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Pedro Sánchez y Nadia Calviño en un acto de campaña de las pasadas elecciones.

Pedro Sánchez y Nadia Calviño en un acto de campaña de las pasadas eleccionesAlberto Ortega / Europa Press

Bruselas exigirá a España que empiece recortando 12.000 millones

El gasto se ha incrementado en más de 70.000 millones desde que llegó Sánchez al Gobierno

El Gobierno de Sánchez se comprometió con Bruselas a recortar 24.000 millones de gasto en dos años para poder cumplir con el 3 % de déficit sobre el PIB en 2025, el año en el que volverán a estar vigentes las reglas de gasto que impone la Comisión Europea a sus países miembros (3 % de déficit y 60 % de deuda sobre el PIB).

Si repite como presidente del Gobierno, el retorno de estas limitaciones llevará a Sánchez a tener que hacer algo que no le gusta: recortar el gasto. Los 12.000 millones de ajuste de este año y el que viene significan que deberá rebajarlo en torno a ocho décimas del PIB, de modo que el déficit español se situaría en el 3 % requerido por Bruselas.

No lo tendrá fácil, pues su Gobierno ha aumentado ostensiblemente el gasto: más de 70.000 millones desde el año 2018, cuando se aplicaron los últimos Presupuestos de Rajoy. Lo más complejo está en que parte importante de ese gasto es estructural: la subida de las pensiones de acuerdo con el IPC, el relacionado con el aumento del empleo público… A ello hay que añadir la presión que añadirán unas pensiones que cada vez serán más altas por la llegada a ella de personas que han tenido una carrera más larga y exitosa.

El economista José María Rotellar piensa que la mejor solución pasaría por hacer un presupuesto base cero y cuestionar todo, pero como no ocurrirá, estima que los recortes se efectuarán en los capítulos VI y VII del Presupuesto: Inversiones reales y Transferencias de capital (subvenciones para inversiones), respectivamente.

Habrá que ver cómo se hace el recorte, porque si efectivamente Sánchez repite y gobierna con Sumar y los partidos nacionalistas, parece difícil que le ayuden a rebajar el gasto.

Sería un logro inédito, pues el Gobierno de Sánchez está acostumbrado a incumplir con el déficit incluso antes de que hubiera pandemia y con crecimiento económico. En 2019 incrementaba el déficit por primera vez desde el año 2016. Lo hacía en un 2,6 % según sus datos en un año en el que el PIB crecía un 2 %, y posteriormente Eurostat elevaba la desviación a un 2,8 %.

También será interesante ver si el Gobierno por fin hace caso a las recomendaciones sobre la reducción de la deuda del Banco de España y la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). Hasta ahora ha hecho caso omiso.

De momento, el Ejecutivo de Sánchez ha prometido a Bruselas volver al 3 % de déficit y descender al 110 % de deuda sobre PIB en el año 2024, pero no ha explicado cómo va a lograrlo.

El Gobierno de Sánchez confía en que la reducción llegue por el crecimiento de la economía y la recaudación fiscal, pero la economía se desacelera en esta segunda parte del año y la primera del que viene, y los ingresos fiscales récord pueden no mantenerse. La reforma fiscal, el eufemismo con el que el Gobierno de Sánchez encubre las subidas de impuestos, es seguramente la baza para poder lograr esta mejora en los ingresos que lleve a la reducción del déficit. La subida la pagará lógicamente la clase media, pues los impuestos en los que se anuncian cifras grandilocuentes (Tasa Google, etc.), finalmente recaudan mucho menos de lo previsto. De hecho, entre las medidas que el Gobierno envió a Bruselas se encuentra una subida del IVA.

El economista Lorenzo Bernaldo de Quirós ve «muy difícil» que pueda lograrse el ajuste del déficit por varios motivos: «No hay capacidad recaudatoria suficiente en las rentas altas (unos 100.000 contribuyentes que ganan mas de 150.000) para obtener ingresos por el importe que se solicita; el gasto en 2024 deberá absorber las subidas que se han aprobado este año, lo que le impulsa al alza; el impuesto inflacionario ingresa menos con la caída de la inflación; si se suben aún mas los impuestos a las clases medias o a las empresas, habrá menos consumo e inversión, menos crecimiento y menos recaudación».

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