Argentina se encomienda a la gallina de los huevos de oro que confiscó a Repsol
Esta semana ha comenzado a operar el gasoducto Presidente Néstor Kirchner
El 16 de abril de 2012, Cristina Fernández anunció la expropiación del 51 % de las acciones de YPF que estaban en manos de Repsol. Antonio Brufau aseguró entonces que el hallazgo de Vaca Muerta estaba detrás de la nacionalización, un yacimiento al que ahora Argentina se encomienda para salir de la grave crisis económica que sufre.
Con una inflación del 114,25 %, un déficit del 4,33 % y una deuda pública del 85 % del PIB –menor que la española, por cierto–, la economía argentina pasa por uno de sus peores momentos. Pero el llenado del gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK), que ha comenzado esta semana, podría suponer el comienzo de una nueva etapa para el país. Y es que esta tubería de 573 kilómetros es clave para evacuar el gas de Vaca Muerta.
Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), Argentina tiene bajo la superficie de Vaca Muerta la segunda mayor reserva de gas de esquisto del mundo, solo superada por China, y la cuarta de petróleo no convencional. Una vez que esté finalizado el próximo mes de julio, el GPNK permitirá al país no solo ser autosuficiente energéticamente, sino convertirse en uno de los principales suministradores de la región.
Los analistas del gobierno argentino calculan que en 2030 se duplicará la producción de gas y petróleo no convencional de Vaca Muerta, generando unos 46.000 millones de dólares. Sin embargo, para que esto sea así, sería necesario multiplicar por seis la inversión realizada en el GPNK, que se estima costará unos 5.000 millones de dólares.
Con las agencias de calificación crediticia advirtiendo del riesgo de impago, Argentina tiene graves problemas para atraer inversores. Además, durante la construcción del gasoducto ha tenido problemas para encontrar personal cualificado y las denuncias por supuesta corrupción en su proceso de licitación han sido constantes.
«Mal holandés»
Algunos expertos advierten también de que la explotación de Vaca Muerta podría provocar importantes desequilibrios por el «mal holandés», situación que sufren los países como consecuencia del descubrimiento de un recurso natural que les lleva a experimentar dificultades para gestionar el ingente ingreso de divisas por la exportación, provocando la apreciación de su moneda doméstica y afectando a la competitividad de la industria manufacturera.
Ariel Coremberg, autor del estudio Vaca Muerta: mitos y realidades, señala que los escenarios analizados no muestran un impacto sustancial que permita convertir al país en una potencia energética como Arabia Saudí. «La explotación del yacimiento no aportaría a la generación de divisas como para constituirse en una alternativa al sector agroindustrial, solucionando la brecha externa. Los ingresos que generaría Vaca Muerta no permitirían 'salvar' a la sociedad argentina en términos de solventar elevados niveles de consumo per cápita sin esfuerzo», explica en el documento.
«Para lograr el deseado objetivo de desarrollo económico y social resulta imprescindible la sostenibilidad del crecimiento en un entorno macroeconómico estable que incentive la productividad y la inversión en el conjunto de la economía argentina», concluye Coremberg.