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José Manuel Cansino

Un kilómetro cúbico de agua desalada

Esto es lo que necesitaría Andalucía para equilibrar una previsible reducción de las precipitaciones

Un kilómetro cúbico de agua desalada al año es lo que necesitaría Andalucía para equilibrar una previsible reducción de las precipitaciones. Los cálculos y la propuesta de solución los acaba de presentar el ingeniero Antonio de Lara Cruz en un evento acogido por la Cátedra Endesa de la Universidad de Sevilla que dirige el profesor Antonio Gómez Expósito; un referente internacional en sistemas eléctricos.

¿Por qué un kilómetro cúbico y por qué de agua desalada? De Lara parte de uno de los escenarios a los que llega un análisis del Centro de Estudios Hidrográficos. No queda claro si este escenario de reducción de la pluviometría es el peor de todos los contemplados o uno intermedio. Esta cuestión es importante pero no he podido resolverla porque el Centro de Estudios no facilita el acceso al mismo. En cualquier caso, el kilómetro cúbico de agua adicional que Andalucía necesitaría se deriva de esperar que las lluvias se reduzcan para el año 2039 un 16,7 % con respecto al promedio del periodo histórico 1940-2018.

Lo primero que se agradece de la propuesta que ha compartido el Sr de Lara es la ausencia de arista ideológica alguna. Por ejemplo, es difícil encontrar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y en su deriva en forma de Agenda 2030 objeciones a su deseabilidad. Cuestión muy diferente es la forma en la que se implementan. Por ejemplo, cosa bien distinta es suscribir el ODS número 3 «Salud y bienestar» y otra, entender la salud en forma de extender la ley de asistencia médica para morir (MAID) a los pacientes con problemas mentales, que incluyen la depresión, e incluso a problemas económicos, como quedarse sin vivienda. Es lo que ha hecho en Canadá el 27 de noviembre de 2022 el gobierno de Justin Trudeau.

Pero volvamos a la propuesta para resolver el problema de la caída de la hidricidad. La propuesta que comentamos se basa en combinar dos tecnologías hasta ahora muy contestadas por sus elevados costes económicos; la desalinización de las aguas del mar y el bombeo de estas aguas hasta embalses en cotas de altura diferentes.

Las más recientes plantas desalinizadoras instaladas en el mundo con tecnología además española, la de Ashdod en Israel y la de Taweelah, en Abu Dhabi, han supuesto una inversión de 73 millones de euros para, en el primer caso, producir 4,4 metros cúbicos de agua por segundo y la segunda 10,5. Ambas plantas son mucho más rentables que las que funcionan en Aguilas o Torrevieja. La primera supuso una inversión de 119 millones de euros para producir 2,4 metros cúbicos por segundo y la de Alicante requirió 123 millones para una producción de 2,8.

La segunda tecnología que conlleva la propuesta para suplir el déficit hídrico de Andalucía (o de cualquier otra zona) es el bombeo del agua desalada hacia cotas de altura más altas para lograr salvar los desniveles hasta llegar a pantanos que abastecen zonas con fuertes déficit hídricos. La apuesta en este caso por De Lara es hacerlo usando plantas fotovoltáicas propias de cada la instalación de agua embalsada desconectadas de la red que podrían complementarse con la propia electricidad tomada de la red cuando no hubiese sol. También resulta posible explorar la opción de que el suministro de electricidad requerido para garantizar los bombeos y funcionamiento de las plantas desaladoras provengan de acuerdos ajustados al marco de iniciativas público-privadas del tipo PPA.

Aunque la propuesta desarrolla con mayor detalle el ejemplo de llevar el agua desalada desde Almería (con inicio en el pantano de Cuevas de Almanzora) hasta Granada (embalse del Negratín), también incluye otras tres desaladoras. Una estaría en la zona de Nerja, concretamente en la parte más cercana de la cuenca del Guadalquivir al litoral para abaratar el bombeo, otra en el Campo de Gibraltar para abastecer a la gran industria allí asentada y otra en una ubicación que garantizase el abastecimiento de la zona de Doñana.

En suma, se requeriría una inversión de unos 9.000 millones de euros a desarrollar en un periodo de diez años. Parte del plan consistiría en ajustar infraestructuras ya disponibles como las tuberías que conectan desaladoras con embalses.

Naturalmente la propuesta necesita despejar no pocas incógnitas como el impacto medioambiental de las obras de infraestructura, la posibilidad de que fuese la Agencia Andaluza de la Energía la encargada de gestionar el suministro eléctrico para el funcionamiento de las desalinizadoras y el bombeo así como de vender la capacidad de generación eléctrica excedentaria, etc. De lo que no cabe duda es que se necesita resolver este tipo de desafíos para garantizar el agua necesaria a los embalses, a los nuevos suministros que se necesiten y a la restauración de los acuíferos. Además de voluntad política y de un marco retributivo suficiente para los potenciales inversores, ayudaría desideologizar el marco del debate.

  • José Manuel Cansino es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino