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José María Rotellar

El espejismo de los contratos indefinidos

El aumento de la contratación indefinida en tasa interanual sigue distorsionada por el cambio habido en la contrarreforma laboral

El Gobierno presume, una y otra vez, del incremento de la contratación indefinida, como símbolo de la fortaleza del mercado de trabajo, aupado sobre los datos récord de la afiliación a la Seguridad Social. Sin embargo, ese mercado de trabajo tiene los pies de barro, porque está construido no sobre ninguna nueva reforma estructural que lo agilice y que potencie la contratación, sino sobre una contrarreforma laboral que supuso un retroceso en la flexibilidad –menor del que en principio iba a aplicar el Gobierno, pero retroceso, al fin y al cabo– y que, por ley, venía a acabar con los contratos temporales, obligando a convertirlos en indefinidos fijos-discontinuos o en contratos a tiempo parcial.

Por tanto, el aumento de la contratación indefinida en tasa interanual sigue distorsionada por el cambio habido en la contrarreforma laboral, que obliga a la conversión en indefinidos, no porque se produzca, realmente, tal incremento. De hecho, de todos los indefinidos del mes de septiembre, que es el último con datos disponibles (559.168), 196.330 son a tiempo parcial y 281.253 son fijos discontinuos. El incremento de fijos discontinuos en el mes supera los 110.000 nuevos contratos, que podrían camuflar contratación temporal.

Por su parte, el incremento de 243.838 contratos indefinidos fijos discontinuos en tasa interanual supone una subida del 651,71%, que da una idea del artificio que supone la conversión de contratos temporales en fijos-discontinuos, no respondiendo a la evolución de la actividad económica real.

En el siguiente cuadro se puede ver el fuerte incremento que se ha dado en los contratos indefinidos fijos discontinuos en el presente 2022. Así, comparando el acumulado de enero a septiembre (que es el último dato disponible de 2022), la variación es la siguiente:

• Entre 2019 y 2022 se han incrementado en 1.470.583 contratos (un 741,6 %).

• Entre 2020 y 2022 se han incrementado en 1.534.008 contratos (un 1.1137,5 %).

• Entre 2021 y 2022 se han incrementado en 1.486.864 contratos (un 811,9 %).

Fuente: elaboración propia a partir de los datos oficiales del Ministerio de Trabajo.

Clarísimamente dicho incremento se debe exclusivamente al cambio en la legislación laboral, no a verdadera actividad económica generadora de empleo. Hay un artificio de alrededor de un millón y medio de este tipo de contratos acumulado en el año, a fecha de septiembre, último dato disponible.

Cuando dichos contratos, antes temporales, acababan, engrosaban las listas del paro. Al pasar a fijos discontinuos, cuando cesen actividad no serán considerados parados. Ahí puede haber, cuando se produzca ese momento, un maquillaje estadístico de casi un millón de parados. Si eso sucede, habrá una clara divergencia con la EPA, que sí que los considerará como parados. Ahora no aplica todavía, al estar la mayoría en activo, pero el efecto se verá cuando cesen su actividad habitual, es decir, cuando antes terminaba su contrato temporal.

La economía y los datos no entienden de artificios. Puede obligarse a la norma a cambiar el tipo de contrato, pero si no se genera actividad económica suficiente, dichos contratos, del tipo que sean, desgraciadamente se destruirán, que es el camino por el que nos lleva la equivocada política económica del Gobierno, basada en gasto desmedido, impuestos cuasi confiscatorios, déficit crónico, deuda exponencial e inseguridad jurídica. Es el mismo camino que siempre suele tomar la gestión socialista: la penuria económica.

  • José María Rotellar es profesor de la Universidad Francisco de Vitoria