Economía y salud: el acierto de Madrid
El Gobierno -y muchas CCAA- han atacado a Madrid durante mucho tiempo por seguir una estrategia de prudencia sanitaria y de pocas restricciones para asegurar el mantenimiento en unos niveles mínimos de la economía, que permitiese contar con la esperanza de una recuperación. Desde bomba vírica, en expresión de Page y Revilla, hasta los ataques de Illa o de Darias, Madrid ha sufrido de todo por diferenciarse del resto. Sin embargo, los datos respaldan su gestión.
El último intento del Gobierno fue imponer unas medidas uniformes a todas las CCAA en todo lo relativo a apertura de hostelería, comercios y ocio, por poner unos ejemplos, que haría que algunas regiones tuviesen que dar marcha atrás en la apertura que han iniciado. De hecho, fue una medida particularmente diseñada contra Madrid, sin ninguna razón, sólo por el afán de perseguirla políticamente al no haber logrado la victoria la izquierda. La Justicia hizo que el Gobierno tuviese que olvidar esos planes, pero lo intentó, cuando queda demostrado que no da mejores resultados la estrategia que implica el cierre total, sino que se pueden combinar prudencia y apertura para seguir adelante, tanto en el aspecto sanitario como económico, como veremos a continuación.
Así, durante toda la sexta ola de coronavirus, Madrid ha logrado tener una incidencia acumulada de casos de coronavirus a catorce días inferior a la de la media nacional, hasta el punto de ser la que menos incidencia acumulada tiene a catorce días de todas las regiones, que contrasta con el elevado nivel que tienen otras que han sufrido severas restricciones, como Asturias o Valencia, por poner dos ejemplos de comunidades autónomas que aplicaron duras restricciones a la economía. Así, mientras en Madrid la incidencia acumulada a catorce días es de 219,21 casos por cada 100.000 habitantes, en Asturias se eleva a 757,58 días.
Todo ello, además, con la mayor dificultad en el freno de transmisión de una enfermedad contagiosa que supone el hecho de que Madrid es la región con mayor actividad y densidad de población, con lo que su mérito es mayor, al basar sus actuaciones en una política de actuación para prevenir los contagios protegiendo a los más débiles, sanitariamente hablando, y permitir que la actividad económica y el empleo continuasen.
De esa manera, podemos observar cómo Madrid mantiene el liderazgo en el crecimiento medio del PIB en la última década (2010-2020; los últimos datos disponibles son referentes al año 2020), donde mientras Asturias cae un 1% de media en ese período, liderando los descensos, Madrid crece un 0,4%, encabezando los incrementos.
Eso consolida a Madrid como la región con mayor PIB per cápita en 2020, pese al retroceso en los valores absolutos de todas las regiones y del total nacional en dicho año, debido a la fuerte recesión fruto del impacto de la pandemia en la economía.
Por tanto, Madrid se comporta mejor que la media y que muchas otras regiones que cerraron todo de manera casi absoluta en la evolución de la enfermedad, al tiempo que preservaba mejor su economía.
Ahora que la enfermedad ya entra en una fase de control para convertirse en una enfermedad respiratoria más y que parece que va volviendo la normalidad, sin adjetivos, cabe preguntarse, ¿quién tenía razón? Obviamente, Madrid, que supo combinar prudencia en el ámbito sanitario con libertad en el ámbito económico, que le permite continuar siendo el motor económico de España y aumentar la solidaridad con el resto de regiones a través del Sistema de Financiación Autonómica. Ésa es la realidad, y el tiempo le ha dado la razón a la Comunidad de Madrid.