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José María Rotellar

Las trampas del mercado laboral

El Ejecutivo presume de buena evolución del mercado laboral gracias a la afiliación a la Seguridad Social y al paro registrado, pero la realidad es otra

El Gobierno presume de la evolución del mercado laboral, basándose en las cifras de afiliación a la Seguridad Social y en las de paro registrado, pero la realidad, desgraciadamente, no es la que el Ejecutivo dibuja, sino otra bien diferente, como podemos analizar detalladamente a continuación:

  • El Gobierno introdujo en su contrarreforma laboral el fin de los contratos temporales para casi todos los casos, obligando a llevar a cabo su transformación en contratos indefinidos fijos-discontinuos o e indefinidos ordinarios.
  • Con ello, trataba de conseguir por un mero artificio legal que la mayoría de los nuevos contratos fuesen indefinidos, para tratar de vender que su reforma laboral aportaba estabilidad.

Sin embargo, la realidad es bien distinta, pues el incremento de contratos indefinidos que se produce es, en su mayoría, o a tiempo parcial, o los mencionados fijos-discontinuos o indefinidos ordinarios en los que muchos de ellos no superan el período de prueba, es decir, que se convierten de facto en temporales.

  • Los demandantes de empleo ocupados, donde se encuadran los indefinidos fijos-discontinuos que cesan actividad, aumentó en diciembre en 31.227 personas y llega a 1.102.523 personas.
  • Si los sumamos a los 123.463 personas en los que aumentó en octubre y a las 110.697 que aumentó en noviembre, llegamos a la cifra de 265.387 nuevos demandantes de empleo ocupados, que se explicarían por el cese de actividad de fijos-discontinuos, que antes, al cesar actividad pasaban a la situación de parados y ahora quedan excluidos de la relación del paro registrado.
  • Al analizar el acumulado del año, entre enero y diciembre se han creado 2.319.527 contratos indefinidos fijos-discontinuos, que supone un incremento de 2.056.616 contratos sobre el mismo período del año anterior, que da imagen del artificio creado por el cambio de normativa.
  • Hay, al menos, un artificio de más de un millón y medio de este tipo de contratos acumulado en el año, con muchos trabajadores que firman varios contratos indefinidos a lo largo del mes al haberse prohibido la contratación temporal y no optar algunas empresas por la figura del fijo-discontinuo, sino por breves contratos indefinidos.
  • ¿Por qué este cambio? Por dos razones: para generar el mencionado falso artificio de incremento de contratos indefinidos y para evitar un incremento de las cifras del paro cuando las personas que tenían antes contratos temporales cesasen su actividad.
  • Este último punto maquilla las cifras del paro registrado. Antes, al cesar la actividad los contratados temporales, es decir, cuando finalizaba su contrato temporal, iban al paro. Ahora, no. Los fijos-discontinuos, por Orden Ministerial de 1985 quedan excluidos del paro registrado, a diferencia de la metodología que sigue el INE para la EPA, ajustada a la metodología de la Organización Internacional del Trabajo, que sí que considera a los fijos-discontinuos como parados.
  • No es que se haya modificado ahora la exclusión de las cifras de paro registrado de los fijos-discontinuos, sino que antes en esa tipología de contrato se encontraban los trabajadores que, efectivamente, por sus características laborales tenían esa naturaleza de contrato. Ahora, al incluir ahí a los antiguos temporales, les dan el mismo tratamiento, obteniendo como resultado la exclusión de decenas de miles de personas del paro.
  • Es decir, puede haber un enmascaramiento de parados en gran parte de toda esa cifra. En la afiliación a la Seguridad Social no hay artificio, porque los afiliados a la Seguridad Social son excluidos como afiliados en alta cuando pasan a los períodos de inactividad, es decir, causan baja en el cómputo de la serie de afiliados a la Seguridad Social. Por tanto, el artificio se encuentra en el paro registrado.

Todo ello, genera confusión, desconfianza en las cifras que se están incluyendo y rompe toda posible comparación con la serie histórica, al tiempo que deja entrever que el mercado laboral evoluciona mucho peor de lo que quiere transmitir el Gobierno, aunque es posible que en los próximos meses no pueda maquillarse ni siquiera con este artificio normativo.

  • José María Rotellar es profesor de la Universidad Francisco de Vitoria