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El primer ministro neerlandés, Mark RutteEFE

Crisis energética

Europa podría perder su principal yacimiento de gas a las puertas del invierno

La sobreexplotación del campo neerlandés de Groningen –el mayor de Europa– dispara el riesgo de seísmos en la zona. Su cierre afectaría a Alemania, Francia e Italia

Países Bajos se plantea cerrar el mayor yacimiento de gas de Europa. El estallido de la crisis energética, y el corte del suministro ruso han sobrecargado la actividad del campo de Groningen durante los últimos meses. El incremento de la producción–duplicada desde inicios del año– ha desatado el riego de seísmos en la zona disparando las alarmas y anticipando un cierre que estaba previsto para 2023 o 2024.

Según publica Bloomberg, el Gobierno liderado por Mark Rutte está rechazando las llamadas que le solicitan mantener, e incluso elevar, la producción de cara al invierno. Sin la inestable veta neerlandesa, la Unión Europea pierde un pilar fundamental para apuntalar su supervivencia energética durante los próximos meses.

De momento, las autoridades siguen discutiendo el futuro de la fuente de energía. La situación «podría obligarnos a tomar esa decisión», dijo el ministro de Energía Hans Vijlbrief, sobre la posibilidad de un cierre. Aun así, el país reconoce el papel que el yacimiento juega para garantizar la seguridad en hospitales, escuelas y hogares europeos.

La mayor parte de los analistas advierte de que cualquier imprevisto podría desestabilizar la estrategia que los Veintisiete han marcado para evitar que la crisis de la energía produzca estragos en los hogares. Holanda exporta principalmente a Francia, Alemania e Italia, tres de los países que peor situación presentan de cara al invierno.

Los consultados por El Debate confirman que los hogares alemanes podrían estar abocados a «apagones, racionamientos y restricciones», dice el investigador del CSIC, Antonio Turiel. Lo mismo podría ocurrir en Francia, inmersa en un grave problema derivado de cierre de 26 de sus 56 reactores nucleares. París sufre las consecuencias de su enorme apuesta por la nuclear, a las que se suman la tormenta energética que afecta a todo el viejo continente.

Groningen, el gran conflicto de Rutte

El riesgo que implica la extracción de gas en el campo de Groningen, al norte de Países Bajos, no es nuevo. Durante los primeros coletazos de la crisis del gas –el pasado mes de enero– varios técnicos alertaron de los peligros de mantener el yacimiento operativo. Lejos de frenar su actividad, el Ejecutivo holandés optó elevar la producción desde los 3,9 bcm a los 7,6 bcm. El objetivo era responder a los problemas de suministro que los países comunitarios ya comenzaban a sufrir por parte de Rusia.

Desde 2013 , el yacimiento ha provocado más de un centenar de terremotos

«La compactación causa hundimiento en la superficie. A mayor compactación, mayor hundimiento. En gran parte de la provincia de Groningen, el suelo se está hundiendo como resultado de la extracción de gas», reconoce el gestor neerlandés NAM.

La inestabilidad de la veta –explotado por ExxonMobil y Shell– ya había provocado terremotos en la zona. Durante la última década los vecinos no han dejado de sentir los temblores. Desde 2013 se han registrado más de un centenar de movimientos sísmicos de magnitud relevante, 16 de ellos durante 2022. Según la información publicada por la agencia Bloomberg, de las 327.000 viviendas ubicadas en la región, al menos 127.000 han sufrido algún daño derivado de los seísmos.

Las familias afectadas no han dejado de presionar para que se cierre el yacimiento, que durante los últimos 60 años ha generado 428.000 millones de euros de beneficio. Según el diario Het Financieele Dagblad, 363.700 millones han ido a parar al Estado. En contra, los hogares que han sufrido daños siguen reclamando una compensación, que en muchos de los casos no ha llegado. El propio Mark Rutte se disculpó públicamente en 2019, durante una intervención en el Parlamento.