron vuestros abuelos los que asesinaron a millones de ucranianos, ¿y ahora vais a dejar que vuelvan a morir?' La posición era difícil de sostener. La lectura de que la responsabilidad histórica de Alemania por haber sido un país agresor es dejar que las propias víctimas que tuviste se vuelvan a morir, no hay por dónde agarrarla. Si tú has sido agresor y los has matado a todos, ahora defiéndelos. Creo que es lo que ahora les ha llegado.

–¿Cómo ha visto el comportamiento de otros países?

–Francia siempre ha sido un país duro. Luego tienes los países que han sido tradicionalmente los más pesados de Europa: los de Visegrado, de Europa del Este, que ahora son las víctimas potenciales. En este sentido, esta crisis tiene una ventaja: si hubiera sido un ataque a España por el sur, hubieran sido Francia o Italia los que hubieran dicho 'oye: hay que ayudar a España; los polacos y los húngaros, vete a saber'. Cuando ves que Putin quiere reconstruir el orden de 1988, de la pre caída del muro de Berlín y las esferas de influencia y la Unión Soviética, no hay ninguna razón para pensar que el artículo 5 se va a sostener en la OTAN y que Estados Unidos va a proteger a Estonia o a Polonia. Está firmado en un tratado, pero imagínate que Rusia, de una noche a una mañana, por sorpresa, entra en Estonia. Al día siguiente, ¿alguien cree que Estados Unidos va a lanzar una ofensiva contra Rusia con riesgo de guerra nuclear? Seguramente pondrían sanciones y basta, con lo cual Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Hungría tienen mucho que perder y están muy movilizados.

–¿Tiene alguna justificación la idea de Putin de haber propiciado la invasión por querer defenderse?

–Son paparruchas absolutas y absurdas. Los países democráticos eligen dónde van. La OTAN nunca ha sido una alianza ofensiva y nunca ha sido un riesgo para Putin. No hay persona en el mundo que piense que Europa va a atacar a Putin. Son fantasías que se ha hecho él y que le han comprado la extrema derecha y la extrema izquierda europea. Los países democráticos quieren tener un estilo de vida democrático y piden entrar en Europa. Es lo que mata a Putin: pensar que los ucranianos van a tener prosperidad, unas instituciones que funcionen, una economía próspera y que él va a estar ahí machacando a los rusos y gastando todo su dinero en armas y en dachas.

–La propia Ucrania tiene también unas sombras de corrupción importantes.

–Sin duda: como la propia España.

–Si quieres cambiar un régimen, no invades otro país.

–Tampoco tienen por qué cambiar ningún régimen. Son cosas totalmente demenciales. Es otro país. Si tienen corrupción, que sus votantes los echen y pongan a otros. Por supuesto que es una democracia muy imperfecta, como lo es la de Bulgaria y la de Rumanía. Cuanto más moderna es una democracia, más imperfecta. Los Estados Unidos son bastante antiguos y tienen muchísima corrupción, como todos sabemos.

–¿Qué consecuencias ve de la invasión sobre la economía europea y española?

–Consecuencias políticas, todas las que Putin no querría: la Unión Europea más unida y con una política exterior común. ¿A quién se le hubiera ocurrido que Europa iba a exportar aviones militares como Unión Europea? Vamos a dar aviones a los ucranianos; Europa, con una postura geoestratégica, una postura común potente. La OTAN, otra vez muy revitalizada. Todo es muy contrario a lo que quiere Putin. En cuanto a lo económico, vamos a incurrir en unos costes que van a venir en forma de parón del crecimiento y de mayor inflación, pero creo que son unos costes mucho menores de los que incurren los ucranianos, y que tenemos que estar dispuestos a sufrir.

–La recuperación económica entonces llegará más tarde.

–Vendrá más despacio. Sin ninguna duda. La inflación está disparada. En España estamos con el 7,5 %. Si encima tenemos otro shock petrolero y gasístico, todavía más.

–¿Cómo cree que se reordenará el negocio de la energía?

–Sinceramente creo que las energías fósiles deberían tener sus días contados; no sólo por los temas climáticos, sino por cuestiones geoestratégicas. Todos los productores de energías fósiles son lo peor de lo peor: Arabia Saudí, Venezuela, Rusia... Tenemos que conseguir liberarnos de esa dependencia estratégica. Para mí eso pasa por las nucleares y por las renovables. Creo que la energía nuclear va a recobrar una nueva vida. Igual que anteayer Alemania cambió en veinte cosas, no cambió en esto, pero creo que van a tener que repensar su planteamiento con la energía nuclear.

–¿Y en cuanto al gas?

