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El ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá.

El ministro de la Seguridad Social, José Luis EscriváEFE/Nacho Gallego

Escrivá atasca el paro y las pensiones con el Ingreso Mínimo Vital

La gestión de esta prestación retrasa el pago del resto y dispara el número de quejas de los ciudadanos

El Ingreso Mínimo Vital (IMV) está provocando un atasco considerable en la gestión de las demás prestaciones que proporciona el Estado. Según confirman desde CSIF, sindicato mayoritario en las Administraciones Públicas, el cobro de la prestación por baja laboral, paternidades o maternidades o el reconocimiento de la pensión ha pasado a tardar entre dos y tres meses, cuando antes se obtenía a los quince días o en el mismo mes. El caso de los pensionistas puede ser más incómodo: tras haber finalizado su vida laboral en diciembre, se encuentran con dos meses en los que no tienen ingresos, hasta que les llegue la pensión.

Los funcionarios no dudan de que el atasco está provocado por el Ingreso Mínimo Vital. Absorbe la mayoría de su tiempo y tienen que restar dedicación a otras tareas. «El 40-50 % del tiempo de trabajo en los CAISS (Centros de Atención e Información de la Seguridad Social) es para el Ingreso Mínimo Vital. El 60 % es para citas telefónicas», indica un portavoz del CSIF. En su opinión el gran fallo de Escrivá ha sido no dotar de una estructura propia la atención al Ingreso Mínimo Vital. Está ocupando la mayor parte del tiempo de los funcionarios, entre otras cuestiones, porque llegan muchas solicitudes que no son apropiadas. «El 70 % se rechaza: la mitad, porque no tiene derecho a la prestación (una vez examinada su petición), y la otra mitad porque le falta documentación, algo que retrasa más la concesión de la ayuda», apuntan desde el CSIF.

A esta absorción del tiempo de los funcionarios se une el hecho de que la plantilla de la Seguridad Social se ha reducido de 36.000 a 26.000 efectivos en los diez últimos años. Con menos plantilla tienen que atender el volumen añadido del IMV, y dicen que esta circunstancia también contribuye a retrasarles la gestión.

La demora en la concesión del IMV varía en función de donde se concedan. En ciudades como Sevilla tardan un mes, un periodo razonable, mientras que en otras como Barcelona llegan a los seis-siete meses. «La falta de personal, de una atención presencial al público en la que se le puedan dar unas pautas, retrasan aún más el proceso», afirma el portavoz del CSIF. De momento las cifras son las que salen en esta tabla.

En opinión de Ricardo Aguirre, portavoz de CSIF en la Seguridad Social, buena parte del problema con el IMV está en que ha requerido cinco o seis instrucciones distintas para detallar los requisitos de los beneficiarios, y en que la mala comunicación del Gobierno ha hecho pensar a muchos que podían acceder a la prestación cuando no era así. Como consecuencia están los 2,2 millones de solicitudes que se han quedado en 552.659 aprobadas, con la consiguiente carga de trabajo para los funcionarios que tenían que analizar la documentación. «Escrivá nos ha metido a todos en un embudo», señala. Debajo está la prueba en forma de llamadas de atención al ciudadano.

A estos problemas se añaden el reclamo de los ingresos indebidos, cuya devolución se ha solicitado a los beneficiarios al haber cambiado sus circunstancias y ha indignado a muchos que no lo entendían (al final se ha perdonado a determinados hogares), y el famoso autobús del Ingreso Mínimo Vital, fuertemente criticado por los sindicatos por considerarlo «un panfleto publicitario» de escasa utilidad. Como ejemplo ponen que el autobús se situara a 650 metros de la Dirección Provincial del INSS de Valencia, en donde los solicitantes «podrían hacer exactamente lo mismo sin tantas alharacas y concurrencia de altos cargos para fotos varias»: conocer la prestación y saber si tienen derecho a ella y solicitarla en caso de que lo tengan sin cita previa.

Los sindicatos lo llaman el autobús del ridículo, y dicen que «este tipo de actitudes y políticas que solo buscan una imagen falsa de lo que ocurre son las que están arruinando la gestión de la Seguridad Social, en cuyas puertas cada día se forman colas de ciudadanos que quedan sin atender, millones de llamadas desbordadas que nadie contesta y millones de intentos frustrados de conseguir una inasequible cita previa que nadie registra».

Como se puede ver sobre estas líneas, el caos que ha provocado Escrivá con el Ingreso Mínimo Vital se ha traducido en multitud de quejas de los ciudadanos que se han disparado en el año 2022.

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