Elecciones en Italia
Los tres grandes retos económicos a los que se enfrentará el futuro primer ministro italiano
El Gobierno saliente de las urnas deberá afrontar uno de los momentos más delicados para la economía italiana. La amenaza de la inflación, la supervivencia energética y la estabilidad de las cuentas demandarán de pericia y solvencia política
Italia acude a las urnas en uno de los momentos más tensos para su economía. La crisis de la inflación, la energética o el ajuste que el país deberá hacer de cara a la reactivación de las reglas fiscales necesitarán de un Gobierno sensato y capaz de mantener el rumbo. La salida de Mario Draghi, cuyo papel al frente del Banco Central Europeo (BCE) durante la crisis de 2008 fue decisivo, deja al país huérfano de liderazgo y a su población agotada tras sus enésimas elecciones generales.
El tsunami de la inflación
Es el gran reto de la economía europea, y por supuesto de la italiana. La marcha de Draghi supone la pérdida del gran activo que tenía el país para luchar contra la inflación. Su experiencia al frente del BCE en el momento más duro en la historia del euro, ofrecía al país una ventaja con la que no cuentan el resto de Estados miembros.
Italia cerró agosto con un IPC en el 8,4 %, su cifra más alta en 37 años. Su enorme dependencia de la energía rusa tiene parte de la culpa. «La crisis de los precios exigirá que los gobiernos europeos tomen la difícil decisión de dejar que la inflación se traslade a los hogares para ayudar a reducir la demanda y recalibrar el equilibrio», dice el experto en política monetaria, Miguel Ángel Arranz, que defiende medidas de protección solo para las familias más vulnerables.
La inflación marcó un récord en agosto, al alcanzar el 8,4 %
El Ejecutivo que salga de la cita de las urnas de este domingo deberá marcar una estrategia decidida y coordinada con el BCE. En un informe, la OCDE critica las medidas que la mayoría de los países han aplicado para luchar contra el alza de la inflación. En concreto, el organismo internacional rechaza las rebajas de impuestos y las intervenciones del mercado energético. Afirman que desincentivan la caída de la demanda, tan necesaria para compensar la baja oferta, germen de la situación actual.
«Creemos que la clave puede estar en si el nuevo gobierno contará con las habilidades administrativas para implementar rápidamente las reformas necesarias que le permitan garantizar la financiación de la UE», afirma de Ulrike Kastens, Economist Europe para DWS.
Sin embargo, las subidas de los tipos de interés amenazan con deteriorar la economía y el empleo, generando una ola de malestar en una población cansada de la inestabilidad política en el país. El futuro primer ministro deberá encontrar el equilibrio.
Sobrevivir a dos inviernos marcados por la crisis de la energía
Draghi deja a Italia con las reservas de gas al 80 %. Lo hace a pesar de que el país importa el 90 % de su energía. Italia ha sido –durante los últimos años– uno de los principales clientes de Rusia. El 40 % de todo el gas consumido, procedía de Moscú. Todo ello, ha provocado que los recibos de los italianos se hayan desbocado.
Durante los últimos meses, el Gobierno saliente ha sabido reaccionar. Draghi comenzó a buscar en el mercado a un posible sustituto, y lo encontró al suroeste de sus costas.
Italia ha acordado con Argelia un gran incremento de las compras de gas. Ambos países mantienen unas relaciones «privilegiadas», algo que ha ayudado al –todavía primer ministro– a atar un aumento del suministro de hasta 25.000 millones de m3 para final de año. Sin embargo, los dos inviernos (2022 y 2023) que vienen por delante demandarán más aliados. El nuevo Ejecutivo deberá seguir la senda de Mario Draghi y seguir buscando fuentes alternativas de abastecimiento.
El reto no quedará allí. El futuro mandatario (o mandataria) italiano tendrá que exprimir los recursos públicos para aliviar la carga que los precios de la electricidad y calefacción van a tener para los hogares y empresas con mayores problemas. Todo ello, evitando que el gasto público se le vaya de las manos. «Los Gobiernos deben optimizar el gasto público, no elevarlo. No es el momento de las políticas expansivas», dice Arranz, profesor de Econometría de la Universidad Carlos III.
El equilibrio del déficit
A pesar de que la Comisión Europea anunció que dará mayor flexibilidad a los países de cara a la reactivación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, Italia tiene deberes. Las reglas fiscales que exigen un déficit menor al 3 % y una deuda no superior al 60 %, se reactivarán en 2024. El plazo puede parecer largo, pero demandará de grandes esfuerzos.
La deuda pública italiana superó el 150 % en 2021. Antes de dejar el cargo, Draghi desplegó el cuadro macroeconómico de la economía transalpina. El expresidente del BCE estimó que la economía crecerá al 2,4 % en 2023, que el déficit caería al 3,9 % y que la deuda se mantendría por debajo del 140 %. Sin embargo, estos cálculos son de abril. Desde entonces, la crisis de inflación y energética se ha recrudecido. La lucha del Banco Central Europeo contra el alza de los precios podría echar por tierra estas previsiones.
Teniendo en cuenta que está en juego la financiación de los fondos Next Generation de la Unión Europea, «el nuevo gobierno tendrá importantes incentivos para adoptar una postura constructiva en sus negociaciones con el resto de los socios europeos, lo que podría resultar muy beneficioso para las perspectivas de crecimiento a medio plazo», añade Kastens.
Sin embargo, el cronómetro sigue en marcha para todos los socios del euro, y el nuevo Gobierno debe desplegar una estrategia que acerque a la economía del país a las cifras exigidas.