Fundado en 1910

Francia ha enfriado el proyecto del gasoducto que conectaría España con el norte de Europa

Crisis energética

La encrucijada del Midcat: entre la necesidad de los alemanes, el pragmatismo francés y la impotencia de Sánchez

El gasoducto que podría llevar el gas argelino al norte de Europa quedará de nuevo aparcado si no se corrige la posición contraria del Gobierno de Macron

De los 400 BCM (400.000 millones de metros cúbicos) de gas natural que la Unión Europea consume cada año, 155 (el 38,75 %) procedieron de Rusia el año pasado. La cifra refleja la dependencia de nuestro continente del gas de aquel país, aunque en unos lugares se nota más que en otros. Alemania importó 80,4 millones de metros cúbicos de gas natural de Rusia en el año 2020, frente a los 66,4 que importó Italia, 59,8 de Países Bajos, 46,3 de Italia o 32,5 de España.

El gas natural es de mucha importancia. El 15 % del que llega a Europa se utiliza para producir electricidad. El 20 % es de uso industrial y la gran mayoría, el 40 %, se usa para calentar los hogares. Casi la mitad de los hogares de la Unión Europea usa calefacción de gas. Es fácil deducir que si Putin corta el suministro en invierno habrá muchos problemas en algunos países europeos.

Los ubicados en el norte y el este de Europa son quienes pueden pasarlo peor, mientras que España puede salvar mejor la situación por su cantidad de regasificadoras y su menor dependencia del gas ruso.

Midcat es una solución

En este contexto, el gasoducto Midcat sería parte de la solución para Alemania, como de hecho apuntó el canciller Olaf Scholz. España podría aportar gas a sus vecinos, aunque la cantidad estaría lejos de salvar al continente en este invierno.

Nuestro país tiene hasta ahora dos conexiones con Francia, que atraviesan los Pirineos a través de Guipúzcoa y Navarra. Permiten enviarles ocho BCM anuales: un 2 % de la demanda europea en 2021. El Midcat sería el tercer gasoducto que uniría España con Francia, en este caso desde Gerona, y aportaría como máximo 7,3 BCM al año.

Los franceses estiman que se trata de una infraestructura cara, que tardaría mucho tiempo en construirse (ocho-nueve meses según la ministra Teresa Ribera) y que no iría en línea con sus objetivos de defensa del medio ambiente.

Tarea para Alemania y para Sánchez

El canciller alemán, Olaf Scholz, sostiene que Europa se habría ahorrado muchos problemas si el gasoducto estuviera construido. La negativa de Macron, sin embargo, le deja en una posición difícil.

Lo mismo le ocurre a Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno español. El interés de los empresarios catalanes en impulsar el proyecto puede caer en saco roto si no son capaces de hacer ver a Macron que es importante.

Mientras las incógnitas se despejan, el invierno está cada vez más cerca, y si los principales afectados no resuelven el problema, los ciudadanos de sus países van a pasarlo muy mal.