–España tiene una capacidad sin utilizar de plantas de gas natural licuado que podemos usar para exportar a Europa. Lo que no hay son gasoductos. Creo que España tiene una capacidad estratégica para Europa. A Europa debería interesarle aprovecharla para traer los barcos por España y distribuir al resto de Europa. Ahora mismo no es posible, pero creo que ese es el tipo de cosas que tenemos que empezar a pensar.

–¿Decaerá el protagonismo de Rusia en el negocio del gas como consecuencia de esta guerra?

–Mi deseo sería que dejáramos de comprar gas y petróleo a Rusia. Todavía es difícil, pero la resolución que estamos negociando en el Parlamento Europeo lo dice: hay que parar de comprar gas. Necesitamos cero gas de Rusia. Es absurdo que estemos en teoría en una guerra comercial con ellos, apoyando a Ucrania, y estemos mandando 700 millones de euros al día por la factura de gas y de petróleo.

–La guerra va a llevar a Rusia a un empobrecimiento. ¿Cómo ve su futuro económico como país?

–El futuro de Rusia depende de una sola cosa y de una sola persona: que se libren de Putin y emprendan un camino de occidentalización y de olvidarse de la superpotencia. Rusia tiene una economía del tamaño de Texas, España, o de Holanda y Bélgica juntas. No es una economía para enfrentarse a todo el mundo, ni para conseguir un ejército de primera línea capaz de luchar en el mundo entero. Es absurdo lo que intentan hacer. Creo que es el momento de que desvíen toda esa inversión hacia el consumo de sus propios ciudadanos.

–Se habla del papel de China y de su cercanía a Rusia. ¿Qué opina al respecto?

–Está cerca de Rusia, pero no estoy seguro de que estén dispuestos a arriesgar su gran relación, su gran situación comercial, lo que exportan y lo que importan por su amigo macarra Putin. Creo que China va a hacer lo que pueda de una manera muy discreta, pero no va estar dispuesto a echarse del lado de Putin. Vamos a verlo.

–¿Maneja Europa algún escenario de duración de la guerra?

–Creo que nadie tiene ni idea de cuál es la posibilidad de aguantar de los ucranianos. La realidad es que han aguantado más de lo que nadie esperaba. Putin confiaba en introducir las tropas a toda velocidad, conquistar Kiev, poner un gobierno títere, sacar la uve de victoria y volverse. No ha sucedido porque los ucranianos están luchando duro y bien. ¿Cuánto más aguantarán? Tengo muy buenas impresiones, pero cuanto más se frustren los rusos, van a tirar más bombas y van a aumentar la potencia de fuego. La realidad es que esa impresión que tienen muchos putinistas de Putin como inteligentísimo, idílico, ídolo y tal, no es así. Putin es un tipo que estratégicamente, tácticamente, tendrá su cabeza, pero mete mucho la pata. Y esta es una metedura de pata gigante, en mi opinión. Vamos a ver cómo sale de ello.

–Toda esta cuestión nos ha pillado en Europa con los fondos europeos. ¿Han quedado en un segundo plano?

–No. Hoy hemos estado precisamente hablando de si hacía falta un nuevo organismo de fondos para cubrir los costes de estas sanciones y de este conflicto que ha iniciado Putin. La realidad es que el dinero para la reconstrucción y para disminuir la dependencia energética tiene todavía más importancia que antes. Europa sigue a toda vela con esos temas relacionados con la recuperación.

–¿Ha mejorado algo la gestión de los fondos por parte de España?

–Mi posición no ha cambiado. España está haciendo las cosas bastante bien en lo que corresponde a los pasillos de Bruselas y lo está haciendo bastante mal en lo que se refiere a que el dinero llegue a las empresas y las familias españolas. Esa sigue siendo mi impresión. Hace justo una semana estuve con una confederación de empresarios de Cádiz, de 12 o 14 sectores, y ni uno sabía de nadie que hubiera recibido fondos europeos.

–La última pregunta tiene que ver con los líderes. ¿Ha visto a alguno emerger especialmente en esta crisis?

–Zelenski, el presidente de Ucrania, es la gran sorpresa de esta crisis. Cuando los americanos le dicen 'te sacamos de ahí' y él dice 'no necesito que me saquéis, necesito munición', realmente está mostrando ser un líder impresionante, muy valiente, muy bueno con los medios sociales, muy bueno con el teléfono, muy bueno con las imágenes: un líder excepcional.

–Ayer le admitieron en el partido liberal europeo.

–Así es: su partido es un partido liberal y ayer le dimos la bienvenida a la familia liberal europea.