La semana económica
Por qué el Gobierno no debería presumir del empleo ni de la economía
Los datos de sindicatos no mayoritarios, el Banco de España o la AiREF, entre otros, reflejan que no está siguiendo una buena ruta
El viernes me contó un taxista que está facturando un 33 % menos que el año pasado por estas fechas. Entonces ingresaba 6.000 euros y este mes cerrará en 4.000. Restándole los gastos, le quedarán 1.700-1.800 euros. Este taxista de gran experiencia y sentido común decía que ya ha vivido dos crisis, está viendo venir la tercera y piensa que hay que acostumbrarse a este ritmo. «La gente está cada vez más machacada por la cesta de la compra y la hipoteca, y si eso pasa en Madrid, no quiero pensar qué puede estar ocurriendo en otras ciudades», sostenía. «Los taxis y los bares somos buenos termómetros de lo que ocurre en la economía. Cuando empieza a ir mal, estamos entre los primeros en notarlo», añadía.
Este testimonio individual a pie de calle se veía corroborado esta semana a un nivel más global por los datos del Banco de España. En su informe de perspectivas, la entidad rebajaba en siete décimas su previsión de incremento del consumo de los hogares para este año y en cinco para el 2024. La evolución del consumo es importante. Representa el 54 % del PIB español. La inflación ha mermado el poder adquisitivo de los españoles, y va a seguir haciéndolo al menos durante un tiempo. El propio Banco de España ha elevado del 7,8 % al 12,2 % su estimación de aumento de los precios de los alimentos para este año.
En este contexto, la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, dice que la economía española va muy bien; la de Trabajo, Yolanda Díaz, sostiene que el empleo va fenomenal, y el ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá, está muy satisfecho con su reforma de las pensiones.
Frente a estos hechos, hay que seguir lamentando que la economía española es una de las cuatro entre las veintisiete de la Unión Europea que no ha recuperado su nivel prepandemia. Nada menos que veintitrés economías han trabajado mejor que la nuestra.
En cuanto al empleo, Yolanda Díaz alardeaba en la moción de censura de una supuesta gran mejora en el mercado laboral español tras su reforma, de un recorrido ejemplar hacia una mayor estabilidad que se está convirtiendo en una referencia en Europa. La realidad de los datos es, sin embargo, muy distinta. La ministra habla de un aumento en los contratos indefinidos, pero nunca dice que el incremento se basa en contrataciones a tiempo parcial (un 61 % más en febrero) y en fijos discontinuos (un 202 % más en febrero). Las personas con un contrato indefinido a tiempo parcial en febrero se incrementaron más del doble que las de quienes tenían un contrato a jornada completa. El 81 % del crecimiento de la afiliación media a la Seguridad Social entre febrero de 2022 y febrero de 2023 correspondió a trabajadores bajo la modalidad de fijos discontinuos: nada menos que 421.732. La primera causa de bajas en la Seguridad Social hasta enero de 2023 es el pase a la inactividad de aquellos que tienen un contrato de fijo discontinuo. En el mes de febrero se realizaron 1.084.802 contratos, un 25 % menos que en febrero de 2022. Los contratos de duración inferior a la semana supusieron en febrero un 35,8 % de los contratos temporales realizados: uno de cada tres contratos temporales dura menos de siete días, según el sindicato USO. No parecen unas condiciones ideales. USO indica desde hace meses que tener un contrato indefinido ya no es sinónimo de poseer un trabajo estable. Por otra parte, en su informe de perspectivas el Banco de España también ha destacado que la creación de empleo se ha acelerado a comienzos del año 2022, pero en un contexto de menos horas trabajadas por ocupado. Continúa esta tendencia que refleja que no se está creando empleo: se está repartiendo el que había. No es un panorama para estar orgulloso.
La penúltima en sumarse a las críticas al Gobierno ha sido la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AiREF), que entre otras cosas ha dicho que la reforma de las pensiones de Escrivá llevará a unos gastos del sistema que duplicarán el incremento de ingresos previsto, elevará el déficit en 1,1 puntos en 2050, disparará la deuda al 186 % en el año 2070 y provocará la pérdida de 33.000 empleos en los tres años próximos.
Como se ve, las críticas arrecian desde distintas partes, pero el Gobierno sigue con su discurso triunfalista, y hay quien se lo compra. El problema es que el tiempo pasa, y nuestra economía seguirá perdiendo fuelle mientras no camine por las condiciones adecuadas. Eurostat actualizaba hace unos días estadísticas del PIB en paridad de poder adquisitivo, que reflejan la capacidad de compra de un país en comparación con otros. Tomando como 100 la media de los países de la Unión Europea, España marcaba 105 en el año 2006. En el año 2022 estamos en 85.