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La ministra de Hacienda está contenta con la recaudación, pero los ciudadanos sufren con la subida del IPCLu Tolstova

La semana económica

El Gobierno llena sus bolsillos con la inflación mientras los de los ciudadanos se vacían

La recaudación del Estado sigue batiendo récords al tiempo que el incremento de precios empobrece a los españoles

El Estado cerró el año 2022 con unos ingresos fiscales récord de 255.463 millones de euros, un 14,4 % más que en 2021 y más de 10.000 millones por encima de lo que se había previsto para este año. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha llegado a decir que el 33 % de este incremento de ingresos se debía a la subida de la inflación, pero el Banco de España eleva su impacto al 50 %.

El Estado se llena los bolsillos con la subida del IPC. Por el IVA ha recolectado en 2022 10.000 millones más que el año anterior. Hasta febrero de 2023, según los últimos datos disponibles, tampoco le va mal: ha percibido más de 1.400 millones adicionales por IVA respecto a los dos primeros meses del año pasado, aunque no es su única fuente de alegrías. Con el IRPF, el impuesto que más recauda, se embolsó el año pasado casi 15.000 millones más, y hasta febrero lleva algo más de 2.400 millones adicionales.

La máquina recaudadora es insaciable, y los españoles lo notamos cada vez más. La tasa de ahorro de los hogares ha descendido al 7,2 % de su renta disponible bruta en 2022, 6,6 puntos menos que en 2021 y la cifra más baja desde el año 2018.

El ahorro bruto que se genera no es suficiente para financiar la inversión de los hogares, que se ve afectada por unos precios que no paran de crecer. El Gobierno presume de que solo han aumentado un 3,3 % respecto al mismo mes del año pasado, pero la inflación es acumulativa, y ya suma alrededor de un 14 % desde que gobierna Pedro Sánchez.

La subida de precios que recoge el IPC iba a ser temporal. La realidad es que se está convirtiendo en estructural. Nuestra inflación subyacente, que excluye los productos energéticos y los alimentos no elaborados (los elementos con precios más volátiles), permanece en tasas muy elevadas. España es el único país de la Unión Europea y de la OCDE en el que la inflación subyacente es superior a la general (7,5 % de subida anual este mes frente a 3,3 % de la general). La introducción de medidas artificiales como el tope del gas distorsiona la realidad de unos precios que antes o después se pagarán en la factura.

Por otra parte, los alimentos siguen su escalada. En el detalle del IPC de febrero se podían ver los incrementos espectaculares que señalaba el INE: el precio del azúcar había crecido un 52,6 % anual, la leche un 33,1 %, el aceite y las grasas el 32,9 %...

El bolsillo se desangra con la cesta de la compra, y hay que temerse lo peor con la hipoteca. Pese al descenso del euríbor en los últimos días, el índice cerró marzo en el 3,647 %: supondría casi 200 euros más de cuota mensual por cada 100.000 euros de préstamo con respecto al mismo mes del año anterior.

Los precios siguen creciendo, y mientras tanto el Gobierno continúa regando a la población con dinero público para intentar ganar las elecciones: más dinero en el mercado que seguirá alimentando la subida de precios que los españoles pagarán mientras puedan hacerlo, pero el ahorro ha empezado a bajar. Cuando se acabe, a ver cómo salimos de esa situación, y cómo está el país. La subida de ingresos por la inflación ha permitido cumplir con el déficit del 5 % sobre PIB marcado por Bruselas, pero el gasto ha aumentado mucho, algo que es preocupante, y el Banco de España ha indicado que los ingresos indirectos caían en octubre y noviembre. Cuando se desplomen, el déficit puede incrementarse más, y ahí habrá que ver quién es capaz de responder.