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La ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.

La ministra de Asuntos Económicos, Nadia CalviñoEFE/ Fernando Alvarado

Análisis económicos

El precio de los alimentos sigue subiendo en Europa hasta el 19,5 % anual

Hay que parar el gasto público y eliminar el IVA coyunturalmente

En febrero de 2020, justo en el mes en que Italia empezó a dar señales inequívocas de que algo estaba pasando en el mundo y que una enfermedad nueva estaba a punto de paralizar la economía mundial, la inflación de los alimentos en la zona euro era de un 1,9 % anual y en la Unión Europea estaba en el 2,6 %, también para los últimos 12 meses.

En ese momento había algunos países que tenían problemas con su control de precios de los alimentos y eran los países que estaban cerca de Rusia, que habían pasado muchos años bajo el control soviético.

Así teníamos a Hungría con un 8,3 % de inflación en este subíndice, Polonia un 7,9 %, Bulgaria tenía un 7,1 %, Chequia un 6 % y Eslovaquia un 5 %. El resto de los países, incluidos los bálticos, estaban por encima del 2 % pero en inflaciones más bajas.

Los grandes países de la UE y de la zona euro estaban bastante mejor a excepción de Alemania, que daba muestras de que algo podía estar pasando con un 3,4 %, mientras que Italia, con un 0,6 %, era el mejor de los 5, seguido de Francia con un 1,9 %, España con un 2 % y Países Bajos con un 2,1 %.

Justo tres años después del inicio de la pandemia, nos ha llevado a una situación completamente diferente y que deja a las clases bajas europeas en una situación de indefensión ante la imposibilidad que están teniendo los gobiernos de bajar la inflación.

Veamos dónde estamos y analicemos qué ha pasado y qué podemos hacer:

En estos tres años la Unión Europea está en una tasa de inflación del 19,5 % y la zona euro en un 17,7 %.

Los países de la zona de influencia rusa están todos muy por encima de las medias europeas. Así tenemos a Hungría con un 47 % de inflación, Lituania con un 29,7 % y Eslovaquia con un 28,7 %, y así seguimos país tras país cercano a Rusia hasta que llegamos a la décima posición, donde nos aparece Suecia con un 22,6 %, seguido de Alemania con un 22,3 %, Portugal con un 22 % y en el puesto número quince aparece Países Bajos con un 18,4 % y en el dieciocho está España con un 16,7 %.

Entre los mejores está Italia con un 13,5 %, Grecia con un 14,7 %, Irlanda un 13,3 % y Chipre un 9,1 %.

Pedro Sánchez, el gurú europeo, le echa la culpa al cambio climático.

Lo que sucede es que estos tres años el clima no ha tenido ningún cambio sustancial en el mundo.

Subieron, y mucho, las materias primas, pero, como se ha demostrado, hoy están en el mismo nivel que antes de esta inflación y han dejado de tener la culpa.

Ha llegado la guerra de Ucrania, pero ya los mercados se han adaptado e incluso el coste energético está poco a poco volviendo a sus niveles.

¿Cuál es la diferencia entonces de justo antes de la pandemia a hoy?

Cuesta aceptarlo, y desde luego nadie quiere asumirlo, pero la realidad es que la zona euro le ha dado a la máquina de imprimir billetes en 3 años y ha insuflado casi 3 billones de euros a los países miembros de la zona euro y a sus gobiernos, que han gastado desaforadamente ese dinero.

Pero ese dinero sigue en circulación. Si a eso le añadimos que el BCE no ha parado de comprar deuda de los países del euro desde el 2012 y que desde esa fecha se han impreso otros 3 billones de euros más, esto quiere decir que tenemos circulando por la economía, sin haber producido nada, 6 billones de euros.

El Banco Central Europeo lo sabe, y por eso, y a pesar de las tensiones sobre la banca, no se ha cortado y ha subido otro 0,5 % el tipo de interés.

Estamos en el 3,5 % de tipos de interés y la inflación media está empezando a retroceder, no todavía la de los alimentos.

Así que el BCE va a tener que seguir, sin parar, subiendo estos tipos hasta donde sea necesario, pero necesita de la colaboración de los países, con dos medidas a la vez.

La primera y clarísima, parar el gasto público que obligue al país a endeudarse. Hay que parar la emisión de deuda de los países porque esa deuda es para alimentar el dinero en circulación, y por lo tanto la disponibilidad de caja para seguir gastando. Es fundamental que esta medida se tome simultáneamente y por consenso entre todos los países.

Simultáneamente bajar el IVA al cero coyunturalmente de todos los alimentos claves en la cesta de la comprar de cada país para evitar el colapso de las familias menos pudientes.

Sin parar el gasto público y la necesidad de financiación de los países no es posible tomar esta segunda medida que ayudaría a bajar este índice de los alimentos y en 6-9 meses volver a una senda de nueva normalidad.

No es sencillo atacar la inflación, y lo llevo diciendo ya más de 18 meses. Se tenía que haber atacado mucho antes, pero no se hizo. Se empezó con un año de retraso y cuando ya la subyacente se había enquistado.

Pero hay que seguir como sea y hasta donde sea. Además los países miembros de la UE y de la zona euro tienen que saber que la época del gasto público para favorecer intereses de partido se ha acabado.

Se tiene que imponer una disciplina de que el déficit está prohibido y que endeudarse no es posible. A la vez que se acometen esas medidas y enganchados a superávit fiscales de país, se puede reducir el IVA hasta su mínima expresión y ayudar a bajar esta inflación que, en el caso de los alimentos, ataca a los más necesitados, pensionistas, parados y personas con salarios bajos.

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