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José Manuel Cansino

Samsung y España

Convencer a Samsung para que instale una de sus fábricas en España sería un gran logro para España gobierne quien gobierne. Atraer finalmente este tipo de inversiones depende, en muy buena medida, de la eficacia de la acción diplomática

Mientras en España se devalúa el Código Penal ajustándolo a la medida de los condenados por el fallido golpe de estado en Cataluña en 2017, el presidente del Gobierno viaja a Corea del Sur para convencer a la multinacional Samsung de levantar una fábrica de microchips en nuestro país.

Samsung es uno de los cuatro fabricantes mundiales de estos componentes. Sumados estos cuatro fabricantes acaparan el 90 % de la producción mundial. En tan estrecha lista acompañan a Samsung las multinacionales TSCM, UMC, GlobalFoundries y SMIC. La concentración de las manufacturas de microchips en unas pocas empresas se acompaña de la también concentración de esta actividad en un escaso número de países; Taiwán (63 % del total de la producción mundial), Corea del Sur (18 %), China (6 %) y EE.UU.

En el mes de mayo el Gobierno español aprobó el denominado Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica de Microelectrónica y Semiconductores (abreviadamente, PERTE Chip). Para este programa se prevé movilizar una inversión pública de 12.250 millones de euros en acciones plurianuales que se extenderán hasta 2027. Esta cifra lo coloca como el PERTE con mayor volumen de inversión pública de entre los 11 aprobados hasta ahora.

La decisión del Gobierno español está en línea con las prioridades de la Comisión Europea que el pasado mes de febrero anunció la Ley Europea de Chips (Chips Act). El objetivo de la Comisión Europea es duplicar la cuota de producción de microchips de los países de la UE a nivel mundial, hasta alcanzar el 20 % hacia 2030 –fecha mágica para casi todo–. Para ello está previsto movilizar 43.000 millones de euros a lo largo de la próxima década; apenas el doble de la apuesta española.

Visto globalmente, la aspiración de España, del conjunto de socios de la UE y de otros países como EE.UU. es desacoplarse de la dependencia tecnológica asiática y alterar una cadena de valor global tan sólida como la de los microchips en menos de una década ¿Es esta apuesta creíble o ingenua?

El economista Pedro Álvarez ha señalado en un documento publicado por el servicio de estudios de CaixaBank, que las fortalezas de la industria española para atraer una fábrica de microchips están principalmente en las fases de innovación, diseño y simulación. Estas etapas son las que concentran el mayor valor añadido de la cadena de valor de los microchips. También son las que requieren de más talento y personal cualificado. El mismo autor subraya que España cuenta con varios proyectos de tecnologías de la información (IT) con cierto reconocimiento internacional: (I) el desarrollo de arquitecturas alternativas (Barcelona Supercomputing Center); (II) el desarrollo de la fotónica integrada (Universidades Politécnica de Valencia, Vigo y Madrid), y (III) el desarrollo de chips cuánticos (Instituto de Ciencias Fotónicas y el CSIC). A lo anterior habría que añadir el proyecto Quantum Spain, en el que participan 25 centros ubicados en 14 regiones.

Convencer a Samsung para que instale una de sus fábricas en España sería un gran logro para España gobierne quien gobierne. La multinacional ya tiene una gran factoría operando desde hace 25 años en la ciudad de Taylor (Texas). Ahora la está ampliando con una inversión de 17.000 millones de dólares y sería razonable instalar otra en Europa habida cuenta de la importancia de la industria automovilística europea; una de las más dependientes de este componente. Idealmente, a España le interesaría no sólo la fabricación de microchips sino que los que se fabricasen se hubiesen desarrollado con tecnología española. Puestos a ser ambiciosos, la cadena de valor de los microchips también es muy profunda y requiere de toda una industria auxiliar que incluye desde el diseño de las máquinas que los ensamblan, la fabricación de obleas o el diseño de los circuitos que se insertan en trocitos de silicios de apenas unos nanómetros. Pero levantar la planta de fabricación sería un respaldo clave para impulsar todo el ecosistema industrial de las empresas auxiliares.

Atraer finalmente este tipo de inversiones a España depende, en muy buena medida, de la eficacia de la acción diplomática. Disponer de talento suficiente, ubicación estratégica, clima suave y una potente industria del automóvil es importante, pero no suficiente. España realiza una tímida acción exterior en la propia proyección de su marca y esto es una gran debilidad. Como destino turístico nos proyectamos por inercia y por los millones de embajadores que tenemos en forma de turistas que luego regresan a sus hogares y recomiendan nuestro país. Sin embargo, la acción diplomática de proyección de la marca España malvive lastrada de los propios complejos internos. La misma iniciativa de «marca España» con rango de Secretaría de Estado (luego con el nombre de España global) fue suprimida por el mismo presidente que ahora visita Corea para convencer a Samsung de levantar aquí su fábrica. Esto ayuda poco. Muy poco.

  • José Manuel Cansino es catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino