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La presidenta del Banco Central Europeo, Christine LagardeMichael Probst/Pool AP/dpa

Análisis

La inflación puede provocar estrabismo en la presidenta del Banco Central Europeo

Si Lagarde no hace su trabajo, Europa va a pasarlo muy mal

La misión del BCE está perfectamente definida en su web, y dice textualmente: «El Banco Central Europeo y los bancos centrales nacionales constituyen conjuntamente el Eurosistema, el sistema de bancos centrales de la zona del euro. El objetivo principal del Eurosistema es mantener la estabilidad de precios, es decir, salvaguardar el valor del euro».

Es muy difícil alcanzar una posición tan alta de poder y responsabilidad en el mundo en general y en el financiero en particular y tener tan claro lo que tienes que hacer. He ocupado posiciones muy altas de responsabilidad en grandes compañías españolas, francesas y americanas, y las responsabilidades cambiaban de forma permanente: lo que hoy era un objetivo prioritario, a los seis meses se cambiaba por otro, tanto si lo habías conseguido como si no.

En el caso de Christine Lagarde, en su posición de presidenta del Banco Central Europeo, su objetivo está perfectamente claro. Podrá decir lo que quiera, pero su auténtica y principal obligación es velar porque la inflación no se dispare. Ella no ocupa esta posición para velar por los intereses de los gobiernos; ella no está para parar o hacer crecer la economía de los países de la zona euro; ella, con su equipo, está para evitar que la inflación supere el 2 %.

El 8 de julio del 2021, y de forma unilateral, el Consejo del BCE decidió que se saltaba sus principios e iba a ser más tolerante con la inflación, aunque no fijó cual iba a ser el límite de la tolerancia y por lo tanto dejó la puerta abierta para que ella tuviese las manos libres para poder intervenir.

En enero, Estados Unidos alcanzó el 7,5 % de inflación, y el 2 de marzo de 2022 el diario económico Cinco Días anunciaba que Jerome Powell, presidente de la FED (Reserva Federal Americana), iba a subir, este mismo mes, 25 puntos básicos el tipo de interés. Además, está preparado para seguir subiendo los tipos tanto como sea necesario para parar la inflación. Adicionalmente, hace ya varios meses, ha empezado a reducir la compra de deuda del estado americano y de las grandes empresas americanas.

España ha publicado un 7,4 % de inflación anticipada en febrero; Italia, un 5,7 %; Francia, que aguanta siempre mucho mejor una crisis energética como esta, un 3,6 %; Bélgica, un 8.0 %, y así van a ir apareciendo los resultados de cada país. Todos ellos van a ser superiores, sin duda, a los de enero.

La Sra. Lagarde sabe que Europa ha colocado 6 billones de euros en el mercado europeo comprando deuda de los Estados y de las grandes empresas europeas. Sabe que esa compra ha sido a base de imprimir billetes al estilo Venezuela. Y, por supuesto, también sabe que ahora hay que retirar dinero en circulación para parar la inflación y, también, subir los tipos de interés.

Y mientras mira con su ojo derecho a esta realidad, con su ojo izquierdo mira hacia el lado de si esa medida puede parar el crecimiento de las economías europeas.

La Sra. Lagarde se olvida de que tiene que mirar con sus dos ojos a lo que es su misión: parar la inflación. Tendrán que ser los países, con sus políticas fiscales, los que tendrán que armar sus modelos para no parar su crecimiento.

Los países de la zona euro no tienen en sus manos herramientas para tomar medidas monetarias para parar la inflación. Se las delegaron al Banco Central Europeo, que recibió una misión muy clara: mantener la estabilidad de precios.

El incumplimiento de esa misión, por culpa de este estrabismo. puede llevarnos a una situación mucho peor que es la estanflación: que el crecimiento de la inflación sea superior al crecimiento de la riqueza.

Cada organización tiene su papel: el Banco Central Europeo, parar la inflación, y los ministros de finanzas de cada país, buscar sus modelos fiscales para que la economía no se pare, siga creciendo y volvamos a épocas de bonanza.

Si el BCE no hace su trabajo, Europa lo pasará muy mal. Sra. Lagarde, deje de mirar con sus ojos a dos lugares distintos, póngase unas gafas correctoras y mire a donde debe de mirar: a parar la inflación.