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El dinero no va a ser un obstáculo para ganar las eleccionesLu Tolstova

La semana económica

Las armas de Sánchez para frenar su caída en las encuestas

Una mejora ostensible en la ejecución de los fondos europeos, gasto público enfocado en la conquista de votos y una improbable recuperación más rápida de lo previsto estarían entre los pocos argumentos que podrían salvarle

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está cayendo en picado en los sondeos, pero los candidatos a sucederle harían mal en pensar que las elecciones están ganadas y tan solo hay que esperar a que se caiga solo, sin hacer nada. El presidente ha demostrado esta semana en el Foro de Davos que está decidido a hablar con quien haga falta, y no hay que descartar que en algún momento algo le salga bien, como le salió bien retomar el poder en el PSOE después de haber sido expulsado. En estos años el presidente ha dejado claro que no le importan mucho España y los españoles, pero el reto de mantenerse en el poder y callar a los que quieren verle fuera le divierte más que a nadie, y no les quepa duda de que lo va a intentar.

Los datos económicos juegan todos en su contra por los condicionantes globales y su gestión nefasta, pero la oposición debería tener su estrategia preparada por si de repente la ejecución de los fondos europeos empieza a funcionar, algo que a España le vendría muy bien. La ministra Nadia Calviño siempre ha dicho que en este año 2022 cogerían velocidad de crucero. Aunque ya estamos a mitad de año, no lo han hecho y parece poco probable que lo hagan, en algún momento podría conseguirse, y entonces en el Ejecutivo no dudarían en apuntarse el tanto de unos fondos cuya cuantía no es tan alta por la habilidad de Sánchez, sino porque nuestra economía era la que peor estaba.

La estrategia para el plan de recuperación de nuestra economía ha tenido esta semana un nuevo capítulo con el proyecto relacionado con los microchips financiado con fondos europeos. El Gobierno anunció con gran bombo una iniciativa que fue bien recibida por la industria (desde luego, es mejor que nada), pero cuyos 12.250 millones de inversión se quedan muy cortos teniendo en cuenta que construir una fábrica cuesta unos 10.000 millones o que una empresa como Samsung acaba de destinar más de 300.000 millones en cinco años a un proyecto similar. No es de extrañar que los acuerdos alcanzados por Sánchez en Davos para invertir en España no fueran especialmente destacados: 200 millones de Intel en los próximos diez años para fabricar semiconductores en Barcelona.

Junto a los fondos europeos, la otra arma de Sánchez para captar votos es el gasto público. En esta línea, esta semana se ha lanzado la mayor oferta de empleo público de la historia. El economista Fernando Méndez Ibisate comentaba esta semana en nuestro podcast El Debate de la Economía que no pensaba que en España fueran necesarios 3,5 millones de trabajadores públicos como hay en la actualidad. No cree que hagan al país más rico, ni a los servicios públicos más competitivos, pero en el Gobierno de Sánchez probablemente estimen que les sirve para arrancar algún voto más.

Será, en cualquier caso, una gasto más que sumar a los 50.000 millones de euros anuales de déficit estructural que tiene España, y que deberá gestionar el próximo Gobierno. A esta losa se unirá un crecimiento del PIB menor del previsto este año, y que hay quien dice que aún será menor de lo que se está comentando. El economista Lorenzo Bernaldo de Quirós habla de un crecimiento del PIB para este año de entre el 2,5 % y el 3,5 %, y el Consejo General de Economistas lo sitúa en el 3,9 %, frente al 7 % del que hablaba el Gobierno antes de rebajarlo recientemente al 4,3 %. Son cifras, junto a la de nuestra elevada deuda (casi 118 %) y desempleo (13,5 %) y la próxima subida de tipos de interés del Banco Central Europeo, como para pedir auxilio a alguien que sepa para que arregle las cuentas, pero el Gobierno piensa que lo está haciendo muy bien y va a intentar seguir en esa línea si obtiene los votos suficientes.