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A cierre de 2022 había 594.200 trabajadores fijos discontinuos.Europa Press

Fijo discontinuo: más seguro que ser temporal, pero lejos del empleo deseado

Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), a cierre de 2022 había 594.200 trabajadores fijos discontinuos

El empleo fijo discontinuo, impulsado en la reforma laboral para frenar la temporalidad, creció 1,2 puntos en 2022 hasta suponer el 3,4 % del total de asalariados, una tasa mayor entre mujeres y jóvenes, colectivos que destacan la seguridad de esta modalidad aunque preferirían tener un contrato fijo ordinario.

Los trabajadores sondeados por EFE señalan la relativa tranquilidad de los periodos de inactividad sin la necesidad acuciante de tener que buscar otro empleo y son conscientes de que se trata de un tipo de contrato con más garantías que el temporal, pero lo ven menos ventajoso que el indefinido ordinario.

Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), a cierre de 2022 había 594.200 trabajadores fijos discontinuos, el 3,4 % de un total de 17.371.500 asalariados, una tasa que sube al 4,2 % para las mujeres (1,3 puntos más que en 2021) y al 4,4 % para los menores de 25 años (3,6 puntos más). La temporalidad, sin embargo, se ha reducido en mayor medida, al pasar del 25,38 % en 2021 al 17,93 % en 2022.

«Yo creo que da mucha más seguridad que un contrato eventual, que no sabes si te van a llamar o no», explica Esther, jefa de cocina en un comedor escolar del sur de Madrid que lleva más de treinta años trabajando con un contrato fijo discontinuo.

En una conversación con EFE, Esther cuenta que siempre ha tenido la seguridad de que iba a trabajar el curso siguiente, ya que sus dos meses de inactividad coinciden con el parón veraniego, si bien apunta que «no es la misma estabilidad» que tiene un indefinido ordinario, porque no cobra igual los meses que está inactiva, en paro, ni el total de las pagas extraordinarias.

Añade que mantener en el tiempo esta fórmula ha sido posible porque la fuente de ingresos principal en su hogar es su marido y que preferiría poder trabajar un mes más y luego tener su mes de vacaciones, «como tiene la gran mayoría de gente».

Mario, carretillero en John Deere, cuenta que comenzó con un contrato temporal de seis meses, pero que, como salió adelante la reforma laboral, le hicieron fijo discontinuo y estuvo en 2022 otros seis meses así, hasta que entró en inactividad a principios de año.

«No voy a estar seis meses y luego no me llamarán nunca más, tengo en principio asegurado que me van a llamar mientras que surja trabajo», destaca, e indica que a finales de febrero volvió a su puesto.

Además, al tener ese contrato, puede participar en procesos de promoción interna con los que conseguir un contrato indefinido ordinario, algo a lo que no tenía acceso siendo temporal.

«Se puede vivir de eso», señala Iván, músico con contrato fijo discontinuo en una empresa que activa su contrato para los eventos, que se acumulan principalmente en verano, de gira, mientras que el resto del año la actividad se reduce a algunos fines de semana. «Te da esa garantía de que cuando necesiten un servicio como el que tú prestas van a contar contigo», afirma.

Para Víctor, profesor de música en un instituto privado y profesor de flauta travesera en un conservatorio privado y en extraescolares de otro colegio, tener tres contratos fijos discontinuos le aporta estabilidad económica y laboral, pero dice verse en desventaja «en comparación con otros compañeros que son directamente fijos», a lo que suma el inconveniente de los desplazamientos al estar pluriempleado.

Mejora respecto a los temporales

Fuentes del BBVA Research consultadas por EFE indican que «el contrato fijo discontinuo representa una mejora con respecto a los contratos temporales», aunque apuntan que será necesario evaluar las repercusiones de su incremento.

«Es un contrato indefinido y, por tanto, incorpora los derechos de protección al empleo asociados a dicha modalidad», apuntan las mismas fuentes, y señalan tanto las ventajas para el trabajador –una mayor certidumbre que se traduce en un mejor desempeño– como para la empresa –un impacto positivo en la productividad y la reducción de costes de búsqueda y contratación–.

Fuentes sindicales inciden también en la mejora de las condiciones para los trabajadores que han pasado de ser temporales a ser fijos discontinuos, porque ahora tienen la seguridad de que tendrán que contar con ellos cada vez que haya actividad.

No cuentan como parados

La oposición asegura que no contar a los fijos discontinuos como parados registrados en los periodos de inactividad supone maquillar las cifras de desempleo, sobre todo tras conocerse datos que indicaban que en el mes de diciembre de 2022 había cerca de 450.000 fijos discontinuos inactivos.

El secretario de Empleo, Joaquín Pérez Rey, comparecía esta semana en el Senado, donde explicó que el número de fijos discontinuos inactivos que no computan como parados solo ha subido en unas 5.000 personas en el primer año de vigencia de la reforma laboral, al pasar de 319.817 de media en 2021 a 325.128 de media en 2022.

Además, destacó que de las 594.200 personas fijas discontinuas contabilizadas por la EPA, solo 45.500 estaban buscando trabajo activamente.