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La moneda digital europea está muy cerca de ser implantada.Pixabay

El siguiente paso en la digitalización total de la economía

El euro digital está cada vez más cerca, pero... ¿está preparada Europa?

Las autoridades europeas trabajan desde 2021 en esta propuesta a pesar de las dudas sobre la privacidad ante el control total por parte del BCE

La digitalización de la economía es un proceso en el que llevamos inmersos años. Las tarjetas de débito o crédito fueron un primer paso. Las aplicaciones de telefonía permiten el envío de dinero y otras operaciones en apenas unos minutos. Otras herramientas como Bizum o plataformas similares permiten realizar envíos en cuestión de segundos.

El comportamiento del usuario se amolda a los avances tecnológicos con gran facilidad, en muchas ocasiones sin que este sea consciente de las implicaciones que existen a la hora de preservar la identidad, la privacidad o la seguridad de las transacciones. El aumento de estas herramientas es la razón por la cual la Comisión Europea presentó el pasado 28 de junio una propuesta para poner en marcha un euro digital.

No es una criptomoneda

En los últimos años criptomonedas como el Bitcoin han copado los titulares de los principales medios de comunicación, en su mayoría de manera negativa. La tecnología en la que se basa esta y otras monedas es conocida como blockchain (cadena de bloques en inglés) y supone un nivel de encriptación muy complejo que, a priori, es difícil romper si no se dispone de computadoras de última generación como los ordenadores cuánticos. La dificultad para rastrear las operaciones -controlarlas- por parte de los bancos centrales es una de las principales motivaciones para lanzar la moneda digital europea. Un usuario de nivel medio-alto puede evadir los sistemas de control bancarios a los que está sometido el ciudadano común si sabe cómo usar las herramientas debidas. Aquí surge el eterno dilema entre libertad y seguridad.

En contraposición, el euro digital sería una moneda digital del Banco Central Europeo (BCE). Básicamente dinero electrónico. Según la Comisión Europea, el objetivo sería ofrecer a los consumidores una solución de pago alternativa a escala europea, además de las opciones ya citadas que existen en la actualidad. Los datos oficiales señalan que el 55 % de los ciudadanos europeos prefieren pagos electrónicos, un 22 % continuar con los pagos en metálico y un 23 % que no se posiciona.

En la práctica es cierto que no cambiará el día a día de los pagos y transacciones si se está acostumbrado a trabajar con las herramientas y aplicaciones digitales actualmente existentes. La única y gran diferencia es que con el euro digital todos los pagos quedarán registrados por el BCE. A pesar de las promesas de seguridad, el rastro de cada usuario será muy simple de seguir y toda nuestra vida digital económica quedaría en manos de un solo ente: lo que uno come, viste, lee, etc. Estos datos son elementales para nutrir el análisis de lo que se conoce como Big Data. Si a esto se le suma el deseo de implantar el pasaporte digital europeo por parte de mandatarios como Ursula von der Leyen, el cóctel puede resultar realmente dañino para la privacidad y el deseado anonimato en determinadas áreas de la vida de los europeos.

Por poner un ejemplo actual, en China se utiliza algo semejante con el sistema de crédito social que permite saber qué ciudadanos son más o menos afines al Partido Comunista Chino y con eso tomar medidas a favor o en contra de estos. El resultado es una limitación de libertades básicas como movilidad o acceso a determinados empleos para aquellos que no dispongan de una puntuación alta.

Implantación cercana

La Comisión Europea trabaja en la creación de esta moneda digital desde hace dos años. Durante el segundo semestre de 2021, con restricciones COVID vigentes, se pusieron en marcha los grupos de trabajo para estudiar la viabilidad del proyecto. Este pasado mes de junio se presentó la propuesta legislativa y la nueva fase comenzará a más tardar entre finales de 2023 y principios de 2024.

La cantidad disponible serían 3.000 euros por ciudadano a modo de prueba para estudiar el comportamiento inicial, limitaciones, etc. También se espera que esta moneda digital conviva con el dinero físico, al menos por el momento.