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José María Rotellar

El espejismo de la economía española se está desvaneciendo

Sánchez quiere hacernos creer que es de día cuando es de noche, pero sus trucos cada vez son menos creíbles

Como escribía la semana pasada en El Debate, aunque los datos de contabilidad nacional trimestral muestren todavía un crecimiento positivo, la revisión por parte del INE de la contabilidad nacional indica claramente una desaceleración, cuya tendencia a la baja se intensifica. Nos encontramos, por tanto, en un espejismo que poco a poco se va desvaneciendo.

Ahora, la cosa no queda ahí. El presidente del Gobierno proclamó en su balance de 2022 que este año que se ha terminado ahora iba a registrar un crecimiento por encima del 5 %, mejor de lo previsto, elemento que demostraba la pujanza de la economía española. No es cierto, sino que se trata de un truco más de los que, a imagen de un prestidigitador, nos tiene acostumbrados el presidente Sánchez para tratar de hacernos ver que es de noche cuando es de día, y viceversa.

Puede que el crecimiento final de 2022 se quede algo por encima del 5 %, aunque habrá que verlo no sólo en el avance de los datos de contabilidad nacional de dicho año, sino, sobre todo, en las posteriores revisiones. Ahora bien, dicho crecimiento es muy inferior al que inicialmente previó el Gobierno en su cuadro macroeconómico de los Presupuestos Generales del Estado para 2022, al estimarlo en un 7 %. Es decir: Sánchez alardea de ir a crecer alrededor de dos puntos menos de lo que el Gobierno estimó para dicho año, que tuvo que rebajarlo después, pero que ya era fantasioso cuando se presento del proyecto de 2022.

Por otra parte, se olvida de hablar de 2023, donde también de manera irreal estima un crecimiento del PIB del 2,1 %, a todas luces inalcanzable –salvo sorpresa impensable hoy día con los datos actuales con los que se cuenta–. Es más: el conjunto de instituciones, nacionales e internacionales, españolas y extranjeras, que realizan predicción económica, estiman un crecimiento muy inferior a esa cifra para la economía española.

Así, BBVA estima un 1,2 %; Funcas, Banco de España, un 1,3 %; la AIReF, un 1,5 %; la OCDE, un 1,3 %; el FMI, un 1,2 %; y la Comisión Europea, un 1 %, que da una media al panel del 1,2 %. Es decir, en media, el crecimiento estimado para España es casi un punto inferior al previsto por el Gobierno.

Esto muestra que las cuentas públicas están mal diseñadas. Intentará suplirlo con el crecimiento de la inflación, que le sujeta el PIB nominal y que le produce unos grandes ingresos adicionales por la inflación, pero en el momento en el que los ingresos comiencen a fallar, el problema presupuestario puede ser de grandes dimensiones.

Todo ello, en un contexto de incertidumbre máxima, inseguridad jurídica por el comportamiento del Gobierno, en el que España no ha recuperado todavía el nivel de actividad económica real previa a la pandemia, y con el mantenimiento del triste liderazgo de la tasa de paro en Europa que dobla a la media de la UE y de la eurozona.

Con ello, no podemos contar con buenas perspectivas para 2023, máxime en un año electoral donde Sánchez va muy por detrás en las encuestas y hará todo lo que pueda por mantenerse en el poder, que se traducirá en más gasto. Esa realidad económica es la que tenemos para 2023. Muy feliz año para todos los lectores de El Debate.