La victoria del hidrógeno rosa
El uso del hidrógeno como combustible en el mundo es aún minoritario, pero va a cambiar el panorama energético
La agenda política de cada nación es como una acción coral en la que se juegan, al mismo tiempo, competiciones diferentes en distintos coliseos. En la Francia que preside Macron, con Marine Le Pen como segunda opción en respaldo electoral, coinciden ahora dos competiciones de muy diferente naturaleza. Una gira en torno a la reforma de las pensiones y tiene soliviantada a la mayoría de la población junto a gran cantidad de acciones violentas que los analistas imputan unánimemente a grupos de extrema izquierda.
En otra pista del circo político francés, en cambio, el presidente Macron acaba de conseguir una muy importante victoria; el reconocimiento por la Comisión Europea del Hidrógeno rosa como vector energético que se cuela bajo el paraguas protector del conjunto de energías limpias. Brevemente y recordando el título de la película de Manuel Summers Del rosa al amarillo, el hidrógeno usado como combustible se etiqueta con varios colores dependiendo de la manera en la que se obtiene. El color más estigmatizado pero también predominante es el gris y procede de combustibles fósiles. Naturalmente el color premium es el verde. Entre medio está el mucho menos conocido hidrógeno rosa.
El hidrógeno verde se obtiene de fuentes renovables, principalmente la energía eólica o solar en el caso español. Para la obtención del hidrógeno rosa se recurre a la energía nuclear para impulsar la reacción química necesaria (electrolisis) para separar el hidrógeno del oxígeno que hay en el agua. Hasta hace unas semanas, Europa no incluía el hidrógeno rosa obtenido a partir de la nuclear como hidrógeno renovable. Sin embargo, la última revisión por parte de la Comisión Europea abre la puerta a que el hidrógeno rosa puede ser etiquetado como verde. Una gran victoria para Francia; la principal nación europea en el uso de esta tecnología para la generación de electricidad. Acción de la que también se va a beneficiar Alemania por su fuerte apuesta por el hidrógeno.
El uso del hidrógeno como combustible en el mundo es aún minoritario pero va a cambiar el panorama energético en breve aunque no a la misma velocidad que la inteligencia artificial del tipo chat GPT. Cambiar unos altos hornos que funcionan a gas por otros que lo hagan por hidrógeno exige importantes inversiones. En España se consumen unas 500.000 toneladas de este vector energético, apenas el 1 % del total mundial.
Su coste de producción cuando procede del combustible fósil originando el hidrógeno gris está en torno a los 0,8-0,6 euros por kilogramo. Es un precio competitivo incluso teniendo en cuenta que, comparado con el Gas Natural, se necesitan tres metros cúbicos de hidrógeno para conseguir la misma temperatura que con un metro cúbico de Gas Natural. Pero si el hidrógeno es «verde» el coste de producción está actualmente alrededor de los 2 euros por kilogramo teniendo que reducirse hasta los aproximadamente, 1,81 euros para lograr el punto de equilibrio que lo haga competitivo. Los datos los aporta David Aguilera, director general de Gas Extremadura y uno de los mayores expertos en España en la materia. Ahora tendrá que competir con el hidrógeno rosa que usa una tecnología no interrumpible –la nuclear– para hacer lo mismo que en España hacemos con tecnologías que dependen del viento o del sol. El reto es mayúsculo como lo resalta María Teresa Sanz, investigadora de la Cátedra de Economía de la Energía y del Medio Ambiente de la Universidad de Sevilla.
Mayor aún es el reto para el segundo polo industrial de España, el de Algeciras, que ha quedado fuera del anillo de transporte del hidrógeno diseñado por el Ministerio de Transición Ecológica. Este es otro resultado negativo que se añade a la no nata construcción del ramal central ferroviario que debería conectar el puerto de Algeciras –el primero en tráfico de mercancías del Mediterráneo– con los otros dos ramales existentes (el atlántico y el mediterráneo) con el Norte de España y frontera francesa. Es además un proyecto clave para evitar el vaciamiento de la España interior facilitando el tráfico de mercancías de las industrias que aún resisten numantinamente dispersas por los centenares de parques industriales locales.
En los coliseos franceses y españoles se cosechan victorias y derrotas por los gobiernos de turno. En los españoles vencen los promotores de la secesión y la malversación en unos, pero también gana el Gobierno en el partido de la excepción ibérica para el Gas Natural. En los franceses pierde el presidente en su reforma de las pensiones pero gana con su hidrógeno rosa.
Harían bien asociaciones civiles, profesionales y partidos de todo signo en sumar fuerzas por conseguir extender hacia el sur el anillo que transporte el hidrógeno y de sur a norte el ramal central ferroviario.
- José Manuel Cansino es Catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla, investigador de la Universidad Autónoma de Chile y profesor de San Telmo Business School