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La UE ha eliminado virtualmente su dependencia del crudo rusoLu Tolstova

Quién gana y quién pierde en el juego de sanciones al crudo ruso

De ser el principal suministrador de crudo a la Unión, Rusia ha ido perdiendo presencia en el continente mientras el precio del barril de los Urales cae por los suelos

La invasión de Ucrania ha cambiado el mapa energético de la Unión Europea. De ser el principal suministrador de crudo a la Unión, Rusia ha ido perdiendo presencia en el continente mientras el precio del barril cae por los suelos. El Kremlin ha girado su mirada a Asia, pero a costa de bajar los beneficios.

En los últimos años, la importación de crudo procedente de Rusia oscilaba entre los 35 y los 66 millones de barriles al mes, de largo el principal suministrador de petróleo al continente, especialmente en los países del este.

Pero la invasión de Ucrania trajo consigo importantes sanciones con el objetivo de desarticular la capacidad del Kremlin para financiar la guerra y reducir su base económica. Entre los castigos se encontraba la prohibición total de las importaciones de petróleo crudo marítimo y productos petrolíferos rusos.

Con el fin de permitir la adaptación de los mercados, la prohibición vino sujeta a periodos transitorios para que los miembros de la UE pudieran garantizar suministros alternativos reduciendo al mínimo la incidencia en los precios mundiales.

Así, si en febrero la UE importaba de Rusia 64 millones de barriles, esta cifra se ha ido reduciendo paulatinamente hasta los 8,5 millones, un 87 % menos. Por el contrario, los más beneficiados fueron Estados Unidos, Noruega y Reino Unido.

Los norteamericanos fueron en enero, un mes de alto consumo energético, el principal suministrador de la UE con casi 42 millones de barriles, una cifra de récord para un país que apenas superaba los 20 millones. En el caso de los escandinavos, cerraron el mes con 32 millones frente a los 22 millones de enero del año anterior.

Los siguientes suministradores principales fueron Kazajistán e Irak con 26,6 y 23 millones de barriles respectivamente, aunque son cifras similares a las de antes de la guerra.

Nigeria, quinto mayor suministrador, sí ha aumentado el número de barriles, al igual que Reino Unido, que envió a la Unión 15,7 millones de barriles en enero a pesar de no haber superado los diez millones antes de la guerra. Libia, Azerbaiyán y Brasil también se han colado en la lista de principales suministradores por delante de Rusia.

A pesar de haber eliminado virtualmente la dependencia energética de Rusia, los ciudadanos de la UE han sufrido especialmente la escalada de precios. Los precios de las importaciones de combustibles se dispararon tras la invasión alcanzando cifras de récord de la que no nos hemos recuperado hasta este mes de enero, casi un año después.

Cambio de rumbo

Para compensar las sanciones europeas, Rusia ha virado su política comercial hacia los mercados asiáticos. Precisamente este martes, el ministro de Energía ruso, Alexander Novak, revelaba que las exportaciones de petróleo a India se han multiplicado por 22 en 2022. En China, Rusia ha adelantado a Arabia Saudí como principal suministrador con más de 2 millones de barriles diarios, prácticamente la misma cantidad que enviaba a la UE antes de la guerra. Eso sí, a precio de saldo.

Según explica la Comisión Europea, hay dos elementos que definen los precios del crudo: el mercado spot y el tipo de crudo. Antes de la invasión a Ucrania, el precio se mantenía estable en torno a los 80 dólares, con muy poca variación respecto a los otros barriles más importantes como el estadounidense, el noruego, el kazajo y el libio.

Sin embargo, la inestabilidad política provocó una alta volatilidad en el mercado que disparó los precios a partir de febrero. Apenas unas semanas después comienzo del conflicto, el petróleo de los Urales cayó respecto a la competencia. En diciembre del pasado año, este estaba más de 30 dólares por debajo del resto, todo un chollo para los gigantes asiáticos.