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La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von Der Leyen, parece decidida a poner freno a la deuda desproporcionada.Lu Tolstova

La semana económica

Europa dice a España basta con la deuda. ¿Irá ahora en serio?

La Comisión Europea avisó el pasado miércoles de que la fiesta de la deuda se acaba. Es verdad que la pandemia primero y la invasión de Ucrania después han obligado a los países a realizar gastos extraordinarios y a endeudarse más, pero en algunos casos la necesidad se ha llevado al extremo; sin ir más lejos, se ha visto en España. Nuestro país es el que más se ha endeudado en la Unión Europea en los dos últimos años: nuestros veinte puntos de incremento de deuda casi doblan los 11,5 de media en la eurozona.

La carrera de Sánchez por ser el gran campeón de la deuda mundial parecía que no tenía freno, hasta que la Comisión Europea, presidida por Úrsula von der Leyen, le ha dicho que pare. Nuestro país tendrá que ir ajustándose en un periodo de siete años al 60 % de deuda sobre PIB que marca Bruselas, algo que hoy en día suena a risa teniendo en cuenta que estamos en el 116 %, pero es el plazo que ha señalado la Comisión para meter en cintura a las economías más problemáticas, entre las que ha considerado que se encuentra la nuestra. ¿Irán ahora en serio?

A estas alturas del año, no sabemos a quién tocará empezar a hacer ese ajuste. Desconocemos quién ganará las elecciones del año que viene. Lo que sabemos es que esa deuda no va a reducirse a corto plazo. Al menos así lo considera el Banco de España. En su Informe de Estabilidad Financiera presentado el viernes señalaba que la deuda seguirá en niveles elevados los próximos años, y que en 2024 espera que se sitúe en el 109 %. Sigue siendo un dato muy elevado, si tenemos en cuenta que en 2019 estaba en el 98 % o que en 2008 no llegaba al 40 %, por poner algunos ejemplos.

Lo malo de la deuda es que hay que pagarla, y el dinero con el que se abona, que sale de los impuestos de los españoles y de un mayor endeudamiento, no servirá para invertir en el país, como todos desearíamos, sino para pagar las deudas. Habrá que agradecérselo, especialmente los jóvenes, al Gobierno que está disparando la deuda y que nunca habla de ahorrar gasto público superfluo.

El Banco de España avisa de que esa deuda que hay que pagar será más cara por la elevación de los tipos de interés, si bien es cierto que de momento no parece preocuparle mucho. Según explica en su Informe de Estabilidad, la vida media de la deuda pública española es elevada. Añadido a que las instituciones europeas se han dotado de ciertos instrumentos de política económica, da un cierto margen temporal a España para que normalice sus finanzas públicas en el momento más adecuado.

Pero que haya un cierto margen, no quiere decir que la cuestión pueda olvidarse, como le gustaría a Sánchez o a quien le toque. La Comisión dejó claro que el plan de reducción de deuda dependerá de lo endeudado que esté cada país. Los muy endeudados como España podrán demorarse hasta siete años en alcanzar el objetivo del 60 %, pero será a cambio de que realicen reformas o inversiones. Si no cumplimos, dicen que nos multarán.

Los países que tengan una deuda baja no tendrán que hacer ajustes, como España. Es el premio a quien mantiene la casa en orden, a diferencia de nuestro país. El actual Gobierno ha considerado oportuno gastar de manera habitual más de lo que ingresa, con un déficit estructural que se sitúa en unos 50.000 millones de euros, según diferentes expertos. Es el momento de ver si la Comisión Europea se decide a poner orden en este desaguisado. Hasta ahora lo ha hecho comprando deuda (más de 270.000 millones en los tres últimos años, más de 605.000 millones acumulados en la actualidad). Ahora parece que exigirá algo a cambio, alentada por los países más austeros, hartos de cumplir mientras otros se dedican a gastar como manirrotos, y habrá que ver hasta dónde se decide a llegar.