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La ministra Ione Belarra en el acto de Podemos.Fabián Simón - Europa Press

Belarra ataca al presidente de Mercadona llamándolo «capitalista despiadado» y le acusa de «llenarse los bolsillos»

Vuelve a insistir con el control de precios de la alimentación, una estrategia que nunca ha funcionado

La ministra Ione Belarra ha participado en un acto de Podemos en el que ha llamado «capitalista despiadado» a Juan Roig, presidente de Mercadona, a quien ha acusado de estar «llenándose los bolsillos» como consecuencia de la subida de los precios de la alimentación propiciada entre otros factores por las consecuencias de la invasión de Ucrania.

Belarra no ha hablado del impacto de los costes energéticos sobre las empresas de distribución ni del aumento de los costes de las materias primas para los productores. Tampoco del hecho de que Mercadona gana solo entre uno y tres céntimos antes de impuestos por cada euro que vende, un margen evidentemente muy estrecho.

Belarra llama «capitalista despiadado» a Juan Roig, que compró a sus padres unas tiendas de ultramarinos en un pueblo de Valencia en el año 1977 y las ha convertido en una empresa, Mercadona, con 1,662 tiendas repartidas por la Península Ibérica (29 en Portugal), 27.819 millones de euros de facturación y más de 96.000 empleados, a los que acaba de subir la nómina de acuerdo con el IPC de diciembre.

Belarra, por su parte, es licenciada en Psicología por la Universidad Complutense y fue directora de Cruz Roja Juventud en Navarra, Técnico de Inserción Sociolaboral para la Comisión Española de Ayuda al refugiado (CEAR) e investigadora en la Universidad Autónoma de Madrid y en el Centro Nacional de Investigación Educativa. Con la autoridad que le da ese curriculum y su puesto de ministra, no solo ha criticado a Juan Roig, sino que ha vuelto a insistir en su propuesta del control de precios de la cesta de la compra.

Como ya hemos explicado en este periódico de la mano del catedrático Mikel Buesa, el control de precios de la alimentación no ha funcionado nunca. En España se aplicó durante una determinada época del franquismo. Con el pretexto de que los especuladores aprovechaban su poder para fijar precios altos para la población, se controlaban y se aplicaban sanciones a quien incumpliera los límites. Con el paso de los años, la experiencia demostraba que el control de precios servía para que los productores más eficientes ganaran cuota de mercado y para que se desarrollara el mercado negro. Quienes no podían vender a esos precios limitados se salían del mercado oficial. En una situación de restricción de oferta (aceite, cereales, pollo), el principal efecto del control de precios era la retirada del mercado legal de parte del producto para venderla en el mercado negro. En este caso las principales perjudicadas son las personas con menor nivel de renta. El control de precios se mantuvo durante muchos años en España, y hoy sigue en pocos ámbitos: básicamente en los taxis, la ITV y los medicamentos genéricos.