Medio ambiente
La obsesión sostenible deja a Europa sin calderas de gas y al borde del abismo energético
La UE tiene una hoja de ruta que solo contempla un gasto eléctrico inadmisible en el viejo continente
Primero fue Alemania la que legisló para que no se vendan calderas de gas desde 2024 y ahora es la Unión Europea la que ha refrendado esa hoja de ruta para imponerla a todos los países de cara a reducir la contaminación.
Siguen el mismo plan con el que han intentado prohibir el coche eléctrico y que se encontró con la negativa de Alemania a última hora. Al final, habrá coches de combustible más allá de 2035, pero será sintético.
Recortes
En este caso, lo que pretende Europa es recortar un 55 % las emisiones de gas efecto invernadero en 2030 y alcanzar la neutralidad en 2050 por lo que la descarbonización llega ahora a las calderas de gas y diésel de los edificios.
La intención de Europa es que se dejen de vender calderas de gas y diésel en 2024 para que desaparezcan en 2035, antes, en 2028 las nuevas viviendas que se construyan ya tendrán que prescindir de calentarse mediante estos aparatos que hace unos años vinieron a sustituir al carbón porque eran una energía más limpia.
La eliminación progresiva se define así desde Bruselas, «Los Estados deben introducir medidas para garantizar que el uso de sistemas de calefacción que utilizan combustibles fósiles en edificios nuevos y que sean objeto de reformas importantes, renovaciones en profundidad o del sistema de calefacción no esté autorizado a partir de la fecha de transposición de la presente Directiva y eliminar gradualmente el uso de sistemas de calefacción que utilizan combustibles fósiles en todos los edificios a más tardar en 2035 y, si no es viable, como demuestra la Comisión, a más tardar en 2040».
Edificios ineficientes
Los informes de Europa aseguran que la calefacción, la refrigeración y el agua caliente consumen el 80 % de la energía de una vivienda, pero también dice que el 75 % del parque inmobiliario es ineficiente.
Al menos, Europa da un respiro a las viviendas ya construidas que no tendrán obligación de cambiar la caldera pero que, a buen seguro, sufrirán este rodillo medioambiental modificando la calificación energética y devaluándolas.
La solución pasa por consumir más electricidad. En Alemania, los expertos ya han avisado de futuros cortes porque no se podrá generar tanta electricidad como para calentar casas con bombas de calor o basadas en renovables.
Europa conduce a los países a un abismo eléctrico sin valorar la capacidad que van a tener de conservar el nivel de vida y el gasto económico por dar un paso tan importante como el de prohibir las calderas de gas.