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La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, no acierta con sus parches.Lu Tolstova

La semana económica

Los parches de Ribera no convencen a nadie

El paquete de medidas de ahorro energético levanta ampollas en unos comercios ya enormemente dañados por la crisis y a los que nadie ha consultado qué les parece el plan

Los comercios de toda España eran un clamor el pasado martes contra el paquete de medidas de ahorro energético decretado por el Gobierno. En Canarias aseguraban estar desconcertados. En Valencia pedían mantener la iluminación de las calles. En Toledo temían que disminuyera la afluencia de público al perder los establecimientos las temperaturas agradables. En Málaga sostenían que no estaban de acuerdo con el modo en el que se habían anunciado las medidas y decían que necesitaban más tiempo para adaptarse.

Son solo algunos ejemplos de las reacciones que se han producido en nuestro país. El Gobierno ha vuelto a actuar como en otras ocasiones, decidiendo directamente las medidas sin preguntar a los afectados qué opinan sobre su oportunidad.

Como a los afectados no les parecen bien, es previsible que haya mucho incumplimiento. De todos modos no hay problema: como ya dijeron desde el Ministerio de Transición Ecológica en un alarde de coherencia, no tienen capacidad para garantizar que las medidas se cumplen.

No es un buen arranque para un plan de medidas que se ampliará en septiembre. Europa nos pidió que redujéramos un 7 % el consumo de energía para hacer acopio ante el posible corte de gas de Putin y ya llevamos un 5 %, pero cumplir el objetivo será más difícil si el Gobierno sigue actuando por su cuenta sin preguntar qué opinan los principales afectados.

No preguntar a los implicados supone además el riesgo de tomar medidas ineficaces. Es lo que ocurre con los parches que está poniendo la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Como comentaba recientemente el economista Daniel Lacalle en uno de sus artículos, apagar edificios por la noche tiene muy poco impacto en la demanda de gas natural y enorme en la seguridad. «La demanda de gas natural en un día típico de verano ya cae entre un 20 % y un 25 % entre las 23 horas y las 8 de la mañana (datos de Enagás)», señala.

Frente a los parches, sería más oportuno que España trabajara en una política energética más seria y útil para el país. En lugar de pensar en medidas que dificultan aún más el trabajo de un comercio muy dañado, el Gobierno puede intentar cerrar más acuerdos comerciales con otros suministradores de gas natural para diversificar su suministro, prolongar la vida de las centrales nucleares, continuar desarrollando la energía eólica y solar y desarrollar nuestras reservas de gas natural (España tiene reservas de gas natural para abastecer al país durante 70 años). Serían algunos puntos de una estrategia más lógica, y desde luego más útil que la que nos ha llevado a deteriorar nuestra relación con Argelia, nuestro principal suministrador de gas, mientras aumentamos las compras a Rusia, a pesar de que Sánchez era supuestamente uno de los principales impulsores de una línea dura contra Putin.