Análisis económico
¿Hay alguien mandando en la Unión Europea?
Todo va de mal en peor, y la presidenta de la Comisión lo único que hace es mirar a Pedro Sánchez mientras este le roba la cartera
Cada día, y de una forma más profunda, me hago la misma pregunta: ¿hay alguien mandado en la Unión Europea? Alguien puede pedirme que explique por qué hago esta pregunta.
Muy sencillo: cuando una empresa está bien gestionada, todos los miembros de la organización funcionan como una orquesta bien dirigida. El director comercial se dedica a vender, el director técnico a resolver las incidencias técnicas, el de almacén a que se repongan las mercancías y que salgan los pedidos en tiempo, la administración a contabilizar y a cobrar y todo parece fácil y sencillo.
Úrsula Von der Leyen es la presidenta de la Comisión y tiene nada más que tres vicepresidentes. En total, entre altos comisionados y comisarios, incluyendo a Von der Leyen y los tres VP, hay 27 ejecutivos.
Con tanto ejecutivo y sus grupos de ayuda, jefes de gabinete y asesores, esto debería funcionar como la Filarmónica de Viena y el concierto de año nuevo, que siempre es una maravilla.
Pero en la Unión Europea, hoy todo va marcha atrás. La inflación en octubre era de un 11,1 %, pero la de la alimentación y bebidas no alcohólicas era del 17,3 %, con países como Hungría, a la que no solo no se ayuda, sino que se persigue, que tiene un 40 % de inflación en esta línea.
Hace tiempo que además no se controlan los gastos de los países, que pueden hacer lo que les da la gana. La deuda en la Unión Europea no para de crecer y es una de las grandes razones de la inflación que tenemos.
La energía, por culpa de la ya desgastada Agenda 2030, se ha puesto a niveles intolerables.
Los crecimientos económicos han desaparecido en todos los grandes países y solo crecen los pequeños y los que están cercanos a las fronteras con Rusia.
Todo va de mal en peor, y la presidenta lo único que hace es mirar a Pedro Sánchez mientras este le roba la cartera.
Llevo más de seis meses diciendo que hay que poner freno a nuestro déficit comercial con Rusia y con China. Pues bien: se acaban de publicar los resultados a octubre y la situación no solo no ha mejorado, sino que empeora mes a mes.
Sólo China nos ha llevado a un déficit comercial, que no es otra cosa que el resultado de restar a las exportaciones las importaciones que hacemos con ese país, de 336.278 millones de euros.
En lo que va de año le hemos vendido a China la nada despreciable cifra de 190.102 millones de euros, pero les hemos comprado 526.379 millones de euros. Para que nos hagamos una idea de lo que esta cifra significa, es la suma del PIB de Portugal e Irlanda o es igual al PIB de la sexta economía de Europa, Polonia, y todavía quedan dos meses para terminar el año.
Tengo la sensación de que Eurostat publica estos números, pero los comisarios correspondientes ni miran si hacen algo con ellos.
Veamos qué está pasando:
Ya hemos dicho que China, y con diferencia, es nuestro gran problema, y tendremos que hacer algo. Los chinos no solo no cumplen ninguna de las reglas que exigimos a los europeos de emisión de CO2 y gases invernadero, sino que son los mayores emisores del mundo. Penalizamos a las empresas europeas con impuestos especiales, las hacemos menos competitivas, les complicamos la vida para terminar comprando a China en diez meses más de medio billón de euros y creamos un déficit comercial de 336.000 millones de euros.
Le seguimos pagando la guerra a Putin. Le hemos dado a Rusia un superávit de 134.644 millones de euros, que es lo mismo que darle la capacidad de financiar una guerra que, por otro lado y del modo fariseo tradicional, le llamamos sátrapa, dictador y otros muchos calificativos que salen de la boca de miembros de la Comisión Europea.
Hay otros dos países que se están beneficiando de forma sustancial del error estratégico en la agenda energética de Europa. Son Noruega, con la que estamos en camino de llegar a final de año con un déficit de casi 100.000 millones de euros, y Argelia, que no era uno de los países importantes en las relaciones con la Unión, pero a pesar de la ruptura con España, por la falta de criterio del Gobierno español, ha establecido una relación con Italia, que le está produciendo unos réditos muy satisfactorios para los argelinos. Ya tenemos con ellos un déficit de 22.297 millones.
Le siguen a estos países India, Taiwán y Corea del Sur, con los que mantenemos unos déficit razonables y no comparables con China y Rusia. Todo ello a pesar de que India es otro de los grandes emisores de CO2 y por lo tanto las empresas de ese país compiten mucho más fácilmente con las empresas europeas.
Nuestros grandes «benefactores» son, sin duda, Estados Unidos, a los que vendemos 123.000 millones más de lo que les compramos; los británicos, que cada vez que piensen de qué les ha servido el Brexit, se dan cuenta si miran estas cifras, y es que Europa les sigue vendiendo casi 88.000 millones de euros más en solo diez meses y que van a tener un déficit con la UE de más de 100.000 millones, y por último Suiza, que sigue siendo aportadora en 33.000 millones de euros para paliar el déficit chino.
Podemos ver también que somos deficitarios con África, pero sobre todo con los países de la OPEP, y que con Sudamérica estamos con un ligero superávit.
Visto esto, vuelvo a hacer la pregunta del principio: ¿hay alguien mandando en la UE?
Mientras buscaba cómo terminar este artículo, me encuentro en El Debate un artículo de Mayte Alcaraz. Su titular es «Úrsula la groupie de Sánchez» y se lo recomiendo a todos los lectores.
Coincido con Mayte. No sé qué le habrá dado «Dear Peter» a Von der Leyen, pero está siendo muy malo para España. Además la tiene completamente despistada de lo que es su labor, entre otras que sus comisarios saquen una nueva agenda que no sea verde, no hace falta tampoco que sea rosa o marrón, que redefina la estrategia energética y la estrategia alimentaria.
Por favor, señores de la Unión, pónganse las pilas. Europa lo está pasando muy mal y la culpa no la tiene Putin. La tienen quienes mandan en Europa, además de los presidentes de cada país, incluido «Dear Peter».