Fundado en 1910
Los directivos de Repsol, Antonio Brufau y Josu Jon Imaz, esperan que triunfe su estrategia de diversificación.

Los directivos de Repsol, Antonio Brufau y Josu Jon Imaz, esperan que triunfe su estrategia de diversificación.Lu Tolstova

La semana económica

La subida del petróleo incitaría a invertir en Repsol, pero la imagen política de la empresa lo desincentiva

La compañía confía en su proceso de diversificación hacia el mundo renovable, y está por ver si el repunte del crudo empujará su cotización

Los precios del petróleo están subiendo. El barril de Brent se ha encarecido alrededor de un 20 % en los dos últimos meses, y algunos expertos estiman que puede ascender de los 82 dólares actuales a los 100 dólares. Este hecho ha llevado a pensar a algunos analistas que puede ser un buen momento para invertir en Repsol, pero hay otros que lo dudan.

La petrolera fundada en el año 1927 está llevando a cabo un proceso de transformación profunda hacia el mundo renovable. Apuesta por ser una empresa de cero emisiones en el año 2050 y convertirse en una compañía multienergía. Es difícil pensar que una empresa que no quiere presentarse como petrolera pueda aprovecharse del auge del precio del petróleo.

De hecho, lo aprovecha poco. «La cotización de las empresas integradas como Repsol sube poco cuando asciende el precio del petróleo y desciende cuando baja el precio del petróleo», indica el economista jefe de Tressis, Daniel Lacalle. Como ocurre con otras petroleras integradas europeas como Eni en Italia, «no alcanzan una rentabilidad superior a su coste de capital, tienen un riesgo político elevado y cuentan con un menor apalancamiento al precio del petróleo», añade.

Como explica Lacalle, la evolución a 5 años de Total (+8,1 %) es mejor que la de ENI (-13 %), BP (-13 %), Repsol (-15 %) y Shell (-5 %), pero la de todos es mucho peor que la del precio del petróleo (+13.8%), el mercado (Euro Stoxx 50 +24 % y Stoxx 600 +17 %) y mucho peor que el XLE Index (las petroleras USA +19,5 %), Exxon (+37 %) o Chevron (+35 %). Eso es destruir valor.

A 10 años, Total lo hace mejor (+43 %), aún muy por debajo del mercado (Euro Stoxx 50 +51.4 %, Stoxx 600 +48.8 %), pero mucho mejor que ENI (-17 %), Repsol (-23 %) Shell (+11 %), Exxon (+19 %) o Chevron (+27 %).

Por lo tanto, a 5 y 10 años, Total es una buena inversión solo con respecto al sector europeo, pero mala con respecto al mercado. Todo el sector europeo destruye valor a 5 y 10 años y las americanas también a 10 años. La evidencia es que el sector petrolero es una mala inversión en su conjunto y que Total es mejor que sus comparables.

Los inversores buscan una estrategia definida que conduzca a una rentabilidad clara, y en el caso de estas empresas no la encuentran. Las ven como empresas más bien políticas, alineadas con los gobiernos de los países en donde están presentes. Por ese motivo, si hay inversores que confían en que el petróleo va a seguir subiendo y quieren invertir en este sentido, hay analistas que recomiendan que pongan su dinero en empresas relacionadas más directamente con la exploración petrolífera, y por tanto más sensibles a la subida del precio del petróleo, como Shell, Aramco o Halliburton.

La diversificación por la que han apostado las empresas petrolíferas en las últimas décadas ha sido un completo desastre. A finales de los 80 y principios de los 90 los inversores esperaban a ver si las nuevas estrategias se traducían en resultados y dividendos, pero aquello se acabó. «BP, Total o ENI han sido unas máquinas de destrucción de valor», admite Lacalle. En este sentido, el acierto en la apuesta de Repsol está por demostrar. De momento las grandes empresas energéticas han perdido mucho dinero con sus inversiones en energía solar, eólica y otros tipos de renovables.

Repsol cuenta con la ventaja de tener una posición financiera sólida. A cierre de junio generaba una caja de 1.695 millones de euros que superaba las inversiones realizadas y las necesidades de circulante y lograba reducir la deuda en 83 millones de euros más en el trimestre, por lo que la deuda neta se situaba en 797 millones de euros. Es «una posición financiera muy cómoda», estiman en Renta 4.

A pesar de ello, la compañía que dirigen Antonio Brufau y Josu Jon Imaz ha sufrido en sus beneficios del primer semestre. Los 1.420 millones de euros de ganancias entre enero y junio están un 44 % por debajo de las obtenidas en el mismo periodo del año pasado. Aun así, los accionistas no lo notarán: su retribución se elevará este año en 2.400 millones por medio de dividendo en efectivo y amortizaciones de acciones propias que reducirán el capital social. La elevada liquidez y la reducida deuda permite a Repsol tomar estas medidas.

En cuanto a su recorrido en Bolsa, muchos analistas piensan que tiene potencial, pues está cotizando un 22 % por debajo de su precio objetivo de consenso.

Las grandes empresas del sector están a la expectativa del repunte del precio del petróleo. El actual abaratamiento respecto al año pasado les está pasando factura. La mayor petrolera del mundo, la saudí Aramco, ha ganado en este primer semestre un 30 % menos que en el mismo periodo del año anterior. La tercera más grande, la estadounidense ConocoPhillips, ha visto disminuir un 52,7 % su beneficio neto en estos mismos meses. Así está el negocio, y en medio de él, Repsol espera que su estrategia le lleve al éxito, mirando más bien al largo plazo.

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